ISABELLA
El día de hoy no ha podido comenzar de mejor manera... Ni bien llego a la comisaría, ya tengo que correr hacia la patrulla que unos segundos antes no se encontraba en la entrada de la misma. Son las cinco de la mañana, apenas he desayunado. Ahora tengo que empezar a trabajar en ayunas arriba del vehículo en medio del amanecer. Mi compañero de ruta y novio Alejandro, ya se encuentra adentro esperándome.
Él fue un gran estandarte en los momentos más difíciles. Hasta se ha unido a la policía solo para estar conmigo, y ahora tiene que manejar a toda velocidad, lo que solemos llamar persecución para atrapar a los malvivientes que se les ocurren robar las pertenencias que las personas con tanto esfuerzo intentan obtener como si fuese una reliquia. Siempre me pregunto como pueden llegar a este extremo, si pueden estudiar para conseguir un trabajo digno y no robar a los que pueden darse el gusto de comprárselo... Sea un televisor, un celular, una tablet, todo eso es el esfuerzo de tenerlos en sus manos.
Nos comunicamos con el centro de monitoreos para saber que camino debemos tomar para alcanzarlos más rápido. Nos dicen que están escapando por Avenida Córdoba... Con Alejandro suspiramos al mismo tiempo y nos miramos. Este tipo no tiene cerebro, ¡Se escapa a contramano en una de las calles más concurridas de la ciudad! A esta hora hay poco tráfico y lo mínimo que puede desatar allí será una catástrofe.
- ¿Cómo llegaremos hasta allí?- mi compañero pregunta con frustración.
- Según a la altura que nos han dicho, no estamos muy lejos del Obelisco y podremos cruzar por allí.- señalo el mismo que está a nuestra vista.
- ¡Hijo de puta! ¡Se ve que le importa mucho su vida y al de los que circulan por esta calle!- Alejandro golpea el volante con enojo.
Acelera la patrulla al ver como éste pasa por la avenida en sentido contrario y enciendo la sirena. Los vehículos se estacionan a un lado para darnos el paso mientras seguimos el Audi A3 color blanco. Cuando nos acercamos, tomo conocimiento de la patente del mismo... JDZ 701. Es el que han denunciado por robo en el mismo momento que terminaba con mi horario el día de ayer. Anoto en mi libreta las iniciales y agarro el radio para dar aviso.
- Farías, interno tres al mando. El vehículo tiene pedido de captura. Es un Audi A3 patente JDZ 701, si no me equivoco es el que han denunciado ayer por la tarde.- respiro agitada al terminar de hablar.
- Ya tomé tus datos, Dottavio I. Enviaré refuerzos mientras aviso la aparición del vehículo. El mismo no debe ser tocado... Repito, no debe ser tocado.- con eso termina la comunicación.
- ¡Maldición!- Alejandro golpea el volante de nuevo- Esto se va a complicar, tendremos que tomar un atajo para impedir su camino.
Después de quince minutos, llegamos dar de frente al vehículo, al que tuvo que frenar de golpe. Tomo mi arma sintiendo como la adrenalina recorre todo mi cuerpo y salgo de la patrulla directo al Audi a detener al conductor. No deja de sorprenderme que sean dos menores de edad. Lo peor es que ahora quedarán demorados por unas horas y luego quedaran libres... Malditos esos padres que no le dan la atención que necesitan. Me pregunto que harán de sus vidas para que descuiden a sus hijos.
Como no hay que esposarlos, lo agarro del brazo y lo saco del vehículo, guiándolo hacia los asientos traseros de la patrulla. Alejandro camina a mi lado con el cómplice a su derecha... Me mira con una pequeña sonrisa y abrimos las puertas para resguardar a los menores, cerrando una vez que están dentro. Ya en nuestros puestos, doy aviso que tenemos dos menores detenidos y que hay personal en el lugar con el vehículo ya recuperado. En camino a la comisaría, no nos hablamos, ya que no queremos comprometernos a que los jóvenes se nos escape sin darnos cuenta.
Los dejamos en diferentes celdas y queda a cargo de ellos el carcelero que hemos pedido al secretario de seguridad, para que los presos sean vigilados el tiempo que estén allí. En mi primer día de trabajo, al empezar mi turno me había encontrado con dos sujetos de contexturas mucho más grandes que la mía y que querían fugarse de la comisaría. Como una policía aún inexperta, con el conocimiento que llevaba de mis padres, pude detenerlos y les dije a los oficiales que lo colocaran en diferentes celdas. Al principio uno de ellos parecían mandarme a la mierda con su mirada y al final hizo lo que le dije.
- Ahora si podré saludarte como lo mereces...- Alejandro me despierta de mis pensamientos acercándose a mí con una sonrisa y me besa- Buenos días, cariño.- me pierdo en sus hoyuelos y les dejo pequeños besos en cada uno de ellos... Me encanta hacerlo sonreír cuando le demuestro mi cariño, los toco y le quito el gorro de su cabeza.
Su cabello negro al ras me incitan a acariciarlo, dejando de lado esos largos rulos que tanto lo caracterizaban en nuestra adolescencia y su piel pálida que le da ese toque especial en él. La estatura no pasa mucho de la mía... sus 1,73 le favorece a la velocidad que corre para atrapar a un prófugo. Sus ojos marrones ensanchados me miran como si fuera especial. Antes de llegar a ser novios, ha sido mi mejor amigo y aún lo sigue siendo, ¿Cuando nos conocimos? Simple, crecimos y estudiamos juntos en la escuela... En la escuela de policías, él cumple el mismo cargo que yo.