RICK
Días inservibles, noches eternas y esa conducta inconscientemente corrosiva que me tenía clavándome la uñas repetidas
veces contra mi palma llena de heridas pequeñas muy ensimismado en fragmentos de nada relevante que terminaban
desapareciendo de forma fugaz.
Mi mente ya cansada trataba de recaudar alguna información reciente obteniendo olas de dolor con las que lidiaba con indiferencia observando asqueado los hematomas creados en mis dañadas manos.
Un suspiro de resignación daba por terminado este día hipnotizado por las uniformes figuras de los sueños que comenzaban a
recrear pedazos de mi pasado siendo bruscamente frenadas por un grito proveniente del vacío.
Abrí los ojos asustado removiendo me en mi cama con un sólo objetivo, volver a mi letargo pero unas punzadas me obligaron a abrir la palma derecha reñida de hilos de sangre que no tardaron en dejar huella al girarme pegando mi pecho al gastado
colchón, posando mi adolorida palma sobre las sabanas en un intento de calmar las molestias.
Pronto mis párpados se hacían pesados volviéndose imposible el mantenerlos abiertos aunque tampoco tenía la intención de
continuar despierto optando por dormir.
Un goteo constante había marcado el compas del grato tic tac del reloj disipando mi somnolienza después de un tiempo dormitando encontrando una habitación en tinieblas que era azotada por el viento en esa noche sin luna.
Parpadee recobrando insignificantes destellos de recuerdos levantándome apoyando todo mi peso en mis palmas y rodillas con
una mueca de dolor al tener las palmas laceradas.
¿Que había soñado?.
Bostece arrastrando mis pies hasta la pequeña ventana atraído por las grises nubes que amenazaban con desbordar una
tormenta toda la noche y tome las cortinas dispuesto a cerrarlas pero la escena de una madre cargando a una niña ya dormida me distrajo.
Añorar, desear lo que no tienes es el principio de la envidia.
Estúpidos humanos insacibles que no dejan de exigir lo que no poseen.
Cerré las cortinas con un sentimiento de abandono que trate de suprimir regresando a la cama.
—Debería morir —las manos invisibles de la desolación estrujaron mi coraza jugando con vehemencia —Todos estarían mejor sin mi.
Me gire con pereza quedando al borde de la cama sacando debajo del colchón una navaja de afeitar vieja que usaba en momentos como estos, abriendo la frágil piel de mi antebrazo en una línea horizontal.
Inhale manteniendome en un estado de ingravidez que me permitía escalar a la plenitud de la inconsciencia antes de bajar como
una roca atraída por la gravedad a la dura realidad.
Exhale dejando que el sabor amargo de...
Para de pensar.
Cerré los ojos algo mareado por mi inadecuada forma de vida buscando quedarme dormido otra vez.
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Editado: 07.11.2023