Hacía cinco semanas desde que te había conocido, un mes desde que te sonreí, tres semanas desde que me dijiste que creías conocer, dos semanas desde que me dijiste "te quiero" estando ebrio y, por último, una semana y media desde que dijimos que estaríamos juntos en nuestra próxima vida.
El vómito causa que mis ojos se inyecten en sangre y me lloren. La garganta me arde y las rodillas me duelen a causa del duro suelo del baño.
-Sh. Tranquila - me dijo él mientras sostenía mi pelo.
Al acabar, me incorporé algo debilitada y me quedé en shock al percatarme de algo en lo que no había pensado antes.
-No me ha bajado el periodo...
Él, tras escuchar aquello, fue directo a una farmacia a buscar un test de embarazo, mientras, yo estaba asustada pensando en si podríamos tener un hijo a estas alturas.
Él llego y se sento junto a mí en el frío suelo del baño, me tendió el test y se marchó a fuera para esperar.
Los minutos de espera fueron eternos y, tras haberlos pasado, miramos el test y dio positivo.
-¡Vamos a ser padres!- exclamó él.
Yo aquel día estaba en shock, no sabía ni qué pensar. Él, nada más enterarse, me dijo que tenía todo bajo control.
Trabajaría más horas para poder mantenernos al bebé y a mí, compraría las cosas que yo necesitase y se encargaría de la casa con tal de que yo no procurase hacer esfuerzo alguno.
Pero yo lo que quería tener era a ti, Alessandro.
"En otra vida, pequeña Nicole" - recordé que me dijiste.