Ethan se encontraba en su estudio, un refugio de creación y tormento. El reciente descubrimiento de la traición de Lucas había desgarrado su alma, dejando una herida profunda que se resistía a sanar. Cada pensamiento sobre Lucas era una daga en su corazón, una mezcla de dolor, rabia y desilusión.
La noticia de que Lucas había denunciado a Ethan, acusándolo del asesinato de Javier, había caído como un martillo sobre su espíritu ya frágil. Las palabras de Lucas, antes llenas de camaradería y confianza, ahora eran un eco vacío y cruel.
— Lucas, ¿cómo pudiste?— se preguntaba Ethan, su voz un susurro perdido en la vastedad de su soledad — Creí en ti, te consideré mi amigo. ¿Fue todo una mentira?
El dolor de la traición era un peso que lo aplastaba, una sombra que nublaba cada pensamiento. Sentía que su mundo se desmoronaba, que la confianza que había depositado en Lucas había sido un error fatal. Cada recuerdo compartido, cada risa, ahora parecía una farsa, una ilusión cruel.
Ethan sabía que debía canalizar su dolor de alguna manera, y el arte siempre había sido su catarsis. Decidió crear un cuadro que reflejara la traición de Lucas, una despedida simbólica de la ilusión que había mantenido viva durante tanto tiempo.
Tomó su pincel con manos temblorosas, sumergiéndolo en colores oscuros y profundos. Cada trazo en el lienzo era un grito de dolor, una expresión de la tormenta interna que lo consumía. Pintaba con una intensidad que bordeaba la desesperación, cada pincelada una lucha contra la traición y la desilusión.
El cuadro que emergía del lienzo era una escena de despedida, un reflejo poético de su dolor. En el centro, dos figuras se enfrentaban: una, oscura y sombría, representando a Lucas; la otra, luminosa pero quebrada, simbolizando a Ethan. Las sombras alargadas de las figuras se entrelazaban, creando una danza de luz y oscuridad, de amistad y traición.
En el fondo, un paisaje desolado y roto reflejaba el estado interno de Ethan. Árboles marchitos y cielos tormentosos eran testigos silenciosos de la escena, un reflejo del alma herida del artista. Cada detalle, cada sombra y destello de luz, era una expresión visceral de su despedida con Lucas.
Ethan trabajaba sin descanso, sus emociones fluyendo a través del pincel. Sentía que cada trazo era una purga, una manera de exorcizar el dolor que lo consumía. El cuadro se convirtió en una obra maestra de sufrimiento y belleza, una despedida simbólica que resonaba con su público.
Finalmente, dio el último toque al lienzo, un destello de luz que atravesaba las sombras, simbolizando la última chispa de esperanza que se negaba a extinguirse. Se alejó del cuadro, observando su obra con una mezcla de tristeza y satisfacción.
— Adiós, Lucas — murmuró Ethan, sus ojos llenos de lágrimas — Este es mi adiós a la ilusión que fui tan tonto en creer.
La noticia del nuevo cuadro de Ethan se extendió rápidamente, y la Galería Aurora se preparó para una exhibición especial. La gente se agolpaba en la entrada, ansiosa por ver la última obra del artista cuya vida se había convertido en un torbellino de controversia y emoción.
Dentro de la galería, los visitantes se detenían ante el cuadro, susurrando en admiración y asombro. La escena de despedida resonaba profundamente con ellos, una expresión poética del dolor y la traición que muchos habían experimentado en sus propias vidas.
Mientras la gente se peleaba por comprar el nuevo cuadro de Ethan, ofreciendo sumas exorbitantes, el ambiente en la galería era de emoción y energía. Sin embargo, esta euforia se vio bruscamente interrumpida por la llegada de la policía.
Ethan, que había estado observando la reacción del público con una mezcla de orgullo y melancolía, sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies cuando vio a los oficiales entrar. Sabía que el momento de enfrentarse a la justicia había llegado.
Los oficiales se acercaron a Ethan, sus rostros serios y determinados.
—Ethan Hart, está bajo arresto por el asesinato de Javier González —dijo uno de ellos, mostrando las esposas con una expresión impasible.
Ethan sintió una oleada de desesperación y resignación. Sabía que la evidencia había sido manipulada, que Lucian había jugado sus cartas con maestría. Pero también sabía que no podía escapar de esta sombra.
—Tiene derecho a permanecer en silencio —continuó el oficial— Cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra en un tribunal de justicia.
Ethan asintió, aceptando su destino. Mientras era llevado fuera de la galería, los flashes de las cámaras y los gritos de los periodistas lo rodeaban, cada pregunta una herida más en su alma ya atormentada. Sin embargo esto solo agitó más el deseo de las personas a comprar su última obra a como dé lugar.
La vida de Ethan se había convertido en un contraste brutal entre el éxito artístico y la caída personal. Su último cuadro, una despedida poética a la ilusión de su amistad con Lucas, era un testimonio de su dolor y su lucha. Pero ahora, enfrentaba un nuevo desafío, uno que podría destruir todo lo que había construido.
Mientras las puertas de la comisaría se cerraban tras él, Ethan sentía que su mundo se desmoronaba. Pero también sabía que debía seguir luchando, que la verdad aún tenía la capacidad de brillar, incluso en los momentos más oscuros.
Con la chispa de esperanza aún ardiendo en su interior, Ethan se preparó para enfrentar la batalla más difícil de su vida.
Sabía que la lucha por la justicia y la verdad no había terminado, y estaba decidido a no rendirse, sin importar cuán oscura fuera la noche que lo rodeaba.