Somos Veneno.

24.

Ryan:


—Dame agua... Por favor, dame agua —digo con la voz reseca.

Los moretones ensucian mi cuerpo de morado, el dolor se ha convertido en un estado constante de sufrimiento. La sangre que no es mía mancha mi ropa y el olor a putrefacción me envuelve de tal manera que apenas puedo liberarme de las profundas náuseas.

No sé a dónde ha ido mi hermana, no sé si volverá. Pero desde que ya no está mi vida es un infierno, Phanton está furioso, Wek nervioso y Jameson no para de mortificarme.

— ¡Levántate! —exclama Jameson dándome una patada en la espalda que me hace chillar del dolor—. Tienes trabajo que hacer.

—N-No puedo... —murmuro mientras mis ojos se cristalizan—. No puedo...

«Victoria, por favor... Alguien, Lilith, Cameron, ¡Quién sea!».

Aprieto mis puños ensangrentados y levanto la cabeza para ver al enorme hombre que se ha convertido en mi jefe. Quedan algunas criaturas para trabajar.

—Debemos encargarnos del hombre lobo, Ryan —dice mi jefe levantándome por el cuello y arrojándome contra la camilla donde la criatura yace.

— ¡Ya verán cuando mi manada se entere! —exclama el hombre lobo retorciéndose.

—Cállate, solo eres un sucio Omega, estás solo —espeto con desprecio—, estamos solos.

Jameson toma un bisturí y me lo extiende.

—Su ojo o el tuyo —decreta.

Miro la herramienta, al lobo y a Jameson. Pienso en mis clases y en Victoria.

Entierro el bisturí en mi ojo izquierdo y el dolor es tan intenso que grito de una forma desgarradora. Hay sangre por todos lados y mi cuerpo cae inconsciente al suelo.

Solo quiero acabar con esto.

~•°•~

Unos ojos oscuros son lo primero que veo, una melena negra que desciende sobre mí. Un aroma embriagador y familiar.

Un pinchazo me azota en el lado izquierdo de mi rostro y me siento tan adormecido que no puedo moverme.

—Eres un chico tonto —dice Lilith mirándome con desaprobación—, ¿por qué hiciste eso?

—A-Ayúdame. —Logro decir y sus manos ahuecan mi rostro.

—Debes pasar por esto, Ryan, debes volverte fuerte para mí —susurra en mi oído—. ¿Es que no quieres protegerme?  Tu hermana no volverá, se metió con ángeles y te abandonó aquí, con Jameson y Phanton, a su merced. Las Anclas también se marcharon, te dejaron solo, cariño. Solo me tienes a mí, y estaré para tí, por eso necesito que te fortalezcas, mi mundo no es para niños pequeños e indefensos.

Sus manos pasan por mi pecho, pero no lo puedo sentir, no siento nada más que ese pinchazo molesto en mi cabeza. Recuerdo todo lo que hizo Lilith por mí, sus palabras son una bofetada. En el fondo sabía que me habían abandonado, pero no quería creerlo. No quiero hacerlo. Mi hermana no se iría... Victoria siempre ha cuidado de mí.

— ¿No quieres ser mi caballero? —dice en mi oído—, ¿no quieres ir y buscar a tu hermana y esos infelices que te traicionaron? ¿Quieres morir, Ryan? ¿Quieres desvanecerte en la nada?

Comienzo a sentir frío, muchísimo. Como si en verdad la vida me estuviese soltando.

—No quiero morir —digo finalmente y me sorprende que pueda emitir sonido alguno—, quiero ser... Tuyo.

Una sonrisa se forma en su rostro y acaricia mi mejilla.

—Está bien, cariño —dice acercando su rostro al mío—, serás mi caballero.

Sus labios acarician los míos y mis párpados caen como plomo, sumiéndome nuevamente en la oscuridad.

~•°•~

Victoria:

Han pasado seis días desde que estoy en ésta habitación, mis piernas están tiesas, mi visión ha disminuido y apenas puedo emitir sonido. El pecho me duele, mi cabello comenzó a caerse y me cuesta respirar.

Remiel se mantuvo a mi lado, dándome más y más charla, averiguando cosas sobre el mundo humano, sobre mi entorno. Sobre todo. Algunas noches me rodeó con sus brazos, me contó historias que apenas puedo recordar debido al dolor que sentía, me dio paz que no recibía en mucho tiempo.

Pero no puedo soportarlo más.

—Remiel... Me duele, por favor —murmuro y siento su mirada en mí—. C-Cumple con lo que me prometiste.

—Victoria —dice en mi oído—, aún no, necesito saber más.

— ¿Más de qué? —exclamo mientras lágrimas caen por mis mejillas—. Apenas puedo hablar, veo todo borroso, no siento mis malditas piernas y... No puedo más.

—Algo anda mal —musita y la cama se mueve mientras el se levanta—. ¿Escuchas eso?

Trato de concentrarme un poco y efectivamente oigo aquel pitido lejano.

—Es la alarma, alguien está invadiendo nuestro territorio —explica y oigo la puerta abrirse de golpe.

—Es un demonio, Remiel —dice una voz algo afeminada—, ¡¿qué hace una humana aquí?! ¡Es el núcleo del problema!

—Rafael, cálmate, por favor. —Oigo que dice Remiel—. Puedo explicarlo...

—No hay nada que explicar, van a corromper el Cielo por tu capricho ridículo.

Escucho unos pasos acercarse, siento la cama hundirse a mi lado y de repente, algo se entierra en mi pecho con brutalidad, robándome el aliento y la vida. Mi cuerpo tiembla, el dolor es insoportable y saboreo la sangre en mi boca.

Unos golpes suceden y la cama vuelve a hundirse a mi costado.

—No voy a dejarte ir, no es el más allá donde perteneces —dice alguien, pero apenas puedo procesarlo.

Un pinchazo en mi brazo es lo último que puedo sentir antes de caer al vacío de la inconsciencia.

~•°•~

Cuando abro los ojos, todo está oscuro a mi alrededor. Un inconfundible olor a cigarro invade mis fosas nasales y me da náuseas. Estoy recostada sobre un duro colchón con olor a humedad y una fina sábana cubre mi cuerpo.

— ¿D-Dónde estoy? —murmuro y mi voz es seca—. ¿Zed? ¿Remiel

—Ya quisieras que fuesen esos dos monstruos —dice una voz femenina pero algo grave y la luz se enciende.




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