Narra Allison
Mi cuerpo se encontraba paralizado entre sus brazos, no era lo suficientemente valiente como para moverme en ese momento.
Sabía que Azrrael estaba a un lado de los escalones, y la tensión que habitaba entre los tres era asfixiante.
Quién era este hombre para ponerlo así...
Él examinaba mi mirada, mi rostro, sentía que indagaba en mi mente y traspasaba mis pensamientos.
No podía despegar mis ojos de los suyos.
Porque de eso se trataba, parecían dos imanes curiosos para mí.
Cuando apreté mi mano en su brazo algo en mí quemó, y no era la única, sus brazos me soltaron de golpe haciendo que cayera en los escalones bruscamente y aquel sentimiento se fuera.
Mis manos ardían y su mirada en mí también.
— ¿Qué acabas de hacerme?
Su voz paralizó la sangre que corría en mi cuerpo, tenía la voz gruesa y suave, apenas susurró aquellas palabras y lo entendí.
Al bajar la mirada a su brazo había una pequeña herida abierta.
Mis manos habían quemado su piel.
¿Cómo...?
Al ver mis manos lo supe, por eso ardían, la herida en mi mano izquierda comenzaba a sangrar y a abrirse una vez más.
— Te hice una pregunta Thánato, y espero que me respondas.-
La voz de Azrrael me recordó que seguía aquí, no a mi vista ni a la de mis actos, pero estaba aquí.
El hombre llamado Thánato se detuvo un momento y chasqueó su lengua.
Luego se abrió paso hasta Azrrael quien lo observaba con determinación.
— ¿Así es como saludas a un viejo amigo?
Él negó con molestia.
—¡Por los cielos! El gran creador te conceda el perdón, porque el día de tu muerte asistiré feliz en tu búsqueda hasta poder verte.
Sin poder evitarlo una exclamación salió de mi boca.
¿Acaso era un demonio?
— Me halaga entonces saberlo, pero estas visitas inesperadas se tendrán que acabar ahora mismo.
Azrrael sonaba molesto y algo ansioso, nunca antes lo había visto actuar así.
Tal vez porque apenas lo conocía...
El hombre arrogante y de aura oscura e hipnotizante vestía totalmente de negro, parecía algo antiguo con toda la ropa que cargaba, era un traje que incluía hasta un mismísimo chaleco, todo completamente negro.
— Ahora quiero recordarte que estoy aquí por una razón que no es de tu incumbencia.
Mi cuerpo se contrajo en los escalones donde todavía me encontraba.
Las miradas que se dirigían entre los dos eran sumamente molestas.
El gran hombre entonces se giró hacia mi nuevamente.
— No iba a perder la oportunidad de conocer a la hija de una muy vieja amiga...
Su susurro erizó mi piel.
Y la mirada brillante e insensible que me dirigió descompuso algo en mi pecho.
— Pero ante todo, creo que merezco una grata explicación del porqué ha utilizado sus insolentes manos para marcar mi piel.
Él se detuvo y me observó nuevamente.
Azrrael se acercó hacia él y lo hizo retroceder con una simple mirada para terminar de acercarse a mí.
— ¿Estás bien?
Yo asentí cabizbaja y él tomó mis manos entre las suyas, las cuales eran tan varoniles y blancas como él mismo.
Pero en fracción de segundos un cosquilleo envolvió mi piel y su cara cambió a un completo estado de sufrimiento acompañando un grito desgarrador.
Aparté mis manos de las suyas inmediatamente y pude notar su piel aún más enrojecida.
— ¿Pero qué ha sido eso?
Más allá de sentir dolor me observó aún más curioso.
Algo en su mirada mostraba admiración...
— Yo no lo sé...
El hombre de manera arrogante apartó nuevamente a Azrrael y volteó los ojos.
— Ella está marcada por las sombras, justamente aquí...
Con sus dedos tocó mi herida en la muñeca izquierda y yo sentí que un escalofrío me recorría lentamente.
— ¿Puedes repetir tú nombre que no lo he escuchado?
Yo negué.
— En ningún momento se lo he dicho, mi nombre es Allison.
Sus ojos se abrieron curiosos y luego soltó una leve carcajada que hizo que mi pecho se encogiera.
Tenía una risa familiar...
Cuando ya se hubo calmado me observó transmitiendo un sentimiento completamente diferente al que parecía habitar en todo el lugar y luego sin siquiera dudarlo me abrazó.
Yo me encontraba más confundida que nunca.
Qué quería de mí...
— Aún no puedo creer que seas tú...
Su voz sonó lo suficientemente lejana para darme cuenta que algo no estaba completamente bien.
Me estaba mareando.
La pequeña herida de mí muñeca palpitó cada vez más rápido, no había dejado de arder en ningún momento desde que sus manos me habían tocado.
Sentía que por mis venas subían unas fuertes descargas de energía que me nublaban la visión una y otra vez.
Otra vez no...
— ¿Allison, qué ocurre?
Aquél hombre me sostuvo entre sus brazos, ahora fuertes y duros alrededor de mi cuerpo, y supe que Azrrael se acercó inmediatamente, porque sus manos tocaron mi frente.
— Ya te lo he dicho imbécil, ella ha sido marcada.
La voz de Thánato resonó lejana...
Sólo sé que Azrrael se veía cada vez más borroso, y lo poco que distinguía no era nada bueno.
— ¡Se supone que debías cuidar de ella en todos los momentos de su día a día!
Mis ojos se iban cerrando lentamente hasta que mi cuerpo dejó de tener la fuerza suficiente para mantenerse de pie.
Y justo en ese instante caí rendida en los brazos de aquél hombre desconocido.
(...)
— Te ves muy mal querida...
Susurró aquella voz tan conocida que tanto añoraba.
— Estoy bien, sólo es cansancio.
Mi madre estaba recostada y agitada, su pecho subía y bajaba tan rápido que a simple viste pensaba que podría explotar.
Papá la sostuvo entre sus brazos y con un pañuelo limpió el sudor en su rostro, el cual se mezclaba con pequeños rastros de sangre.