Esta es otra noche donde se juntaron mi rencor, malos días, fracasos, mi maña de escribir con una botella de ron sin hielo, di soltura al lápiz y comencé a escribir…
Saqué punta a mi lápiz, saqué de mi biblioteca un cuaderno usado para poder sacar el resentimiento que suprime mi raciocinio. Esto no es más que el cúmulo de pensamientos en mi contra, que han pasado meses encerrados en mi mente esperando el momento de debilidad para nutrirse de mi orgullo, una vez sueltos son tan grandes que desencadenan un caos espiritual que rara vez puedo contener… O que quizá no quiero contener, en este estado es cuando brotan de mi mente versos tan puros como la conciencia de un neonato.
Un día más donde se juntaron sentimientos y el medio de desahogo un lápiz y un papel, días como este quisiera poder desconectar mi mente y así evitar el mar de pensamientos que asaltan mi mente, aprovechándose de mi debilidad en momentos como este, pensamientos que van únicamente dirigidos en mi contra. Todos aquellos grandes pensadores que dijeron que nosotros mismos éramos nuestro primer enemigo, tenían razón… Nadie, en toda tu existencia tendrá el poder de dañarte tanto como lo hará tu intelecto una vez se ensañe de manera tan voraz que terminarás creyendo todos esos pensamientos por más errados que estén, y no habrá nadie que te haga cambiar de parecer.