Somos Veneno.

09.

Lowell:

No puedo dormir.

Creo que no soy capaz de tranquilizarme por más de dos minutos, tuve pesadillas.

Pesadillas de un pasado que me sonríe mientras me apuñala una y otra vez.

Me duele el estómago, la cabeza, el alma. Desde que Xavier absorbió mi energía, no puedo sentirme peor. No solo física, sino psicológicamente también.

Me siento como una mierda y no puedo evitarlo.

Realmente sentí miedo cuando atacaron los ángeles. Creo que nunca temí tanto por mi vida.

Son las tres de la mañana según el reloj digital sobre la mesita de noche a un lado de mi cama. Me levanto porque no hay otra cosa que pueda hacer, tal vez me cocine algo, dado que no he cenado porque me sentía demasiado mal como para poner un solo bocado en mi boca. Ahora comienzo a pensar que la molestia estomacal es por la falta de comida.

Creo que me haré unos simples spaghettis y sobreviviré con eso.

Al abrir la puerta, me encuentro a Xavier apoyado contra la puerta, trae su cabello mojado y ahora está más oscuro, la toalla sobre sus hombros y las manchas que tiene, me muestran que se acaba de teñir, aunque con la oscuridad no se aprecia lo suficiente.

— ¿Qué haces en el medio del pasillo? —pregunto cerrando la puerta de mi habitación tras de mí.

Levanta la mirada hacia mí con lentitud, dado que le llevo media cabeza. Sus ojos claros lucen sumamente cansados y tiene ojeras profundas.

— ¿Eh? —Luce aturdido y se mueve de forma torpe cuando se endereza y camina zigzagueando por el pasillo que da a la sala de estar.

Suspiro con cansancio y lo sigo.

—Xavier, ¿qué sucede? —pregunto tocando su hombro y un choque eléctrico nos hace apartarnos.

—Maldición —masculla sosteniéndose del respaldo del sofá—, no me siento bien.

—Yo tampoco —admito recostándome en ese sofá—, me duele todo.

—Fue absorber parte de tu aura lo que causa tu malestar... —explica y me mira, ahora puedo ver bien su cambio.

Su cabello es negro con reflejos rojos.

Cuando vi su transformación por primera vez, tenía trece años. Hacía un año que vivía con él y cuando venía de la escuela algo trató de atacarme, creo que fue un Mosquito, pero él tuvo que intervenir.

De repente estuvimos rodeados por varios Mosquitos, al menos recibí tres mordidas y unos golpes. Pero al no ser vampiros puros, no me convertí en un chupasangre.

Xavier cambió a su forma híbrido original y los hizo trizas a todos. Es increíble lo fuerte que se vuelve al hacerlo.

— ¿Crees que corremos demasiado peligro con tan solo ir al restaurante? —pregunto cubriendo mi rostro con mis manos.

—Sí, hemos arreglado que solo los que hacían de acompañantes irán a un turno de cuatro horas diarias y ya. Phanton no quiere perder tantos empleados de golpe —explica y se toca el costado, donde lo habían herido—. Esto es molesto.

— ¿Te duele?

— ¿Qué te importa si me duele? Deberías preocuparte por dormir y no por... —La ventana se hace trizas y me incorporo rápidamente.

—Xavier Carter, Muerte frívola —dice una mujer entrando y mi híbrido aprieta los puños.

—Sabrina, ¿qué mierda crees que haces aquí? —espeta con  mucha brusquedad.

Se supone que el edificio está protegido, que nadie que no tenga permiso de Phanton puede pasar, ¿qué está pasando? ¿por qué?

La mujer es rubia y delgada, lleva un vestido largo de gala y sus ojos son rojos. Es un vampiro... Lo sé.

—Purifico, demonio —dice y aparece de repente junto a mí, se me hiela la sangre.

Me atina una potente patada que me manda a volar contra una pared, pero no siento el impacto gracias a que Xavier  llegó a tiempo para amortiguarlo con su cuerpo. Suelta aire con cansancio mientras me empuja a un lado.

—No estoy de humor, Sabrina —dice mientras se endereza—, no quieres pelear conmigo hoy, créeme.

—Dana tampoco quería pelear contigo, sin embargo, está ocho metros bajo tierra por tu culpa —escupe la vampiro acercándose—, ¿sabes lo feliz que estaré de arrancar esos ojos azules?

—Inténtalo, Mosquita muerta.

Ella aparece a su lado en un solo movimiento y él esquiva sus puños con facilidad, da un mal golpe y queda vulnerable, por lo que Xavier aprovecha para darle un codazo en la espalda.

Creo que he oído sus huesos crujir.

Se repone con rapidez para sacar un par de navajas mariposa, pero no quiere ir contra el híbrido, sino contra mí.

Arroja las navajas y una me roza la oreja, causando un leve corte, mientras que la otra termina en la tráquea de Xavier que se para delante mío para protegerme.

— ¡Xavier! —exclamo, pero la mirada que me lanza me hace cerrar la boca.

Es intimidante, la energía oscura que irradia y la mirada de odio que expresa me impide pensar.

—Basta de juegos, Sabrina —dice arrancando la navaja de su cuello y arrojándola a un lado, su apariencia humana se desvanece, dejando ver si verdadera forma de híbrido.

Entonces alguien más aparece, otra sombra entra por la ventana, todo parece detenerse en ese instante, mientras la figura encapuchada avanza hacia Xavier, el cual no parece reparar en su presencia. Saca de una funda una daga dorada y cuando todo vuelve a la velocidad normal, veo como la entierra en el costado del híbrido, partiendo la hoja y soltando el mango en el suelo.

Retrocedo varios pasos, preso del miedo.

— ¡Maldita sea! —chilla Xavier cayendo de rodillas, pero se incorpora para tratar de enfrentar a quién sea que haya entrado, pero se ha ido.

Ha desaparecido.

Cae al suelo y se retuerce de dolor, Sabrina aprovecha para darle patadas bastante potentes que lo hacen escupir sangre y chillar, yo no puedo moverme.

Siento que no puedo hacer nada.

El lazo quema en mi mano y miro nuevamente al híbrido, el cual se ha quedado sin aliento frente a los potentes golpes de la vampiro.




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