—¿Ya?
—Aun no, que impaciente.
—Pff, no tengo ni la menor idea de por qué hacemos esto.
—Déjame ver... ¡Ah, ya sé! Porque necesitas verte presentable y más que bonita —me recordó—. Tal vez mi vida amorosa no sea la mejor, pero si tú tienes una, quiero ayudarte.
—Sabes que te quiero, pero esto no es necesario. En serio.
—Solo un poco más de sombra en los ojos y acabamos.
Kate y yo estábamos en la sala de maquillaje, preparándonos. Aunque admito que no era mi idea, ella había insistido en ayudarme a arreglarme para mi segunda cita con Asher. Desde que habíamos aclarado las cosas después de aquella incómoda situación, las cosas entre nosotros habían vuelto a ser como antes y un poco mejor.
—¡Listo! —exclamó Kate finalmente—. Ya estás presentable para tu cita.
—No es una cita...
—Ajá.
Me miré en el espejo y me sorprendí por lo bien que había quedado. Ella había hecho un trabajo increíble.
—Puede que no sea la mejor estilista, pero no es por nada, quedó perfecto.
Ella sonrió y me dio una palmada en el hombro.
—Ahora, ve y disfruta de tu cita. ¡Y no te preocupes por Callie, estaré aquí para cuidarla en lo que necesites!
Con una sonrisa nerviosa, me levanté de donde estaba sentada y me dirigí hacia la puerta, Asher me había dejado un mensaje diciendo que ya estaba aquí.
Al salir, su rostro se iluminó con una sonrisa y abrió la puerta del auto, indicando que entrara.
—Te ves absolutamente impresionante —dijo Asher mientras me observaba de arriba abajo.
—Tú tampoco te ves nada mal —le digo, aunque la verdad es que se veía extremadamente guapo.
Vestía de lo más casual, pero su porte era una de las cosas que lo hacía resaltar entre todos.
—Entra, o llegaremos tarde.
Subí al auto, y pude ver a Kate asomarse por la ventana de la cocina, haciendo un gesto de ánimos, y reí al verla.
No mucho después, me llegó un mensaje.
Kate
¡Tú puedes, nena! Y no te dejes llevar por los nervios.
Le respondí y aparte le mandé un emoji, para devolver mi vista al frente. Asher iba conduciendo en silencio, pero me miraba cada vez que iba a cruzar una curva. Empecé a jugar con mis manos, intentando relajarme.
Era salir como amigos, solo eso. Así que es mejor que me calme ahora.
—Puedes encender la radio si quieres y poner alguna canción que te guste —habló sin despegar la vista de la carretera.
—¿Prometes no juzgar mis gustos?
El me miró y soltó una carcajada, negando con la cabeza.
—¿Por qué haría eso? Son tus gustos, no me burlaría, ni nada parecido
Con un suspiro de alivio por su respuesta, encendí la radio y comencé a buscar una estación que me gustara. Después de unos segundos, encontré una canción que me encantaba y la subí un poco. La melodía llenó el auto y, sin darnos cuenta, el ambiente se hizo más relajado.
Era como si el auto se hubiera convertido en un pequeño refugio donde podíamos ser nosotros mismos sin preocuparnos por las expectativas de lo que sucediera hoy.
Hablamos de nuestras familias, nuestras experiencias de viaje, y hasta nuestras comidas favoritas, en ese tiempo tan corto.
Las luces de la ciudad pasaban por la ventanilla mientras continuábamos en nuestra conversación.
Cuando finalmente llegamos al restaurante, nos condujeron a nuestra mesa en la terraza al aire libre, ambos parecíamos estar en nuestro propio mundo, como si el tiempo se hubiera detenido por un momento.
Nos sentamos frente a frente, y mirábamos los menús, antes de decidir lo que ordenar.
A medida que la cena avanzaba, nuestras conversaciones se volvían cada vez más íntimas, era como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo y comencé a sentirme nerviosa en un punto.
—¿Te has sentido cómoda? Me refiero, a en tu trabajo.
—Oh, eso. Si, todo es genial —respondí, tratando de mantener un tono casual—. He tenido algunas experiencias interesantes, y estoy aprendiendo mucho.
—Es bueno saberlo, si necesitas algo, díselo a mi hermana o a mí.
La cena transcurrió de manera agradable, con risas, anécdotas compartidas y un ambiente cada vez más relajado. Asher y yo parecíamos estar disfrutando de nuestra compañía mutua.
Cuando terminamos de cenar, Asher insistió en pagar la cuenta, a pesar de mi ofrecimiento de compartir los gastos. Después de salir del restaurante, decidimos dar un paseo por el vecindario, disfrutando de la brisa fresca de la noche y las luces de la ciudad.
—Ha sido una noche maravillosa, Asher. Gracias por invitarme a salir —le dije sinceramente.
Caminamos un poco más, charlando y riendo, antes de finalmente llegar al auto. Asher me acompañó hasta la puerta y nos detuvimos allí.
Él se acercó a mi y la distancia que nos separaba era corta, sintiendo un cálido nudo en el estómago.
Asher se acercó lentamente y me miró a los ojos.
—No quiero que pienses mal de mi... —susurró y trató de separarse, pero lo detuve para que se explicara— Pero no puedo evitar querer pasar más tiempo contigo y conocerte mejor.
Mi corazón comenzó a latir más rápido mientras lo escuchaba hablar con sinceridad. Asher continuó.
—Solo quiero que sepas que no quiero apresurarme en nada, porque sé que tal vez no estés lista. Pero si me das una oportunidad, quiero intentar conquistarte.
Sus palabras me conmovieron, y mi corazón latía aún más rápido, pero aún estaba la duda de lo que haría con Callie.
Esto sería un desastre.
Asher sonrió con ternura al ver mi expresión, yo aún seguía procesando todo y se acercó un poco más. Nuestros rostros estaban ahora a centímetros de distancia, y podía sentir la tensión en el aire. Sus labios se acercaron lentamente a los míos, y nuestros labios se encontraron en un suave y dulce beso.
Y no lo aparté.
No quería hacerlo.
Nos separamos lentamente unos minutos después, y nuestros ojos se encontraron de nuevo.
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Editado: 08.08.2024