Yo nunca supe lo que vivía
hasta que lo viví.
Me la jugaba a cada instante
al no y al sí.
A querer vivir
y morir.
Jugar a quererla.
Yo nunca quise
que todo avanzara como lo hace.
Recuerdo que quería
que el tiempo
se detuviera
alguna noche
arropado hasta la cabeza
y con mi cuerpo
lleno de derroche.
Yo nunca pretendí
no quererla
pero no contaba
con otras interferencias.
Hoy aún
no existe el perdón
aunque tampoco el rencor.
La cosa es que yo nunca tuve
a alguien como yo
que me dijera:
para por favor.
Entiende lo que importa
y lo que no.
Que los te quieros
sinceros
son tan efímeros
como yo.
O puede que yo
siempre lo tuviera
y no tuviera los ojos
bien abiertos
para que ellos lo vieran.