Desperté echada en una camilla. Veía el cuarto iluminado de azul claro. Me sentía incapaz de moverme. Sentía que me habían clavado en los brazos unos tubos pequeños, pero muy molestosos. Mi oído fue despertando también y escuché sonar la sinfonía 40 de Mozart. No sabía si creer que era un sueño o una realidad.
Volví a dormir y la siguiente vez ya desperté con mayor energía, como si hubiera tomado un café puro. Me senté en la camilla y observé detenidamente toda la habitación. Las luces eran de neón celeste y el cuarto era algo pequeño. Escuchaba los pequeños "Beeps" de la máquina que marcaba mi pulso cardiaco. Nadie venía, así que levanté un poco la parte superior de mi camilla para quedar recostada a 40°. Me empecé a aburrir, por lo que en base a mi pulso cardiaco creé en mi mente una canción de estilo electroswing. Me imaginaba a mi remixeando en vivo frente a una multitud de gente, como hacían los Dj's en los viejos tiempos. Me emocioné al punto de empezar a moverme en mi camilla, como si quiera bailar ahí mismo.
En eso entró alguien por la puerta, sin decir absolutamente nada. Parecía ser una enfermera por su vestimenta blanca y apretada. Me desconectó de todos los aparatos a las que estaba sujeta y por último me puso unos parches en donde habían sido introducidos los tubos, para que me dejara de sangrar. Después me miró con una seriedad de piedra y agarró un tablero con papeles.
-Puedes irte. Tu ropa está en el cuarto al que vas a salir. Te cambias y luego sales de ese cuarto y camina por el pasillo.
Inmediatamente ella salió de la habitación, dejándome sola. Me levanté lentamente y me bajé de la camilla para poder caminar e ir al mencionado cuarto. Caminé con dificultad porque me pesaban las piernas. Llegué a la puerta y efectivamente, al abrirla, encontré otro cuarto donde había un casillero, una silla y una mesa en la cual estaba mi identificación y mi ropa. Rápidamente me cambié de ropa, ya que con la que estaba en la camilla me sentía como desnuda. Terminado eso traté de arreglar un poco mis cabellos con mis dedos, de forma que quedaran algo presentable. Por último puse mi identificación en uno de los bolsillos de mi jean y tomé una bocanada de aire para luego salir por la puerta.
Al entrar al pasillo, éste automáticamente se iluminó con flechas de luces neón que me indicaban por dónde ir. Las seguí sin pensar dos veces, ya que de igual forma no había salida a algún otro lado. Caminaba y caminaba. Parecía que no había salida, porque el pasillo seguía y seguía. Tampoco podía divisar una "luz al final del camino" (si es que había final). Caminaba de forma inconsciente, parecía que iba caminando ya horas de horas. Tal vez estaban probando mi paciencia, así que seguí caminando hasta encontrar una puerta.
Llegada a la bendita puerta, final del camino, me encontré en una oficina vacía, llena de casilleros transparentes con archivos por montón. Al medio había una mesa típica de oficina y 2 sillas, una más grande que la otra. Decidí sentarme en la más pequeña, ya que me imaginaba que algún superior vendría a sentarse y por respeto se merece algo más cómodo. Volví a esperar un buen momento, hasta que de una de las paredes se iluminó un rectángulo y de ahí entró un joven soldado, que aparentaba alrededor de los 30 años, que se acercó a la mesa, se sentó en la silla disponible, sacó de un cajón un pequeño folder con papeles.
-Rein Aspergent, 16 años, con nota perfecta en música. Nada mal. -Sacó una hoja y la puso en frente mío- firma esto y quedas dentro.
El documento decía acerca de las condiciones de este lugar, que era un secreto de estado y que nadie debía saber nada de aquí más que los involucrados y el gobierno. También decía que al firmar aceptaba que en cualquier momento podrían utilizarme como prueba de experimento. Pensé "¿Qué de malo podría pasar con experimentos musicales?", así que sin más meditación agarré el bolígrafo que había cerca y firmé el papel. El hombre inmediatamente retiró el papel y señaló una puerta que se abrió de repente.
-Ve por allá y te darán las instrucciones de tu entrenamiento. Bievenida a Sonat Animae.
El hombre desapareció entre las sombras y no me quedó más remedio que dirigirme hacia aquella puerta misteriosa, esperando por fin ver algo más conocido y cómodo.
─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───
Es de noche y ya he cenado. Me toca hacer mis deberes de Armonía antes de que toquen la campana de la hora de dormir. Frente a mí hay una radio con pantalla táctil. Aquella radio podía acceder a las plataformas digitales de música en internet, así que coloqué para buscar una vieja página que ya está en decadencia: Youtube Music. Allí seleccioné una lista de reproducción de Lofi Hip-Hop, ideal para hacer tareas a mi gusto.
Todo en este lugar está tan genial: los espacios para divertirse, salones abiertos para practicar música, juegos con armas musicales (literalmente) que, dependiendo la nota o acorde que toques es el tipo de disparo o escudo que creará. También ahí pasamos las clases normales teóricas de música y también están las clases de instrumento, donde te enseñan a tocar lo que tu quieras. También está la clase de preparación fisica, que es más que todo para mantenernos en forma.