RICK
Se dice que se necesita mucho valor para quitarse la vida pero se necesita más valor para seguir con vida.
Escuché una vez esas palabras en la televisión mientras hablaban del increíble porcentaje de jóvenes que habían optado por quitarse la vida; La vida es hermosa y llena de oportunidades, decían sonriendo estúpidamente frente a las cámaras olvidando que para muchos la vida es una basura que debes desechar.
La muerte es algo tan trivial e irrelevante que no entiendo porqué mucha gente le teme sí siempre está ahí, la muerte va de la
mano de la vida y al final siempre llega no importa cuanto corras, cuanto intentes escapar de ella.
—Lo siento.
Un empujón llegó junto a aquellas palabras de disculpa que me sacaron de mis cavilaciones.
Levanté la mirada encontrando unos ojos azules como el cielo, expectantes ante cualquier respuesta.
—No importa —respondí monótono.
Seguí caminando ignorando al desconocido con el pesado sonido de mis pies raspando la baldosa, pisadas tan lentas que fue
casi un milagro que llegará a tiempo a mi salón aunque eso no evitó que alguien cerrará la puerta con brusquedad rompiéndome la nariz por el fuerte golpe.
Caí al suelo con la vista borrosa, estática y un ruido blanco desorbitante, sintiendo como la tibia sangre se deslizaba por mi boca y cuello.
—Ven.
Te llevaré a la enfermería.
Una figura borrosa apareció frente a mi aclarando sé ante mis ojos, descubriendo al sujeto de hace unos momentos qué tomó mi
muñeca ayudándome a ponerme de pie bajo la atenta mirada de todos los curiosos que se detuvieron a ver.
Caminé desequilibrado por el vértigo que distorsionaba el suelo bajo mis pies ayudado por las manos firmes del extrañó sobre
mis hombros.
Me deje caer en la camilla ahogado por el tapabocas que no tardó en quitarme la enfermera seguido de mis lentes intentando
parar la hemorragia que había manchado mi cabello negro.
—Bien, ya esta —informó, la enfermera.
No había pasado mucho y la enfermera ya había acabado, guardando sus artículos mientras intercambiaba algunas palabras con el extraño.
Salí de ahí sin decir palabra alguna cruzando la entrada de la enfermería debatiéndome entre regresar a casa o a clases pero un tirón de mi muñeca dejó mi mente
en blanco.
Aquel sujeto me detuvo del brazo evitando que siguiera caminando y me arrastró toda la preparatoria hasta su auto.
—¿Que quieres? —pregunte con la mente en blanco.
Lo observe analizando la situación algo dubitativo por su actitud silenciosa limitándose a conducir, llevándome al frente de mi
casa.
—Bájate —ordenó.
Me bajé dé aquel auto y camine en dirección a mi casa siendo detenido una vez más por ese sujeto qué volvió a apresar mi muñeca arrastrándome de nuevo hasta una casa que se encontraba al frente de la mía.
Me llevó a una habitación y me tiro una toalla en el rostro mientras buscaba algo en su closet.
—Báñate, buscaré algo de ropa para ti.
No entendía porque actuaba de esa manera tan extraña y tampoco me importaba, es sorprendente como todo carece de valor cuando ya no tienes más que perder, cuando te lo han quitado todo, cuando tu patética vida carece de sentido y lo único que esperas, que pides, que imploras todos los días es la muerte.
Me deje caer en la cama que se encontraba en medio de la habitación escuchando los gritos y cosas rompiéndose que se oían desde mi casa.
Malditos recuerdos que me hacían sentir vacío volviendo mi mundo a blanco y negro como una película vieja sin voz que repite la misma imagen.
Estaba cansado, harto, derrotado y molestó con todo, sólo quería un momento de paz en mi vida pero nada me era suficiente, nada era importante, nada podía hacerme feliz.
—Debo irme.
Me levanté de la cama y camine sin detenerme ni voltear atrás hasta mi casa, entré y tomando un florero en mis manos se lo
estrelle en la cabeza a mi padrastro dejándolo inconsciente sobre mi madre que se encontraba tan quieta como un cadáver.
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Editado: 07.11.2023