Ethan estaba decidido a no dejar que Lucian ganara. Sabía que rescatar a Lucas requeriría no solo fuerza física, sino una preparación psicológica intensa. Las noches eran largas y llenas de pesadillas, pero cada amanecer traía una nueva determinación. Ethan sabía que debía enfrentarse a sus propios miedos antes de poder enfrentar a Lucian.
El rubio comenzó a practicar la meditación, buscando calmar su mente y encontrar un centro de fuerza interior. Las técnicas de respiración y los mantras lo ayudaban a mantener la claridad en medio del caos. Se obligó a mantener una rutina, despertándose temprano cada día para meditar y luego dedicarse al arte.
Sus dibujos y pinturas se convirtieron en un reflejo de su lucha interna. El arte, siempre su refugio, ahora era una forma de liberar sus emociones y de encontrar la fortaleza que necesitaba para lo que estaba por venir. Cada trazo del lápiz y cada pincelada eran un paso más hacia la sanación y la preparación para la batalla.
Ethan sabía que necesitaría más que fuerza interior para rescatar a Lucas. Decidió buscar el apoyo de Javier, el investigador privado que había sido su aliado anteriormente. Se dirigió a la oficina de Javier, sus pasos firmes pero su corazón lleno de una mezcla de esperanza y temor.
— Javier, necesito tu ayuda una vez más — dijo Ethan, entrando en la oficina con una expresión determinada — Lucas ha sido secuestrado por Lucian. Tenemos que salvarlo.
Javier lo miró con seriedad, asintiendo lentamente.
— Sabía que Lucian no se quedaría de brazos cruzados. Tenemos que actuar rápido y con inteligencia.
Javier y Ethan se sentaron a elaborar un plan. Javier comenzó a contactar a sus fuentes, buscando cualquier pista sobre el paradero de Lucas y reuniendo más pruebas contra Lucian. Sabían que necesitarían apoyo legal para fortalecer su caso y posiblemente involucrar a las autoridades.
Ethan también buscó la ayuda de un abogado especializado en casos de acoso y secuestro. La tensión emocional era palpable mientras explicaba la situación al abogado, sintiendo una mezcla de vulnerabilidad y desesperación.
— Tenemos que ser cuidadosos — advirtió el abogado — Lucian es poderoso y tiene muchos recursos. Necesitamos construir un caso sólido y encontrar una manera de proteger a Lucas y a ti mismo.
A medida que avanzaban los días, Ethan trabajaba incansablemente junto a Javier y el abogado, enfrentando momentos de duda y temor.
Cada vez que sentía que la desesperación lo abrumaba, regresaba a su meditación y al arte, recordándose a sí mismo por qué estaba luchando.
Las noches seguían siendo difíciles. Ethan se encontraba despierto a menudo, mirando el techo y pensando en Lucas. Se preguntaba si estaba sufriendo, si aún mantenía la esperanza.
La culpa y la rabia lo invadían, pero sabía que no podía dejarse consumir por esos sentimientos. Necesitaba mantenerse fuerte, no solo por él mismo, sino por Lucas.
Una tarde, Javier llegó con una noticia.
— He encontrado una posible ubicación — dijo, mostrando un mapa a Ethan — Una propiedad en las afueras de la ciudad que Lucian ha utilizado antes. Es posible que esté reteniendo a Lucas allí.
Ethan sintió una oleada de esperanza y ansiedad.
— ¿Estás seguro?
— No podemos estar seguros al cien por ciento — respondió Javier — Pero es nuestra mejor pista hasta ahora. Necesitamos preparar un plan de acción.
Ethan sabía que el tiempo se estaba agotando. Cada momento que Lucas pasaba en manos de Lucian era una tortura, y debía actuar rápidamente. La preparación mental y emocional que había realizado le daba una sensación de control, pero la tensión era constante.
Mientras miraba el mapa con Javier, Ethan se dio cuenta de que esta era su oportunidad para cambiar las cosas. No podía permitirse fallar. La vida de Lucas y su propio destino dependían de su capacidad para mantenerse fuerte y decidido.
Con un profundo suspiro, Ethan levantó la mirada, sus ojos llenos de determinación.
— Vamos a salvar a Lucas — dijo con firmeza — Y vamos a acabar con Lucian de una vez por todas.
La batalla estaba lejos de terminar, pero Ethan estaba preparado para enfrentarse a cualquier desafío que se interpusiera en su camino.
La chispa de esperanza en su corazón seguía ardiendo, y estaba dispuesto a luchar con todas sus fuerzas para rescatar a su amigo y reclamar su vida.
Pero no todo era luz y esperanza. En la oscuridad de la mansión de Lucian, el ambiente era opresivo y pesado. La vasta propiedad estaba en silencio, interrumpido solo por el eco de los pasos de Lucian mientras recorría los pasillos. En una habitación aislada y sin ventanas, Lucas estaba sentado en una silla, encadenado no solo física, sino también mentalmente.
Lucian entró en la habitación, su presencia imponente llenando el espacio. Observó a Lucas, quien mantenía la cabeza baja, sin fuerzas para levantarla. Su aspecto era sombrío, con los ojos apagados y la expresión vacía. Lucas, quien una vez había mostrado resistencia y coraje, ahora era una sombra de su antiguo yo.
— Lucas — dijo Lucian suavemente, acercándose — O debería llamarte Ethan, ya que ese es el nombre que prefieres ahora.
Lucas no respondió, sus ojos fijos en el suelo. Lucian sonrió, disfrutando de su victoria. Se inclinó hacia Lucas, levantando su barbilla con un dedo para obligarlo a mirarlo a los ojos.
— Has sido un buen chico — continuó Lucian, su tono condescendiente —Has aprendido tu lugar, y ahora eres exactamente lo que siempre quise: un muñeco sin voluntad propia.
Lucas parpadeó lentamente, pero no había chispa en sus ojos, ninguna señal de resistencia o lucha. Había sido quebrado completamente, reducido a una marioneta bajo el control absoluto de Lucian.
Sus pensamientos eran confusos, una mezcla de miedo y sumisión. Ya no sabía quién era realmente; su identidad se había disuelto bajo la presión constante y las torturas psicológicas.