Anna Contra El Mal
El canoso psiquiatra se acomodaba las gafas como si el gesto le ayudara a tener una mejor visión de su rededor, y de mí. Yo sabía que era solo un acto nervioso.
Entendía que todo esto iba a llegar a oídos del jefe de policía, pero me sentía más cómoda hablando con el delgado y anciano psiquiatra, calificado para escuchar y no juzgar.
A la prueba estaba, que tan solo me seguía viendo con sus salientes ojos verdes, en busca -yo creo- de alguna respuesta congruente a mis palabras.
__ Tú dices...-Suspiró- entonces, que crees que no hay uno, sino dos asesinos.
El psiquiatra habló quitándose las gafas; situadas en el puente de su aguileña nariz, en un intento por actuar con normalidad. Su nerviosismo era notable por la fuerza que empleaba para fregar los -ya relucientes- cristales, con sus blancas y huesudas manos.
__ ¿Cree que fue solo un sueño?
__ Recuerdas ver a tus padres discutir de alguna forma?
Negué con la cabeza.
__ A veces nuestro subconsciente piensa tanto en algo que... -No lo deje concluir.-
__ ¿Le gustó la flor Dr. Miller?
__ ¿Qué? -Supongo que el cambio repentino le tomó por sorpresa.-
__ Creí que sería bueno tenerlo como un amigo. -Lo miré fijo. No debía de seguir con esta charla.-
__ ¿Qué crees que significa que la sombra en la ventana era tu padre?
__ A mí me gustan las margaritas. Son mis preferidas.
__ Sophia. Necesito que respondas mis preguntas, así funciona esto. -dijo recto.-
NO ME LLAME ASÍ... NO ME LLAME ASÍ...
__ Las blancas son especiales. Fueron las flores que le regaló mi padre a mi mamá cuando compraron la casa. ¿Sabía que las margaritas simbolizan un nuevo comienzo?
__ ¿Recuerdas cómo fue tu vida a partir de la mudanza?
__ Creo que terminó la hora de consulta... -Tenía que salir de aquí. Pronto.-
__ Sophia creo que deberías de sentarte y...
__ NO ME LLAME ASI!
El Doctor quedó perplejo. Supongo que rara vez gritaba.
__ Terminamos la sesión de hoy. -Concluyó antes de que cerrara la puerta tras de mi.-
Debía salir de aquí. Debía de tomar el control. Tendría que borrarlo todo otra vez.
Caminé fuera de la casa y respiré hondo.
__Lo siento… -susurré al viento- Aún no estamos listas...
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El señor Clain aparcó el coche en la entrada y subí de sopetón. Quería llegar a la seguridad de la casa.
Quería no volver a pensar en los sueños, o volver a soñar siquiera.
__ Sophi, como te fue?
__ Bien.
__ ¿Quieres hablar?
__ Creo que ya hablé suficiente.
Pero no era cierto. La mitad de la sesión de hoy solo me la pasé mirando la nada. Pero mis ánimos no estaban en su apogeo justamente ahora.
__ Comprendo.
Todo el viaje a casa fue en absoluto silencio. Él no habló, yo me limité a seguirle.
La tarde pasó volando, y la comida se transformó en cena, en tan solo un abrir y cerrar de ojos.
Y me debía enfrentar a aquello. La cama. Los sueños.
__Soy Anna, puedo con esto. -Dije frente a la misma antes de acostarme a dormir, recordando aquel libro.- Son solo miedos, y yo los creo. Así como también puedo superarlos y eliminarlos. -Estas palabras me daban un poco de valentía, pero era todo lo que necesitaba para enfrentar mis propios miedos. Mi propia oscuridad en el corazón.-
Y me acosté.
Cerré mis ojos, y soñé.
Estaba acostada en mi cama. Era mi cuarto, lo sabía porque olía así. La colcha tapaba mi delgado cuerpo, cubriendo por completo también mi cabeza. Todo estaba oscuro.
Podía oír como algo se quebraba fuera de mi habitación. Podía sentir el momento en el que cada frágil cosa tocaba el suelo. Gritos. Podía escuchar también gritos de dolor, gritos sin esperanza alguna.
Mi puerta se abría despacio como si de un monstruo cruel se tratara. Un monstruo que le gustaba no solo acechar, sino también jugar con la mente de su víctima.
El ruido hacía que mi corazón se acelerara.
¿Que era esto que golpeaba mi pecho? ¿Que era esto que dolía tanto?
Mi colcha junto con las sábanas blancas resbalaban despacio y mis piernas temblaban ante el roce.
Me aferré a la almohada con fuerza.
Con la fuerza equivalente al miedo que sentía.
__Shhhh... -Hizo seña de silencio una pequeña niña que no lograba distinguir muy bien entre las penumbras del cuarto- ...tranquila.
¿Qué?
¿Qué es este sentimiento que lacera tan filosamente mi cuerpo por dentro?
¡QUE PARE! ¡¡QUIERO QUE PARE!! ¡¡POR FAVOR PARA!!
Sentí las manos del monstruo, afiladas y toscas tomando mis piernas. Podía verlo en mi mente justo ahora.
Su rostro enfermo y desquiciado, sus dientes finos como hilo de seda que podían desmembrarte con un beso mortal. Su piel escamosa, dura y la sangre de su anterior victima en todo su cuerpo. Debía de ser terrible. Espantoso. Cerré mis ojos con fuerza. Quizá si pensaba que aún dormía no me haría nada.
POR FAVOR... NO ME HAGAS DAÑO...
Era lo único en lo que podía pensar.
__ Prometo...-Sentí la voz de la niña en mi oído. Su aliento en mi cuello hizo que se me erizara la piel.-...que haré que pare el dolor. -Terminó por decir-
Una pequeña lágrima cayó en mi almohada.
Y mis manos que como prensa sujetaban la almohada, la soltaron tan fácilmente...
El monstruo me comió viva.
Yo fui su segunda víctima.
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ESPERO LES GUSTE ESTE CAPITULO NUEVO :3 TRATARÉ DE SUBIR UNO MÁS HOY
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asesinatos, misterio y crimen, suspenso y crimen sin resolver
Editado: 30.06.2021