Cuando encontramos a la persona indicada, esa que no sacas de la cabeza, que te acelera el corazón, la que te hace sentir en el estómago un vacío parecido a tener mucha hambre - perdón por la comparación- pero uno desea escribir y contar lo que nos ahoga y trata de salir sin importarle en donde estés, con quien, en qué momento e incluso no importa el entorno social al que pertenecemos y es que esa es mi situación, una mujer enamorada de alguien que no debe, por ser mal visto de la sociedad.
Por eso tome la decisión de escribir tan solo una, donde no me de vergüenza expresar lo que siento, nunca le llegara estas declaración que me encuentro escribiendo, esta carta que llevo redactándola por más de una hora, en un papel desgastado color amarillo, mis manos llenas de tinta y ni hablar de mi vestido - mi nana me va acabar - es la mejor decisión que estoy haciendo, escribo como si estuviera al lado mío, sus ojos negros escudriñándome a cada movimiento que hace mi muñeca, su sonrisa delatando esos hoyuelos que se le hacen en cada una de sus mejillas, el solo pensarlo, me hace suspirar, se acelera mi corazón y me veo sonriendo hacia la ventana que tengo a mi izquierda, mientras tengo ese momento de pérdida del espacio y tiempo, escucho a lo lejos que le llaman, me asomo con recelo de que me vea, entonces aparece, con su camisa blanca, pantalón café, botas de montar y su particular desorden en su cabello, se le acerca a mi padre que le entrega las riendas de dos caballos recién adquiridos en el pueblo - ese es el problema - para ellos, no para mí.
Mi padre se llama Carlos Monter, hacendado adinerado de Portugal, se rige de una manera estricta, toda alianza, negocio, amistades y cualquier cosa que genere buena imagen, poder y expansión económica, se debe hacer si o si, yo no soy de esa manera.
la unión de mis padres fue por conveniencia, pero ella se ve enamorada, me imagino que con el tiempo se acostumbró, mi padre llega contando las nuevas, de que un viejo amigo compro la hacienda Cuña y vendrá mañana en la noche para darle una buena bienvenida, luego de la cena me voy a leer un rato en el pórtico, me gusta ver las estrellas mientras mi mente viaja con cada párrafo, palabra, aventura y todas las cosas maravillosas que tienen para darnos en cada página. Estoy terminando de leerme el Conde de Monte Cristo, me siento observada y eso me hace levantar la mirada, me encuentro con Marcos.
seguimos con la lección de las letras y frases simples, con pequeñas lecturas que hace del libro que le preste - ha mejorado bastante- me demoro más de la cuenta y llega Aris, mi nana, se une a nosotros media hora más, pero llega mi padre y lo retira con educación, pero no se le nota alegre.