Soltera divorciada

Árbol

Mientras veíamos la película que Adam eligió, Alejandro estaba sentado en la fila de atrás. 

Nos había seguido hasta el cine y había comprado las mismas entradas que nosotros, cuando Adam me decía algo al oído para que Alejandro no lo escuchara, Alejandro nos aventaba dulces o palomitas para molestarnos. 

Ni siquiera había puesto atención a la película, creo que no era muy buena, había tenido mucha polémica mientras se rodaba, la Actriz principal era muy pesada y su productor, Alexander Maldonado no podía despedirla, aunque la actriz era muy bonita y era la más popular del momento. 

Me gustaba pensar en cosas que no tuvieran que ver con mi vida para escapar de esta sala de cine que sólo me traía tensión. 

¿Debía ser hoy? ¿Hoy debía de alejarlo? 

—¿Qué piensas? — Adam susurró acercándose a mi oído. 

—¡Ey, ey, ey! — Alejandro gritó siendo abucheado por todos los demás de la sala. 

— Creo que voy al baño, mejor. — Me acerqué a su oído para susurrarle y a cambio recibí una bofetada de palomitas de caramelo, las favoritas de Alejandro. 

Salí de la sala y me apresuré al baño, me mojé el cabello y la cara, me sequé la cara con papel de baño y tomé mi maquillaje para retocar lo que se había corrido por el agua y por llorar mientras comía con Adam. 

Cuando salí, me topé con Alejandro justo en la puerta del baño. 

—Oye. — Quise pasar a su lado ignorándolo pero él me tomó del brazo. 

—¿Qué quieres? — Me quité de su agarre. 

— Dijiste que hoy saldrías conmigo, que tendríamos una cita. — Me recordó. 

—Te dije que hoy no. — Traté de irme pero Alejandro me detuvo de nuevo. 

—Debes cumplir todo lo que dices y dijiste que saldrás conmigo, debes hacerlo también. — Me regañó. 

—Ya es muy tarde, está a punto de oscurecer y no tengo hambre. — Traté de evitar salir con él. 

—Podemos hacer otra cosa. — Se encogió de hombros. 

—Pero estoy ocupada. — Pensé en Adam. 

—Nada es más importante que yo, vámonos. — Alejandro me tomó de nuevo y me arrastró hasta su auto, yo intenté zafarme pero él no se rendía. 

Cuando estuve dentro del auto me di por vencida, me lastimé las uñas intentando aferrarme a cada columna que se cruzaba en mi camino. 

Saqué mi teléfono para enviarle un mensaje a Adam pero ya tenía un mensaje de él hace unos minutos. 

"No te preocupes, lo ví todo. Espero te vaya bien, lamento la situación."

Guardé mi teléfono, Adam estaba cumpliendo su palabra de ser mi amigo y lo agradecía cien porciento. 

—¡Ánimo! — Alejandro encendió el auto pareciendo muy feliz. — ¿Qué pasa?¡Ponte contenta! — Aceleró y yo sólo quería terminar con todo, era más difícil cada segundo que avanzaba. — Es bueno salir, tener citas con la persona que amas para que no se pierda el amor y para no caer en la costumbre. — Alejandro no quitaba la vista del camino mientras me hablaba. — Hay que distraernos y despejarnos de todo. ¿Qué sería de nosotros si sólo nos viéramos en secreto en la azotea? — Parecía bromear. — Aunque admito que era muy divertido vernos en secreto, ahora ya tenemos recuerdos en todas partes, si estoy trabajando pensaré en ti y me harás feliz. — Sonrió, yo sólo lo miraba un poco más cómoda, se borraba de mi mente el plan y me sentía bien, sentía las mariposas en el estómago y mi corazón se aceleraba cuando Alejandro hablaba de nosotros. — ¿O quieres que sigamos viéndonos en secreto? ¿Así sería más emocionante?

— Claro que no. — Contesté de inmediato. — Por suerte ya no regreso la próxima semana. — Suspiré y Alejandro me miró por un segundo, su cara reflejaba confusión. 

—¿Ya renunciaste? — Miraba el camino de nuevo. 

—Ya, ya no nos veremos más en la empresa. — Yo miré el camino también. — Y te diré algo, me alegra haber renunciado. 

—Bien. — Alejandro pareció aceptar mis palabras. — Ya que no tienes trabajo ahora… ¿Nos vamos de vacaciones? — Parecía que tuvo la idea en ese momento.  — Hay que celebrar. 

—¿Celebrar? — Lo miré confundida. 

—Que estamos juntos. — Contestó con simpleza. — Hemos pasado por mucho, pero el destino nos quiere juntos, el amor que sentimos no lo puede arruinar nadie… Ana, nos amamos, tenemos años juntos y por eso mismo recuerdo que siempre quisiste viajar en avión e irte de vacaciones fuera del país. Antes sólo podíamos ir a la playa más cercana pero ahora puedo llevarte al país que tú quieras. 

—Ni siquiera se te ocurra. — Mi voz sonó chillóna, como la típica mujer amargada que arruina los mejores planes. — ¿Cómo se te ocurre que debemos irnos de vacaciones? ¡Lo que debes hacer es trabajar duro! ¡La empresa te necesita! 

—Ya trabajé duro por muchos años, ahora debo disfrutar un poco para ser feliz, recuerda que hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar. — Alejandro no dejaba la sonrisa y el tono anhelante. 

Me quedé callada unos segundos y el sentimiento de tristeza sombría reapareció al recordar lo que debía hacer. 

— Oye… — Lo llamé.

—¿Sí? — Me miró un segundo rápidamente y regresó su vista al camino. 

—Tengo algo que decirte, es realmente muy important… — Alejandro prendió la radio y ésta sonó muy fuerte sobresaltándome. 

—¡Perdón! — Gritó sobre la música y rápidamente intentó bajarle. — Perdón, es que quise poner música de fondo para nosotros y no recordaba que estaba tan fuerte. 

—No te preocupes. — Sonreí amargamente, me salvó la campana. 

—¡Wow! ¿Escuchas? ¡Es la canción que pusieron en la película de cincuenta sombras de Grey! — Alejandro señaló la radio sonriendo. — En esa película hay escenas en el elevador. 

—¿Y? — No entendí su punto. 

—¡El elevador! ¿Sabes? Deberíamos intentar algo en él, sería emocionante. 

—¿¡De qué estás hablando!?— Lo golpeé en el hombro, me puse roja de aquella sugerencia. — Además, los elevadores tienen cámaras. — Le recordé. 

— Entonces tú también lo has pensado… has analizado la posibilidad. — Alejandro sonrió abiertamente. 



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En el texto hay: comedia, romance, venganzayamor

Editado: 26.12.2020

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