Matthew
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Cierro el libro y suspiro cansado. Pongo mi índice y pulgar en el puente de mi nariz.
Mierda.
Hoy todo salió mal, Kate me evadió durante todo el día, probablemente perdí el parcial de bioquímica, me dormí a mitad de clase de anatomía y tuve que salir corriendo a mitad de mi última clase solo para ir por Hanna quien se enojó conmigo por llegar tarde. Seguramente debe de andar en su tonta cita con "Joshua".
—Genial... —murmuro para mi.
Me levanto de mi escritorio y me dejo caer sobre la cama, miro el techo falso de mi habitación y mi cabeza no puede dejar de pensar en Hanna y esa maldita cita.
Suspiro.
Necesito dejar de pensar en ella. Con urgencia.
Me levanto de la cama, tomo una sudadera, mi billetera, teléfono, llaves, una gorra y salgo de casa, me pongo la gorra mientras camino hacia la parada del autobús. No espero mucho cuando llega el autobús que necesito, me subo y me hago en la parte de atrás de este, cierro mis ojos echando mi cabeza hacía atrás, dejo salir un suspiro agotador.
Necesito tomar algo... Necesito relajarme...
El trayecto no es largo, pero tampoco es tan corto; llego a mi destino, me bajo del autobús y con las manos metidas en los bolsillos de mi pantalón comienzo a caminar a mi bar favorito, en donde trabajo los fines de semana.
Entro y el sonido de la campana de la puerta anuncia mi entrada, la música está baja y no hay muchos clientes, es entendible, apenas y son las 4:15.
Steven, el dueño del bar, me ve y me saluda desde la barra, camino hacia él, me apoyo en la barra y le devuelvo el saludo.
—¿En qué te puedo ayudar Matthew? —me sonríe de manera amable haciendo ver su rostro más viejo.
Steven es un viejo de 75 años de metro ochenta, tatuado, ex-marine, la mayor parte del tiempo se ve como alguien intimidante, pero tiene un corazón de oro, abrió el bar a sus 38 años, cuando se retiró, ha tenido este bar por más de 30 años, le conozco desde mis 10 años, él es como un padre para mí...
Suspiro, me siento en un taburete frente a la barra.
—Una cerveza por favor. —Steven asiente y me pasa una cerveza fría. —Gracias.
—¿Día difícil? —pregunta mientras seca unos vasos de cerveza.
Asiento.
—No tienes idea de cuanto lo fue. —Tomo mi cerveza, desvío mis ojos a la televisión, pasan un partido de fútbol americano. —Todo me salió mal, Kate está enojada conmigo, me estuvo ignorando todo el día.
—¿Le hiciste algo? —niego ante su pregunta. —¿Entonces?
—Dijo que le gustaba, pero dije que Hanna me gustaba, que ella era una buena amiga pero que Hanna era muy importante para mí, tal vez si hice mal, no lo sé. —suspiro frustrado. —Además de eso Hanna se enojó conmigo por llegar tarde.
Steven se ríe y se aleja para llevar unas cervezas a dos personas que están sentadas al fondo del bar. Tomo mi cerveza mientras veo el partido de fútbol americano, no entiendo el deporte pero es lo que hay. Steven vuelve conmigo, continúo hablando.
—Hanna no tiene derecho a estar enojada conmigo, YO debería estar enojado con ella, tuve que salirme a mitad de mi última clase para no llegar tan tarde por ella. —me paso la mano por la cara. —Pero para ella es más importante el tal Joshua y su primera cita con él.
Steven parece más interesado en lo que digo al escucharme decir un nombre nuevo.
—Si ella se diera cuenta de la forma en la que la miro no estuviera en una estúpida cita con ese idiota. —resoplo, vuelvo a tomar de mi cerveza.
Steven suspira mientras niega con su cabeza y hace un sonido raro de negación.
—¿No te gusta que Hanna salga con alguien que no seas tú? —pregunta, golpeo la barra llamando la atención de los pocos clientes.
—Claramente me molesta, me gusta Hanna, yo amo a Hanna, el tal Joshua no. —afirmé.
—Ahora compartes el mismo sentimiento que Kate siente, por eso está enojada contigo. —golpea mi frente con dos de sus dedos. —Y sobre el enojo de Hanna... Bueno... Es una adolescente Matthew, debe de estar ilusionada con su primera cita. —se encoge de hombros restándole importancia.
Ahg.
Suspiro frustrado. Yo quiero ser su fucking primera cita.
—¿Tienes cigarrillos? —Steven me sonríe, como si esperara que se los pidiera, me da una cajetilla de cigarrillos, un encendedor y me señala la puerta trasera. —Ya vuelvo.
Salgo del bar frustrado y enojado, ahora comprendo como se siente Kate, pero no es lo mismo.
Enciendo el cigarrillo y en la primera calada siento como mis músculos se relajan, el cigarrillo es malo, pero me importa una mierda, esto me relaja. Apoyo mi cuerpo contra la pared de ladrillos y observo el cielo mientras sigo fumando, hace algo de frío y parece querer llover, debí traerme un paraguas.
Miro la hora en mi reloj, 4:55, no es muy tarde, probablemente llegue a casa antes que mamá. Pasan algunos minutos y me termino el cigarrillo, tiro la colilla al suelo y lo piso con mi zapato para apagarlo por completo, enciendo otro cigarrillo.
Me siento menos tenso mientras me fumo el segundo, dejo escapar el humo de mis pulmones junto a un suspiro mucho más relajados que los últimos. Comienzo a sentir la vibración de mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón, no voy ni siquiera por la mitad del cigarrillo.
Uhg.
Saco mi teléfono y siento como si escuchara los latidos frenético de mi torpe corazón. Le doy otra calada al cigarrillo esperando calmar el repentino nerviosismo, contesto la llamada.
—¿Hola?
—Matt... Te necesito... —su voz se escucha baja, casi rota, como si estuviera a punto de llorar.
¿Me necesitas? ¿Solo me llamas cuando me necesitas? Es lo que quiero decir, pero soy un cobarde, no puedo tratarla de esa forma, no me lo perdonaría. Me trago mis palabras.
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Editado: 09.11.2024