La noche había caído por completo sobre la Ciudad Prohibida, y la oscuridad envolvía las calles con un manto de inquietud. Elena y Daniel se separaron después de salir del apartamento de Marcus, acordando reunirse al amanecer para comenzar su investigación. Cada uno regresó a sus respectivos hogares, cargado con la sensación de que el día siguiente marcaría el inicio de un cambio irreversible en sus vidas.
Elena no pudo dormir. Se pasó las horas revisando el mapa proporcionado por Marcus, tratando de memorizar cada calle y posible entrada al centro de investigación. El mapa era antiguo, con bordes desgastados y marcas que parecían indicar áreas de interés. Mientras lo estudiaba, se dio cuenta de que el edificio estaba rodeado por una serie de muros y barreras que no parecían estar en el plano actual de la ciudad.
Cuando finalmente llegó la mañana, Elena se encontró con Daniel en un rincón discreto del parque, donde podían hablar sin llamar la atención. El sol ya estaba alto, y la ciudad despertaba con su ritmo habitual. Sin embargo, para Elena y Daniel, el día prometía algo muy diferente.
“¿Listo para esto?” preguntó Daniel, su tono mezcla de nerviosismo y determinación.
“Lo estoy,” respondió Elena, sosteniendo el mapa y el equipo necesario. “He estado revisando cada detalle. Tenemos que ser extremadamente cuidadosos. Si las medidas de seguridad son tan estrictas como Marcus dijo, cada paso cuenta.”
“Entendido,” dijo Daniel, su expresión seria. “Vamos a revisar el equipo antes de dirigirnos al centro de investigación. Asegurémonos de que tenemos todo lo que necesitamos.”
Ambos se dirigieron a un pequeño almacén que Daniel había preparado como base de operaciones. Dentro, revisaron el equipo que habían reunido: linternas de alta potencia, dispositivos de escaneo para detectar señales electrónicas, herramientas para forzar cerraduras, y una serie de dispositivos de camuflaje que ayudarían a ocultarse de la vigilancia.
Elena se sintió aliviada al ver que todo estaba en orden. “Parece que estamos listos. Ahora solo tenemos que esperar la noche para evitar ser detectados.”
Mientras esperaban, la tensión entre ellos era palpable. El tiempo parecía arrastrarse, con cada minuto marcando el avance hacia su misión clandestina. Finalmente, cuando el sol se puso y la oscuridad envolvió la ciudad, Elena y Daniel se dirigieron hacia el área del centro de investigación, siguiendo el mapa y evitando las zonas más iluminadas.
El edificio del centro de investigación se alzaba ante ellos como una fortaleza de acero y concreto. La estructura era imponente, con cámaras de seguridad en cada esquina y luces intermitentes que patrullaban los alrededores. La entrada principal estaba cerrada y vigilada, pero los documentos de Marcus mencionaban una posible entrada secundaria que había sido descuidada con el tiempo.
“Este es el lugar,” dijo Daniel, señalando una pared lateral del edificio. “Según el mapa, la entrada secundaria debería estar cerca de aquí.”
Elena examinó el área con atención. Encontró una rendija en la pared que parecía ser una posible entrada. Usando las herramientas de camuflaje, ambos se acercaron cuidadosamente, manteniéndose en las sombras para evitar la vigilancia de las cámaras.
Con un trabajo meticuloso, lograron abrir la rendija y accedieron al interior del edificio. El espacio estaba oscuro y silencioso, salvo por el zumbido lejano de los sistemas de ventilación y el ocasional clic de una cámara de seguridad en movimiento. Elena y Daniel se movieron con precaución, sus pasos amortiguados por el suelo.
“Tenemos que encontrar el archivo principal,” susurró Elena. “Ese debería contener la información que necesitamos.”
Daniel asintió y sacó su dispositivo de escaneo para detectar señales electrónicas. “Voy a hacer un barrido. Esto debería darnos una idea de dónde están los archivos importantes y cómo evitar las alarmas.”
El escaneo reveló una serie de señales provenientes de una sala al fondo del pasillo. La señal era más fuerte en una oficina de seguridad, lo que indicaba que allí se almacenaban los archivos más críticos.
“Por aquí,” dijo Daniel, guiando a Elena hacia la sala indicada. Con cada paso, la tensión crecía. Sabían que estaban en un terreno peligroso y que cualquier error podría ser fatal.
Finalmente, llegaron a la oficina de seguridad. La puerta estaba cerrada con una cerradura electrónica avanzada. Elena se puso a trabajar con las herramientas para forzar la cerradura, su corazón latiendo con fuerza. Cada minuto parecía una eternidad mientras las luces del edificio parpadeaban, y el sonido de sus propios latidos se mezclaba con el zumbido de la seguridad.