Solo tu tienes mi amor ©

Capitulo 18

OSCAR

 

Desde el día en el que Isabella se fue de la casa sin siquiera mirarme a los ojos, no puedo quitarme de la mente su mirada profunda y sin expresión, nunca en mi vida la había visto así. Una mirada dice más que mil palabras, la de ella decía una y era desilusión, tratando de explicarle por todos los medios de que no he hecho nada que la lastimara. He insistido en llamarla todas las noches pero no me atiende su celular, por lo que termino haciendo lo mismo con Agostina, hablo con ella y Pedro por más de media hora.

En la primera noche recibí todos tipos de maldiciones por parte de ella porque arruiné lo que más ansiaba: que me respondiera de igual manera y al cortar la llamada lloré como un niño en el hombro de mi hermana. Esa mujer del que ni sabía su nombre arruinó mis esperanzas de tener a Isabella entre mis brazos.

El segundo día no me esforcé por alejarme de la cama. Las palabras de Agostina me han dejado devastado, Isabella no la trata con el cariño de que la tiene acostumbrada... No llora por mí como yo lo hago por ella, aún más sorprende que no se ría de los chistes de su hermana y demuestre felicidad al estar con su hermana. Mi amiga no sabe que más hacer con sus confusas reacciones. En los allanamientos arriesga su vida sin importarle que tenga a su pequeña hermana al lado. Lo bueno es que no ha corrido peligro y eso me tranquiliza, pero está preocupada por su estado de ánimo. Me agradece sarcásticamente por lo que he hecho con su hermana a la que más se aferra.

Al tercer día decidí tatuarme una parte del cuerpo con algo que me identifique es este momento, en algún futuro Isabella recuerde por lo que hemos pasado, aún sin decirme sus sentimientos pero yo siempre lo supe... Estamos destinados a unir nuestras vidas. Puede sonar cursi, pero mi madre me ha dicho que si llegamos aquí fueron por muchos motivos, una de ellas es porque nunca debimos estar en Estados Unidos, otra que tal vez el futuro de mi hermana y el mío están aquí. Como aún no podía abrir mi empresa, lo dejé solo a Walter en casa y me fui a un estudio de tatuajes.

Una vez que encontré uno cerca de casa y del que no tenía conocimiento, me muestran los dibujos de exposición por lo que elijo a un ángel rendido. Quiero que vea como estoy sin ella a mi lado... Cuando éramos niños, me decía que era un ángel, que me quería por como soy y no por como me veo. Ella tenía sentimientos hacia mí como yo los tenía por ella, solo que no teníamos noción y ahora no espero la hora de decirle que quiero pasar mi vida a su lado y que la amo.

Ya han pasado cuatro días desde que Isabella y Agostina se han ido de la ciudad, mi amiga fue la que se ha comunicado conmigo sobre lo que han encontrado en las estancias. Dice que han secuestrado escrituras de los lugares a nombres míos... Cuando oí esas palabras, me he quedado paralizado. Escondía documentaciones falsas con mis datos personales, excepto la fecha de nacimiento. Me ha dicho que en cuanto lleguen vaya a la comisaría por los detalles, Gálvez no sabe que Agostina me tiene al tanto de lo que han encontrado. No han desarmado las cabañas, también me ha dicho que son de ensueños, digno de pasar el tiempo de descanso allí. Si mi amiga lo dice, no pienso deshacerme de ellas.

Me encuentro en el aeropuerto esperando a su llegada junto a Olivia y Walter. Gálvez me verá como un hombre impaciente pero no aguanto estar con este dolor en el pecho ni mucho menos las noches de insomnios, necesito aclarar que no vine por lo que piensa. Necesito a Isabella, necesito decirle todo lo que me estuve guardando todo este tiempo... Mi corazón se acelera de solo pensar en ella, pero aún me quita más el aliento al verla con su pequeño bolso acompañada de su hermana y Pedro. Su rostro muestra cansancio como el de todos sus compañeros. Mis ojos no se desvían de ella pero no se da cuenta de mi presencia, así que Olivia corre hacia ella y rodea su abdomen con sus brazos por lo que la asusta.

Agostina se acerca a abrazarme, haciendo que mi rostro baje a su hombro y me río cuando se trepa a mi cuerpo como un koala. Aún tengo molestias en el lugar del gran tatuaje pero le hago caso omiso... Viene a mi mente cuando teníamos once años y se trepaba a mi espalda tratándome como si fuese su caballo. Después de tantos días de no sentir nada llega ella con sus locuras de siempre, es la misma Agostina que recuerdo. Cuando apoya sus pies sobre el suelo, levanta su rostro mirándome frunciendo el ceño con su sonrisa.

- A que has extrañado estos afectos...- sonrío asintiendo mientras la abrazo y siento su respiración en mi oído- Tienes que hablar con Isabella, tienen que solucionar el problema que la tiene fuera de sí...- frunzo el ceño intentando entender lo que dijo por lo que abro la boca pero me interrumpe- No digo que está enojada con todo el mundo si es lo que piensas, parece que está pensando demasiado en lo que ha pasado y temo que le pase algo durante las horas de servicio...

- Trataré de hacerlo ahora.- me alejo de ella.

Busco con la mirada a Isabella y cuando la veo que se aleja empiezo a correr como si de eso dependiera mi vida... Aunque a decir verdad lo es. Si no hago que entre en razón de que mi corazón siempre perteneció a ella y que no hice nada con la desconocida, puedo perderla y no quiero que otro hombre entre en su vida... Lo ha hecho uno y lo arruinó de la peor manera, conmigo no será así. Estoy tan perdido en mis pensamientos que termino chocando contra alguien cayendo al suelo y como puedo me ubico debajo de esa persona cerrando los ojos al sentir el impacto de mi espalda contra la misma. Suspiro un par de veces sintiendo las palpitaciones por lo delicado que está la piel, oyendo la risa contagiosa de mi hermana.




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