Zaphire:
Me quedo mirando el ascensor del edificio, mientras las puertas se abren, casi obligándome a entrar.
Pero no quiero hacerlo.
No quiero entrar allí, no quiero ver a Aqua, no quiero ver a ninguno de esos monstruos ni los rostros demacrados de mis compañeros. Quiero irme, quiero salir de ésta realidad por un tiempo, quiero desaparecer.
Miro por sobre mi hombro la puerta que da a la libertad que no tenemos y comienzo a retroceder.
Se supone que no podemos salir sin autorización, pero no iré a pedir una ahora. Tengo dos horas, si llego a mi turno para entonces, todo estará bien.
Ya está oscureciendo y no he visto ésta ciudad de noche desde hace mucho tiempo.
Miro mi bolso pesado en mi hombro y saco mi teléfono celular (cuyos únicos números son los de las demás Anclas y Wek), algo de dinero que hay en mi billetera, no hay demasiado de todas formas y escondo el bolso bajo un sofá que hay en la entrada.
Realmente no es muy grande, tiene las paredes pintadas de lila y el suelo de alfombra azul. Cuadros cuelgan de las paredes y unos sofás como para esperar o algo están a cada lado de la habitación. Al final se encuentran las escaleras y los ascensores.
Seguramente haya cámaras, pero, ¿qué más da?
Necesito aire, necesito salir de éste asqueroso encierro, necesito contacto humano más allá de las otras cinco personas con las que convivo día tras día.
Corro hacia la puerta y salgo al frío de la noche, no hay mucha gente por las calles, pero sigo corriendo. Mirando atrás de vez en cuando.
Se siente tan bien...
Cuando llego al centro de la ciudad (luego de tomar tres autobuses), todo huele distinto, extraño y algo familiar. Huele a cigarro, a comida que sale de los restaurantes o puestos ambulantes y al aroma de las demás personas. Al perfume que se ha puesto un hombre que pasa a mi lado y el sudor de un niño que pasa corriendo a mi lado.
Lo que tengo puesto me puede camuflar entre la multitud fácilmente, dejé el jersey dorado en mi bolso, por lo que traigo la camisa, los pantalones negros y los zapatos. Las tiendas captan mi atención y pienso en Cameron, en que tal vez debería llevarle algo para hacerlo sentir mejor luego del malestar que tuvo.
Los rascacielos lucen interminables y el centro comercial enorme cuando logro dar con él. Camino hacia allí, pasando por el estacionamiento y entro.
La cantidad de personas que hay me aturde por un momento y pienso que todo ésto fue una mala idea.
«Tranquilízate, Zaph, todo estará bien»
Iré, le compraré algo a Cameron, caminaré un poco más por la ciudad y luego volveré.
Comienzo a recorrer el lugar, las tiendas tienen ropa hermosa y no puedo evitar imaginarme a mí misma con ella cuando la veo, pero está fuera de mi alcance.
Termino comprándome algo de beber, un batido de vainilla y me acerco a una tienda con ropa de gala.
«Con probarme algo, no estoy cometiendo ningún crimen... »
Entro y me siento como un pez fuera del agua, no estoy acostumbrada a tanta gente y brillos juntos. Hay tantas cosas para ver, tantos colores que no puedo quedarme quieta en un solo lugar.
- ¿Puedo ayudarla en algo? -pregunta una mujer acercándose.
-Eh... Quería ver un vestido rojo.
Siempre quise un vestido rojo.
-Por aquí, señorita -Me indica, guiándome por el lugar.
Hay muchas mujeres que se ven refinadas y otras que se ven como yo, sin un centavo para pagar la tela siquiera de ésta ropa.
La empleada me lleva hacia el otro lado de la tienda y entonces los veo, muchos vestidos rojos, largos, cortos, faldas, jerseys, zapatos, todo parece ser rojo.
- ¿Qué talla es? -Me pregunta mirándome con ojos avellana.
-Cuatro... Creo -digo y ella se acerca a los percheros para sacar un largo vestido color carmesí, con encaje y brillos por todos lados.
El corte es sirena y el escote es bastante prominente.
Veo el precio y casi me infarto. Seis mil billetes.
- ¿Dónde puedo probármelo? -pregunto tratando de disimular aquella sorpresa.
Me dice dónde están los probadores y me acerco allí.
Comienzo a quitarme la ropa para poder colocarme el bello vestido y cuando lo hago, me va de maravilla. Pero no llego a subir el cierre por más que me estire mucho.
-Mierda -mascullo y abro ligeramente la cortina negra del probador-. Disculpa, ¿Podrías subirme el cierre?
-Claro -dice la empleada y me giro para que lo haga.
Sus manos están frías cuando rozan mi espalda y cuando levanto la mirada hacia el espejo, creo que va a darme un infarto.
-El rojo es tu color, cariño -dice Gravity en mi oído mientras sube de golpe el cierre y siento el miedo recorrerme.
- ¿Q-Qué haces aquí? -pregunto alejándome y retrocediendo hasta que mi espalda toca el frío espejo.
Sus ojos claros me miran con voracidad mientras se acerca más. Viste con una chaqueta plateada, unos pantalones y una remera corta que me deja ver su estómago.
Huele mucho mejor de lo que quisiera admitir.
- ¿Qué haces fuera del edificio? -pregunta acorralándome y por un segundo considero la idea de gritar.
-No te me acerques -espeto con desafío y ella me toma por la barbilla, haciendo mi rostro a un lado para ver el moretón que su amiga me dejó.
-Vaya, Aqua tiene un muy mal genio -dice con una media sonrisa que me hiela la sangre.
- ¡Suéltame! -chillo golpeando su mano para que me suelte y me aprieta más fuerte el mentón.
-Tranquila, no hagas un escándalo, no querrás que asesine a estos humanos por tu culpa, ¿o sí?
- ¿Cómo fue el vestido, señorita? -Oigo que pregunta la mujer que me atendió y se me acelera el pulso.
-Vamos, dile que te fue bien -ordena la híbrido en mi oído.
-M-Me queda bien -Logro decir.