—¿Ya te vas? —escucho que Marcos pregunta a mis espaldas.
—Sí, ya terminé por hoy —respondo, al girarme y quedar frente a frente.
Al escuchar mi respuesta, se acerca un poco más a mí. Yo por mi lado, espero expectante a que deje de mirarme y solo diga lo que sea que esté pensando decirme.
Como si leyera mi mente, suelta un suspiro.
—Antes de que vayas quiero preguntarte una cosa —pronuncia al fin.
—¿Y eso sería?
—¿Qué harás este fin de semana?
Okay.
Esto sí que me ha tomado por sorpresa.
Finjo pesar un poco, pero es obvio cuál será mi respuesta: —estar encerrada en mi habitación y ver videos en el teléfono, ¿por qué?
Él sonríe apenas me escucha, casi como si hubiera estado esperando a que respondiera de la manera que lo hice.
—Bueno, chica rebelde —dice, sin dejar de sonreír—. Déjame decirte que tus planes han cambiado.
Levantó una de mis cejas en el acto.
—¿Sí?
Marcos asiente.
—Sí. Resulta que el sábado es mi cumpleaños.
—¿Y?
—Y te estoy invitando a mi fiesta —rueda los ojos al mismo tiempo que habla—. lo que por cierto, seguro será mil veces mejor que estar encerrada viendo videos en tu teléfono, de nada.
Ahora soy yo la que rueda los ojos con fastidio.
¡Dios!
Tal vez tenga buen cuerpo y unos bonitos ojos cafés —porque para qué mentir—, pero su personalidad es irritante… solo un poco.
—¡Y no sabes lo agradecida que estoy por ello! —suelto con una sonrisa.
—No tienes que agradecer tanto —ignora por completo el sarcasmo en mis palabras—. Somos amigos después de todo, ¿cierto?
Niego con la cabeza.
El chico castaño observa mi reacción con diversión.
—Puedes ir con tu amiga.
Bueno.
Si Ana va conmigo no veo razón para negarme. Después de todo no estaré sola.
—De acuerdo.
—Entonces nos vemos el sábado.
—Sí, nos vemos.
****
Le dije a Marcos que iría a su fiesta, sin embargo, aún no he obtenido el permiso de mamá. Mejor dicho. No he encontrado el momento oportuno para hablarle del tema. Es que… sé que hemos hecho un avance en nuestra relación —pequeño pero aún así es un avance— y por esa razón no quiero arruinar las cosas de nuevo.
Quiero que mamá vea que de verdad puede confiar en mí.
Y por eso busco hacer las cosas como se debe. Hablando con mamá. No obstante, no sé cómo reaccionará ella.
Suelto un suspiro.
Clavo mi atención en la mujer que está frente a mí. Tiene su atención en la pantalla de su computadora y de vez en cuando ojea los papeles que están encima de la superficie traslúcida del grueso cristal que vendría siendo nuestro comedor. Lleva unos lentes cuadrados puestos —los cuales solo utiliza cuando está trabajando cuando es evidente que debe usarlos de manera permanente— y su cabello que es del mismo color que el mío, lo ha recogido con un bolígrafo.
Siendo honesta. No entiendo como rayos lo hace. Lo he intentado y no consigo que el bendito bolígrafo se quede en su lugar… supongo que debe tener algún truco que no he podido descifrar todavía y a lo mejor nunca lo haga.
Suelto otro suspiro.
—Mamá —digo, llamando al fin su atención—. No hay ningún problema con que salga este sábado, ¿verdad? —suelto como no quiere la cosa.
Ella me mira de inmediato y antes de decir algo, retira los lentes de su rostro.
—Eso depende —dice, con una expresión seria en su rostro— ¿con quién irás y a donde?
Trago saliva.
Estaba preparada para este interrogatorio.
—Con Ana. Iremos a la fiesta de un amigo.
Se muestra todavía más curiosa.
Eso es extraño, si tenemos en cuenta que en otras ocasiones ni se ha molestado en querer saber lo que voy a hacer. Ni mucho menos en donde carajos voy a estar. Supongo que al igual que yo, está poniendo su mejor esfuerzo en esto.
En que nos comportemos como unas verdaderas madre e hija.
Y eso en el fondo me alegra.
—Un amigo —repite dudosa.
<<¡Carajo!>>
Olvidé que estudio en una escuela solo para señoritas.
Sí seré tonta.
—De acuerdo.
La miro perpleja.
—¿De verdad puedo ir?
—Si quieres puedo cambiar de opinión.