Sombras Del Secuestro

PARTE 5

El dolor punzante en mi cuello me arranca de un sueño profundo. La cabeza me pesa como si estuviera llena de plomo. Mis manos, marcadas por las esposas, se aferran al colchón. ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí?

La habitación de hotel es impersonal, con muebles de líneas limpias y una ventana cerrada que no revela si es de día o de noche. La luz artificial me ciega. ¿Es real o sigo atrapada en un sueño febril?

La puerta se abre sin resistencia. Mi corazón late con fuerza mientras me deslizo al pasillo. Las escaleras de emergencia parecen la única vía de escape. Pero, ¿por qué estoy aquí? ¿Quién me ha traído a este lugar?

Mis pies descalzos golpean los escalones. El sonido de pisadas detrás de mí me impulsa a correr. No miro atrás. La adrenalina me da alas. La puerta de la azotea se abre ante mí, y el mundo se despliega en un abismo de preguntas.

“¿A dónde crees que vas, niña?” La voz detrás de mí es fría, amenazante. Es mi secuestrador.

-¿Cómo llegué a esto? ¿Por qué yo? Dejame ir porfavor ! Le suplico pero parece no conmoverse con mis palabras

La lucha es inútil. Me arrastra hacia abajo, y la oscuridad me envuelve. Pierdo el conocimiento, pero antes de que todo se desvanezca, pienso: “Esto no puede ser real. Debo estar soñando”.

 

Despierto una vez más en el mismo sitio, y esta vez puedo escuchar a un par de hombres. El miedo se apodera de mí, y no puedo dejar de pensar en lo que me van a hacer estos hombres. Escucho sus voces, susurros cargados de amenaza, y siento cómo me vigilan. Sigo haciéndome la dormida, rezando para que no se den cuenta.

Uno de los hombres habla con urgencia: “- ¿Y si le hubiera pasado algo a la niña?” Sus palabras me inquietan. ¿Qué niña? ¿Y por qué están tan preocupados? “- Solo me fui 5 minutos y cuando volví, ya no estaba.” La tensión en la habitación es palpable. “- No quiero excusas. Te quedas aquí con ella. ¿Y si se hubiera tirado por la azotea? ¿Qué habríamos hecho entonces?”

Mi mente trabaja a toda velocidad. ¿Quién son estos hombres? ¿Por qué estoy aquí? Intento levantarme sigilosamente, aprovechando que están distraídos. Pero uno de ellos me ve y se abalanza hacia mí. El miedo me paraliza, pero mi instinto de supervivencia me impulsa a gritar y forcejear. No quiero verle la cara. Él me sujeta de los hombros con fuerza, pidiéndome que me tranquilice. La confusión se mezcla con el terror. ¿Por qué me han traído aquí?

Cuando alzo la mirada, lo reconozco. Este hombre me ha estado vigilando durante mucho tiempo. Le he visto antes, de camino a la escuela. “- ¿Tú? ¿Cómo me has traído hasta aquí? ¿Qué estoy haciendo en Estambul? Mi padre es policía, y ahora mismo me estará buscando. Si me dejas ir, no diré nada de ti. No sacaré este tema nunca.” “- Tranquila, aquí nadie te puede hacer daño. Solo estarás con nosotros un poco, y después te dejaremos ir.”

La ira me consume. ¿Me dejarán ir? ¿Por qué me han llevado a otro país? 

- ¿Me dejarás ir? Entonces, ¿por qué me has traído a otro país, maldito mentiroso? ¿Qué quieres de mí? Pero sabes cuántos años te puedes caer de cárcel?

Él me mira con calma, como si todo lo que le he dicho no le afectara en nada. “¿Tienes hambre?”, dice. Me quedo mirándolo con odio y me retiro a una esquina de la habitación sin contestarle. Llama a uno de los hombres que están en la puerta y les dice algo. Luego vuelve, enciende la televisión y se sienta en el sofá como si no acabara de secuestrar a una chica. Su actitud me desconcierta. Su carácter me da miedo y me provoca un nudo en el estómago. No dejo de imaginar qué me hará esta gente y no dejo de pensar en mi familia. ¿Cómo he llegado a esta situación? ¿Y qué pasará después?

 

 




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