Castigos, una maldita lluvia de castigos cayeron sobre mí.
Todos esos castigos me dejaron de importar en cuanto mamá dijo que terminara mi relación con Josh, en cuanto me castigó, en cuanto me gritó. Sus palabras fueron como cuchillos apuñalando mi débil corazón.
¿Cuándo llegará ese día? El día en el que mamá deje de tratarme como una niña. ¿Cuándo podré liberarme de estas cadenas invisibles? ¿Cuándo cumpla la mayoría de edad? ¿Cuándo me case? ¿Qué se supone que debo de hacer? Ya no puedo más, estoy harta de esta mierda, harta de sentirme como una niña pequeña sin voz ni poder.
Esperé pacientemente a que no se escuchara ningún ruido en casa, una vez eso ocurrió caminé por la casa, con cada paso que daba la sangre se me helaba, el miedo de ser descubierta hacía que mi corazón latiera desbocado mientras, abrí la puerta y salí victoriosa de casa, tuve que pedir un taxi para poder llegar a la fiesta, pero… ¿Qué es un pequeño pago en comparación con ver a Joshua? No importaba el precio, tenía que llegar a esa fiesta, era mi única oportunidad de sentirme viva junto a Josh.
En cuanto llegué la fiesta estaba en su máximo apogeo, la música vibraba en mi cuerpo, las luces cegadoras que me envolvían en su torbellino, no pude evitar sentir una ola de emociones que me invadía al pensar en encontrarme con Josh. Recorrí la casa buscándolo, no le podía enviar un mensaje porque no tenía teléfono, pero estaba bien, sería toda una sorpresa para él en cuanto me viera. Pero para mi suerte o mala suerte me encontré primero con Easton, este me miró con una sonrisa burlona que me hizo sentir como un insecto bajo su mirada, aun así me hizo seguirlo, supuse que me guiaría a Josh así que lo seguí.
—¿Dónde está Josh? —pregunté siguiéndolo.
—No sé, le enviaré un mensaje y él llegará con nosotros. —respondió calmado. —Relájate, estás muy obsesionada con él.
—Eso no es cierto. —repliqué apretando los puños con fuerza, conteniendo la rabia que me quemaba por dentro.
—Pequeño hámster. —se giró y me miró. —Te has descuidado ¿No lo ves? —señaló mi vientre, rápidamente me tapé.
Me sentí humillada por sus palabras, como si mi cuerpo fuera un objeto para su burla, había estado comiendo menos para que dejaran de llamarme hámster, ratón o que me dijeran gorda, supongo que realmente no funcionó. Apreté los dientes mientras sentía como la ira me invadía, nublando mi juicio por completo.
—Soy una persona, Easton, y merezco respeto, no me trates como una niña.
Él ladeó la cabeza antes de sentarnos en la isla de la cocina, él me ofreció una lata de energizante totalmente sellada, la acepté, ambos nos quedamos en total silencio, yo bebiendo la lata de energizante y él tomando otra lata de energizante, pero observándome en silencio, me removí incómoda ante su mirada.
—¿Y Josh? —pregunté viendo su teléfono en la mano.
—No responde todavía. —responde sin siquiera revisar su teléfono, solo me miró desinteresado. —¿Qué haces aquí pequeño hámster? ¿No deberías estar durmiendo?
—Deja de tratarme como a una niña. —dije tajante. —Yo hago lo que quiero.
—¿Y en verdad querías venir a esta fiesta? Hazte un favor y termina con Joshua, él no es alguien que vaya bien contigo.
Al escuchar esas palabras algo en mí se encendió, me levanté y miré con enojo a Easton.
—¿Y tú qué sabes? Josh me ama y yo lo amo.
—¿Si? Te lo ha dicho, pero ¿Te lo ha demostrado? —dijo burlón, no pude soportar la ira y le tiré lo que quedaba del energizante en la cara, él cerró los ojos por unos segundos. —Cuidate bola de algodón.
Dijo eso a la par que se levantaba y se iba de la cocina dejándome ahí sola. Apreté mis manos, tomé aire y salí de la cocina en busca de Josh; decidí subir las escaleras en donde había un montón de personas besándose, estaban a punto de… Uhm… Ya saben… Hacer eso en medio de las escaleras.
Pisando el último escalón me encontré de frente con Joshua, pero él no estaba solo, estaba con aquella chica que me dice ratón, su nombre creo que era Leila. Ella en cuanto me vio me regaló una sonrisa no muy amigable, las manos de él estaban enredadas en la cintura de ella, los sentí tan cerca que mi corazón se hizo añicos, las palabras de Easton resonaron en mi mente como una sentencia de muerte “¿Te lo ha demostrado?”. Leila tomó del brazo a Joshua, lo acercó a sus pechos, le susurró algo, volvió a sonreír y luego se fue. Miré a Joshua, tenía el cabello algo desordenado, y se veía algo sudado.
—¿Ella y tú…? —no pude terminar de hablar cuando las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos sin control, ahogando mi voz en un mar de dolor.
—Ven conmigo. —dijo tomándome de la mano y llevándome a una habitación que resultó ser un baño, la música retumba a lo lejos, pero para mí el mundo se ha detenido. —¿Crees qué te engañaría? —preguntó mirándome con intensidad.
No pude responder, mi mundo se había derrumbado a mi alrededor, dejando solo pedazos de un amor que creía real, Joshua me tomo la cabeza obligándome a verlo a los ojos, me mordí el labio nerviosa ante su pregunta, realmente no sabía que pensar, pero sí sabía que la cercanía que tiene con algunas chicas, como con Leila y aquella chica que vi junto a él la última vez me hacían dudar de nuestra relación.
—¡Mírame, Hanna! Soy yo, Joshua. Yo te amo y tú lo sabes. —elevó su voz, con un tono desesperado acorralándome en el lavabo, evadí su mirada. —Tú eres mi chica, Hanna. —me susurró al oído. —La oficial, y todos lo saben, no te engañaría.
—Pero... la vi contigo… —susurré ahogando un sollozo.
—¡Fue un malentendido! Ella solo me saludó. ¡Tú eres la única que me importa! —dijo tomando mi rostro entre sus manos, forzándome a mirarlo.
—No puedo evitar sentirme celosa... siempre estás cerca de otras chicas… —lágrimas comenzaron a caer.
—Eres mi chica, Hanna. Mi princesa. La única que tiene mi corazón. —susurró Josh cerca de mi oído haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo.
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Editado: 09.11.2024