AISHA SCHMIDT
Árbol...
Otro árbol...
Y muchos más árboles era todo lo que mis ojos observaban.
Solo había oscuridad y árboles, era obvio que nos encontrábamos en el bosque, pero cuál era la necesidad de hacer una fiesta aquí.
El lugar era de esos donde matas a alguien y nadie se daba cuenta hasta muchos días después, así de horrible se sentía.
- ¿Cuánto falta para llegar? -pregunté cansada llevaba más de una hora sentada en este coche que mi trasero ya me pedía ayuda.
-No mucho, ya estamos cerca -Marco me respondió sin despegar la mirada de la carretera.
Eso me había respondido las otras 5 veces que pregunté, ya no sentía mis piernas y cada vez más me preocupaba este lugar ¿a cuál de los tres se le ocurrió hacer esto aquí? sea quien sea, lo iba a matar, este lugar se veía demasiado aterrador, no me mal interpreten sé que amo la naturaleza, pero de noche aterra.
Poco después se empezaron a ver luces y escuchar una música, eso significaba que estábamos cerca, pensaba que sería en alguna cabaña o yo que sé, pero no, esto era una jodida mansión, era de dos plantas y de color blanco, la entrada tenía un camino lleno de luces el cual guiaba a una enorme puerta marrón que estaba custodiada por dos grandes guardias que al vernos nos hicieron pasar enseguida, al entrar no podía creer lo que veía ¡Dios mío! Esto es increíble.
El suelo y las paredes eran de un mármol dorado con blanco, una enorme lámpara se mostraba en todo el centro del salón –estaba segura que está valía más que mi casa– las escaleras se dividían en dos mostrando un poco de la segunda planta la cual no era ajena a la elegancia y a la vistosidad que tenía la casa. Toda la planta baja se encontraba repleta de gente, algunos compañeros de clase y otros simplemente jóvenes de la universidad, al verme entrar todos fijaron su vista en mí y me desearon feliz cumpleaños, les di una pequeña sonrisa como forma de agradecimiento y siguieron en lo suyo. Algunos bebían, otros bailaban y otros simplemente trataban de meterse la lengua hasta la garganta, se preguntarán ¿por qué no decir beso?, porque eso definitivamente no eran besos.
Me acerqué a la mesa donde se encontraban las bebidas y dulces, tomé un poco del líquido rojo que se encontraba allí, tomé un poco y era más dulce de lo que esperaba, visualicé a mis amigos y me acerqué a ellos...
-De quien es esta casa? -pregunté curiosa, aún no creía cierto que alguien tuviera una mansión en medio del bosque, debía ser extremadamente rico para darse un lujo como este.
-De un amigo cercano, no está aquí por unos días así que se la pedimos prestada -Marco responde así sin más, yo sé que él tampoco era de situación económica baja por lo cual esto podía ser normal para él, pero de verdad aún no paraba de pensar en que podía trabajar o ser esa persona para construir algo así ¿Sería un narco? Definitivamente debe ser eso, Lía pareció leer mis pensamientos porque enseguida soltó una pequeña risa.
-Nuestro amigo no es narco ni nada por el estilo, simplemente trabaja muy bien y en una muy buena empresa por lo cual los lujos son lo de menos.
Definitivamente necesitaba conocer ese trabajo podría ayudar económicamente a mis padres, lo hacía pero lo que ganaba en esa cafetería era muy poco como para cubrir todos los gastos, mi padre trabajaba durante horas, en la mañana era un abogado exitoso y en la noche se volvía bartender de un bar que quedaba en un exitoso hotel cinco estrellas, hacia todo esto para pagar mis estudios y sobre todo las quimioterapias de mamá, ella pasaba de hospital en hospital cada vez era menos la esperanza de vida y mi padre hacía lo posible para que ese diagnóstico cambiara, al principio mi madre respondió bien al tratamiento pero luego todo empeoró, los médicos dicen que si quiere seguir con vida deben operarla pero no tenemos el dinero suficiente para pagarlo, el médico dijo que podría aguantar unos meses más pero el dinero aún no llega...
♡~♡~♡~♡~♡
Decidí salir a tomar un poco de aire; en el patio trasero solo habían una que otra persona, al poner mi pie sobre el pasto una brisa fría me recibió, no llevaba nada encima por lo cual me abracé a mí misma tratando de cubrirme un poco, me la había pasado increíble había bailado y bebido un montón pero necesitaba un respiro, mis pies ya no podían más, así que me senté en una banca que encontré, estuve sola unos minutos hasta que alguien se hizo presente en mi radar, era Alex, no sabía cómo había llegado a la fiesta pero durante la noche no me quitó los ojos de encima...
-Hola, puedo sentarme -preguntó señalando el espacio vacío a mi lado, solo asentí y en menos de dos minutos ya lo tenía a mi lado viéndome detenidamente.
-Sabes que tú mirada me incomoda mucho -lo dije tratando de separarme un poco de él, me gustaba, pero su mala fama no me dejaba de atormentar.
-Lo siento, es que eres tan bella que no puedo dejar de verte.
No pude evitar sonrojarme un poco, muchos chicos me lo han dicho y no he sentido nada, pero escucharlo salir de su boca y con la voz grave que tiene simplemente me deja en el subsuelo.
-Te han dicho lo hermosa que te ves con los mofletes ruborizados -aquello lo había dicho con aquella sonrisa que volvería loca a cualquier chica, pero yo no soy cualquier chica así que trate de sonar lo más amable posible...
-Lo he escuchado varias veces -otra brisa vuelve a hacer presencia y esta vez sí empiezo a titilar de frío
-Ten, ponte esto -se quita su chaqueta y me la coloca encima.
-Gracias -le di una cálida sonrisa.
-Si quieres podemos entrar y bailar un rato ¿te parece?
-Claro, me encantaría.
Tomo su mano y me lleva dentro de la casa pasamos un rato bailando y hablando de cosas sin sentido luego me dice que quiere llevarme a un lugar dentro de la casa, pensé que quería mostrarme algún cuadro o jarrón, pero luego de girar hacia un pasillo me di cuenta que no era así, allí no había nadie estaba completamente solo y la luz era casi nula, sentí como posaba sus manos en la parte baja de mi espalda y me pegaba a él...