Sombras De Obseción

La Despedida Silenciosa

La Galería Aurora, que horas antes había sido un lugar de admiración y éxito, se convirtió en un escenario de dolor y desesperación. Ethan, entre las luces brillantes y los murmullos de la multitud, se enfrentaba a la sombra de su destino.

La policía, con rostros serios y decididos, se abrió paso entre los asistentes, y Lucas, oculto en las sombras, observaba con un nudo en el corazón.

Ethan estaba de pie frente a su obra maestra, una despedida simbólica a la ilusión de su amistad con Lucas. Sus ojos, llenos de melancolía y tristeza, recorrían cada trazo del lienzo. De repente, sintió la presencia de la policía detrás de él. El oficial a cargo dio un paso adelante, su voz firme y autoritaria.

—Ethan Hart, está bajo arresto por el asesinato de Javier González —dijo, mostrando las esposas con una expresión impasible.

Ethan se giró lentamente, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que la sombra de Lucian se cernía sobre él, manipulando la realidad a su antojo. Sin embargo, la visión de Lucas en la multitud, aunque oculto en las sombras, lo golpeó con fuerza.

—Tiene derecho a permanecer en silencio —continuó el oficial— Cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra en un tribunal de justicia.

Mientras las esposas se cerraban alrededor de sus muñecas, Ethan sintió una ola de desesperación y resignación. Sabía que estaba siendo atrapado en una red de mentiras, y la presencia de Lucas, aunque oculta, era un recordatorio doloroso de la traición percibida.

Lucas, escondido entre las sombras de la galería, observaba la escena con el corazón destrozado. Ver a Ethan, su amigo más querido, ser arrestado por un crimen que no cometió, era una tortura indescriptible. Sentía que cada golpe de las esposas era un golpe a su propio corazón.

¿Cómo llegamos a esto? pensaba Lucas, sus ojos llenos de lágrimas. Ethan, lo siento tanto.

Cada movimiento de los oficiales, cada paso que daban al llevarse a Ethan, era una puñalada en el alma de Lucas. Sabía que Ethan se había creído las mentiras de Lucian, y esa realidad lo desgarraba por dentro. Sentía una culpa profunda y aplastante, una desesperación que lo consumía.

Debería haber hecho algo, pensaba, su voz interior un susurro de desesperación. Debería haber encontrado una manera de detener esto.

Mientras Ethan era llevado fuera de la galería, las luces de los flashes y los gritos de los periodistas lo rodeaban. Lucas observaba, su figura oculta en las sombras, sintiendo que cada paso que Ethan daba era un alejamiento definitivo de su amistad y confianza.
— Adiós, Ethan — susurró Lucas, su voz quebrada por el dolor — Nunca quise que esto sucediera.

El contraste entre la algarabía de la multitud y la soledad de Lucas era brutal. Sentía que estaba atrapado en una pesadilla, una realidad donde la verdad y la justicia habían sido distorsionadas por la manipulación de Lucian. La imagen de Ethan, siendo llevado esposado por la policía, se grabó en su mente, un recordatorio constante de su fracaso.

Lucas, sumido en la desesperación y el dolor, regresó a la mansión de Lucian. Cada paso que daba hacia la prisión dorada era una aceptación de su sumisión, una rendición silenciosa a la realidad que Lucian había impuesto sobre él.

Sentía que su identidad se desvanecía, que cada momento bajo el control de Lucian lo alejaba más de quien solía ser. Las sombras de la mansión lo envolvieron, y Lucas se dejó arrastrar por la corriente de su propia desesperación.

Al llegar a la mansión, Lucian lo esperaba, su figura imponente y amenazante en la entrada. Sin mediar palabra, Lucian se acercó a Lucas y le dio un fuerte cachetazo. El golpe resonó en el silencio opresivo de la mansión, y Lucas sintió que su voluntad se quebraba aún más.

—¿Cómo te atreves a salir sin mi permiso? —dijo Lucian, su voz fría y cargada de ira. —Eres mío, Lucas. Nunca olvides eso.

Lucas no hizo ningún intento de defenderse ni de explicar. Sentía que cualquier palabra sería inútil, que cualquier intento de resistencia sería sofocado por la sombra de Lucian. Se dejó arrastrar, su cuerpo y su espíritu completamente sometidos.

Lucas, ahora una marioneta sin voluntad propia, fue conducido a una de las lujosas habitaciones de la mansión. La opulencia que lo rodeaba era un contraste brutal con su estado interno. Las paredes doradas y los muebles exquisitos eran testigos mudos de su caída, una ironía cruel que no hacía más que resaltar su miseria.

Se dejó caer en una silla, su cuerpo inmóvil y su mirada vacía. Lucian se acercó y lo observó con una mezcla de posesividad y satisfacción. Sabía que había ganado, que Lucas estaba completamente bajo su control.

—Eres mío, Lucas —susurró Lucian, su voz suave pero peligrosa. —Nunca lo olvides.

Lucas no respondió. Sentía que su alma se había apagado, que la chispa de esperanza que una vez había ardido en su interior se había extinguido. Era un muñeco sin vida, una sombra de su antiguo yo, completamente sometido a la voluntad de su amo.

La vida de Lucas, una vez llena de arte y alegría, había sido transformada en un reflejo de desolación y control. La traición percibida de Ethan y el arresto que había presenciado eran los últimos clavos en el ataúd de su voluntad. Sabía que nunca podría volver a ser el hombre que una vez fue, que su alma estaba irremediablemente atrapada en las sombras de Lucian.

Mientras las luces de la mansión brillaban y las sombras se alargaban, Lucas aceptó su destino con una mezcla de resignación y tristeza. Sabía que la lucha había terminado, que su voluntad había sido completamente quebrada. La batalla por su libertad estaba perdida, y Lucas, ahora un muñeco sin vida, se dejó arrastrar por su amo a la prisión dorada que nunca podría abandonar.

Ethan, por su parte, enfrentaba un nuevo desafío, uno que podría destruir todo lo que había construido. La sombra de Lucian se cernía sobre él, pero sabía que debía seguir luchando.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.