El sol apenas empezaba a despuntar en el horizonte cuando Ethan Hart comenzó su rutina diaria. La luz dorada de la mañana llenaba su modesto apartamento, situado en un barrio tranquilo al borde de la ciudad. Los muebles eran sencillos y funcionales, reflejando la personalidad práctica de su dueño. En una esquina, una pequeña mesa de trabajo estaba abarrotada de documentos y libros sobre iniciativas comunitarias, testimonio de su dedicación al servicio de los demás.
Ethan se preparó un café y se sentó junto a la ventana, disfrutando del silencio matutino. Había algo profundamente satisfactorio en estos momentos de paz antes de que el bullicio del día comenzara. Sus pensamientos volaron a la gala de la noche anterior y al misterioso Lucian Evernight. A pesar del magnetismo indudable de Lucian, Ethan había sentido una inquietud latente durante su conversación. Había algo oscuro en él, una intensidad que no podía ser ignorada.
Mientras Ethan se preparaba para salir, Lucian, en su opulenta mansión, no podía dejar de pensar en el joven que había conocido la noche anterior. La indiferencia de Ethan hacia su encanto le había dejado perplejo y fascinado.
Sentado en su amplio despacho, Lucian comenzó a investigar sobre Ethan, utilizando todos los recursos a su disposición. Pronto descubrió que Ethan había dedicado su vida a ayudar a los más desfavorecidos, trabajando incansablemente en proyectos comunitarios y organizaciones benéficas. Todo desde temprana edad ya a sus tan solo diesciocho años ya se rencontraba dedicado a esa organización benéfica.
Lucian contrató a un investigador privado para obtener más información detallada y específica sobre Ethan. Quería saber todo sobre él: sus rutinas, sus relaciones, sus debilidades. Esta obsesión naciente impulsaba a Lucian a buscar el control, algo que siempre había tenido sobre todo a su alrededor, pero que parecía imposible de lograr con Ethan.
Mientras tanto, el joven rubio continuaba con su vida habitual, ajeno a la sombra que comenzaba a proyectarse sobre él. Pasaba sus días organizando eventos benéficos, visitando comunidades en necesidad y coordinando esfuerzos con otras organizaciones. Su genuino deseo de ayudar era evidente en cada acción, y su carácter afable hacía que fuera querido por todos aquellos que le conocían. Además Ethan se destacaba por su sonrisa, tan hermosa como emcantadora.
Unos días después de la gala, Ethan se encontraba en un pequeño centro comunitario, supervisando la entrega de alimentos y suministros para familias necesitadas. El lugar estaba lleno de actividad y risas de niños jugando, pero Ethan sentía una inquietud inexplicable, como si alguien lo estuviera observando. Sacudió la sensación y se concentró en su trabajo, ayudando a una anciana a cargar bolsas de comida.
De repente, sintió una presencia a su lado. Levantó la vista y, para su sorpresa, vio a Lucian Evernight de pie junto a él, perfectamente vestido incluso en un entorno tan modesto. Los ojos celestes de Lucian brillaban con una intensidad que hacía que los demás a su alrededor parecieran desvanecerse.
- Ethan - dijo Lucian con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos - qué coincidencia encontrarte aquí.
- Lucian - respondió Ethan, sin ocultar su sorpresa -¿Qué te trae por aquí?
- He oído hablar de tu trabajo y quería verlo de primera mano - dijo Lucian, con un tono suave pero cargado de una intención que Ethan no pudo descifrar - Me parece admirable lo que haces.
Ethan forzó una sonrisa, sintiéndose incómodo bajo la intensa mirada de Lucian.
- Gracias. Siempre hay algo que se puede hacer para ayudar.
Durante las semanas siguientes, Lucian continuó apareciendo inesperadamente en los lugares donde Ethan trabajaba. A veces era para hacer donaciones generosas, otras simplemente para observar desde las sombras.
Cada encuentro aumentaba la tensión entre ellos. Ethan sentía cada vez más que Lucian no solo estaba interesado en su trabajo, sino que tenía una fijación peligrosa con él.
Una noche, después de una larga jornada en el centro comunitario, Ethan caminaba de regreso a casa. La calle estaba tranquila y las luces de los postes creaban un ambiente sombrío.
De repente, escuchó pasos detrás de él. Se giró rápidamente y, aunque no vio a nadie, la sensación de ser observado se intensificó. Aceleró el paso, su corazón latiendo con fuerza, y llegó a su apartamento sintiendo una mezcla de miedo y frustración.
Lucian, desde las sombras, observó cómo Ethan entraba apresuradamente en su edificio. Había algo emocionante en la vulnerabilidad que mostraba, un contraste fascinante con la fuerza interior que había percibido en él. La obsesión de Lucian se profundizaba con cada día que pasaba.
Un día, en una reunión del consejo de la organización benéfica, Ethan fue llamado a una sala de conferencias. Al entrar, se encontró con Lucian sentado a la mesa, rodeado de los miembros del consejo. La sorpresa fue evidente en el rostro de Ethan, pero se recompuso rápidamente.
- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó Ethan, mirando a su alrededor.
- Lucian ha decidido hacer una donación significativa a nuestra organización - explicó uno de los miembros del consejo -Queríamos discutir los detalles contigo.
Ethan se sentó, tratando de mantener la calma. Durante la reunión, Lucian dirigió la conversación, ofreciendo grandes sumas de dinero a cambio de una mayor influencia en las decisiones de la organización. Ethan sintió un nudo en el estómago; sabía que aceptar significaría ceder el control a alguien en quien no confiaba.
- Tu oferta es generosa, Lucian - dijo Ethan finalmente - pero nuestra independencia es crucial para el trabajo que hacemos.
Los miembros del consejo parecían divididos, y Lucian, aunque mantenía su compostura, dejó entrever un destello de frustración en sus ojos.
- Ethan- dijo Lucian suavemente - todo lo que quiero es ayudar. Pero entiendo tu preocupación. Quizás podamos encontrar un término medio.