Solsticio

CAPITULO I " SKYLER"

CAPITULO I

 

Quien sabe, quizás en otra vida habré sido otra persona, quizás mi madre jugo feo con el destino y hoy yo pago su karma.

Cada noche pienso que ha sucedido conmigo, siempre me pregunte porque sabía cosas que otros no, o porque podía hacer cosas que nadie más podía. pero jamás pensé que este tipo de poder fluyera en mí.

Era una niña feliz, aun cierro mis ojos y recuerdo a mis padres juntos cuando yo aún era su hija adorada, la llegada de mi pequeña hermana que ilumino mi vida, ella lo es todo para mí, pienso, la pienso y la extraño.

Recuerdo mi niñez y adolescencia cuasi perfecta, mis compañeros de escuela, el grupo de música, los chicos del barrio (busco sus rostros en mi memoria identificando sus risas junto a mi) Seth el niño que cuidaba en mis tardes libres y a el chico de mis sueños, Eliot…aun me cuesta recordar su nombre, ese muchacho lindo, tierno e inteligente que volvería loca a cualquier adolescente, por el me despertaba cada mañana y afrontaba el suplicio que solía ser la escuela, recuerdo cuando lo conocí, era una tarde fría de las primeras heladas que comenzaban a caer por el invierno, yo andaba en mi bicicleta cuando su pelota de basket golpeo mi rueda haciéndome caer bruscamente al pavimento cuando trataba de incorporarme una mano amigable se colocó frente a mi intentando en un gesto amable y dulce ayudar a pararme pero, mi temperamento gano la partida haciendo que saltara para sacudir mi ropa, entre quejas y reclamos el solo aguardaba a que yo hiciera mi descargo, cuando ya había hecho salir fuego de mis labios me detuve y logre verlo, parado frente  a mí, quieto, casi sonriendo. Recorrí con mis ojos ese cuerpo atlético sus brazos, su amplia espalda, despacio hasta centrarme en ese rostro angelical y masculino, cuando vi sus enormes ojos miel me perdí en la inmensidad de su transparencia y al sonreírme caí tendida por completo a su encanto. Me acompaño a casa y desde ese día nos veíamos siempre, nuestro amor crecía más allá de nuestra corta edad, todo era color de rosas hasta mis 16 años; él tenía 18 y ambos estábamos terminando la preparatoria. yo adelante dos había logrado adelantarme dos años por mis promedios.

Mis padres eran profesionales y trabajaban casi todo el día, salían a trabajar y mi hermana quedaba a mi cargo yo la cuidaba hasta que ellos llegaban por la tarde noche, mi madre era abogada y trabajaba en un gran buffet, en cambio mi padre tenía un empleo mediocre de contador, pero alcanzaba a pagar las cuentas, teníamos una buena vida económica, pero mi madre siempre quiso más. Solía hacer grandes fiestas para sus jefes y compañeros de trabajo, siempre intento involucrar a   mi padre, pero él era de perfil bajo, mi hermana y yo no compartíamos de esos eventos ya que según mi madre molestábamos a los invitados. En una fiesta de fin de año ella cambio de opinión, su jefe el dueño del buffet de abogados había traído a sus hijos Luca de 21 años y Santiago de 15 años,  mi madre nos presentó advirtiéndome que los acompañara toda la noche, que los hiciera sentir cómodos, Santiago era un muchacho tímido en cambio, Luca era perturbador causaba en mi escalofríos, era inexplicable lo que lograba en mí, le temía, cada vez que se acercaba intentaba tocarme, así sea solo un rose y eso hacía que  me incomodara  por completo casi al nivel de sentir repulsión.
Recuerdo que la fiesta termino a las 6 de la mañana, todos borrachos; mi hermana y yo nos encerramos en mi cuarto para evitar cruzarnos  a esos jóvenes, pero más en especial a Luca.
nos levantamos como todos los días, prepare nuestro desayuno como siempre que mama hacia ese tipo de eventos ya que papa nunca se encontraba en casa. Tuve que cocinar entre medio de trastes sucios y personas desconocidas recostadas por todas partes.
esto era insostenible, tenía que hablar con papa urgente…

  Un portazo se escuchó en la casa e Israel dejo de lado el control remoto para ver como su hermana entraba en el salón, echando chispas por los ojos, literalmente.
- Skyler, ¿qué pasa? ¿Estás en tus días? -bromeo la niña de pelo negro y ojos castaños mientras se volvía a concentrar en el programa de televisión que miraba en esos momentos.
Skyler suspiro e intento relajarse, mientras dejaba su bolso sobre uno de los sillones color tostado que había en el salón e iba a la cocina, recogiéndose su melena rubio claro por el camino en una coleta mal hecha para que no le molestase a la hora de cocinar.
Skyler era una chica de apenas dieciséis años, con la piel blanca levemente bronceada y con unos hermosos ojos celestes que hacían contraste con el color rubio y largo de su pelo.
Al contrario, su hermana era una chica debilucha y alta, de piel morena y cabellos cortos negros, mientras que sus ojos eran de un color castaño achocolatado muy lindo, y a pesar de llevarse seis años de diferencia entre ellas en tanto en apariencia como por dentro no eran del todo distintas.
Ella era muy cauta y siempre tenía que tener un plan a la hora de hacer algo mientras que Sky iba improvisando sobre la marcha y era de las que se enfadaban fácilmente.
- Israel... ¿te has tomado mi jugo de naranja? -pregunto Sky, saliendo de la cocina con un vaso de agua y con el ceño fruncido.
-Que va, nena, ese fue Tomas -respondió Israel mientras apagaba el televisor
La chica de ojos celestes gruño una maldición y se sentó en el sillón al lado de su hermana, la cual paso uno de sus brazos alrededor de los hombros para darle cariño.
Tomas Somert era un hombre alto y en cierto modo atractivo, moreno y de cabello castaño y con ojos azules aparte, de ser el jefe de trabajo de su madre, siempre trato de incluir de una forma impositiva a sus hijos. Podría parecer un hombre vistosísimo y así era, pero para ellas era solo una persona que había ido a destruir a su familia, pues, aunque casi nunca estaban con su padre por el hecho de que este se la pasaba trabajando hasta altas horas de la noche, sentían que eran una familia y el hecho de tener que soportar casi todos los días al inaguantable de Luca y a Santiago, hacia que extrañaran con fervor los fines de semana, que eran los días que convivían con Bruno, su padre. 




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