Soy tu victima mi amor

Capítulo 15: "Lentes"

Todos somos seres muy activos e incluso, podríamos decir que apresurados, por eso es que la vida suele pasarnos la factura de nuestras acciones mucho tiempo después, y aunque nos damos cuenta de nuestros errores, muchas veces cuando queremos remediarlos, sucede que por lo general no tenemos más opciones que aceptar la realidad que nos ha tocado. No obstante, hay veces que los destinos pueden doblarse gracias a personas ajenas a nosotros. En mi caso, Dalton había sujetado mi mano justo en el momento antes de la caída, dejando así a la deriva a Lulubel, quien sí se precipitó con ímpetu al vacío.

—¡Dalton! —gemí al verlo tomarme de la muñeca, haciendo fuerza para mantenerme con él.

Después de darme cuenta de que estaba a salvo, miré con alarma hacia abajo para asegurarme del estado de la rubia. Al parecer, su charla con la parca se había retrasado, principalmente porque aterrizó en un contenedor de basura repleto de papeles y entre otras cosas que amortiguaron su caída.

—¡Maldición! —la escuché gritar a Lulubel desde la lejanía, lo cual me hizo expresar una suave sonrisa.

—¡Lili! ¡Vamos! —para cuando Dalton me llamó, me volví a él y asentí. Debía subir y volver a lo que estábamos haciendo, lo cual era escapar.

Me esforcé por trepar la empinada muralla, y él también puso mucho empeño de su parte para ayudarme. Una vez logré dejar de estar suspendida, nos encontramos ambos agitados por el esfuerzo, aunque aun así suspiramos aliviados.

—Avísame cuando vayas a hacer otra locura como esa —dijo algo estresado mi amado, y yo me reí ligeramente.

—Lo siento —tomé entonces mi mochila, me acerqué a Dalton, y le di un tierno beso acompañado de una encantadora caricia, queriendo confiar que ese accionar le traería algo de paz—. La próxima vez trataré de no asustarte tanto.

—Ya lo creo —me respondió con la misma expresión de complicidad, e inmediatamente volvimos a correr tomados ahora de la mano apartándonos del lugar.

Otra vez nos encontrábamos recorriendo las laberínticas calles de Poipet, y los truenos resonaban furiosos sobre nuestras cabezas. Aunque traspasábamos los sitios como si supiéramos a donde dirigirnos, lo cierto es que no teníamos ni idea, y para colmo, tanto mi amado como yo, éramos ajenos al idioma local.

—¿Qué haremos?, no podemos seguir corriendo sin un rumbo fijo, tampoco podemos hablar con los ciudadanos porque desconocemos la lengua —dije mientras obligaba a mi novio a detenernos en seco, al mismo tiempo, las primeras gotas empezaban a caer.

—Tienes razón —Dalton estiró su mano para atrapar un trozo de la lluvia, y miró ésta—. ¿A quién podríamos recurrir ahora? Puede que Louis y Davis estén luchando contra esos patanes y llamarlos sería una distracción para ellos —alegó con preocupación en lo que me llevaba debajo de una saliente de techo, en donde nos refugiamos de la lluvia que empezaba a caer.  

—Tengo una idea —fue entonces que busqué el teléfono nuevo que tenía en mi mochila y empecé a usarlo. Al comienzo me costó un poco, pues al ser un modelo completamente nuevo, no estaba acostumbrada a él.

—¿Puedes con eso Lili? —él miraba lo que hacía algo preocupado en lo que escuchábamos el agua caer.

—Sí, ¡lo siento!, soy un poco torpe para estas cosas —después de perder un par de minutos, pude acceder a lo que pensaba—. ¡Aquí! —mencioné felizmente y le mostré un mapa a Dalton—. ¡Estamos aquí, y este es el sitio al que debemos llegar! —le indiqué con mi dedo, y mi amado se mostró satisfecho.

—Es una fortuna que tengamos este tipo de cosas en nuestra época —declaró—. Pues bien, supongo que lo ideal ahora es que esperemos a que la lluvia termine para movernos.

—No, si esperamos, puede que ellos nos alcancen primero. Si estoy en lo correcto… —miré mi mochila y puse ahí dentro mi teléfono; afortunadamente ésta resistiría muy bien el agua de la lluvia al ser de plástico— … puede que ellos hayan frenado la búsqueda por la tormenta, así que podemos movernos sin preocuparnos tanto —aseguré.

—¡Wow! ¡Eres tan brillante como tu hermano, Lili! —me alagó él, a lo que me dio algo de vergüenza.

—No es para tanto… ¡ahora vamos! —volví a sujetar la mano de Dalton, y esta vez lo guié yo por las calles de Poipet.

La tormenta se estaba poco a poco intensificando, y la visión de ambos se deterioraba por la fuerza con la que venía la lluvia. Estar corriendo debajo de este temporal, no era lo más sano para el cuerpo, especialmente porque el agua estaba helada, y nuestras vestimentas se empapaban constantemente, comenzando así a pasar el frío a través de éstas.

—¡Achu! —expresé limpiándome la nariz con una mano luego de ese estornudo.

—Lili, ¿estás bien? —preguntó Dalton preocupado.

—Sí, estoy bien —la verdad, es que me sentía todo lo contrario. Me estaba empezando a marear un poco, así que probablemente existía la posibilidad de que tuviera algo fiebre; era un mal momento para hacerlo; no podía permitirme enfermarme por la situación que pasábamos.

—Si quieres puedo cargarte, yo no tengo problemas —me sugirió, y yo me negué con la cabeza. Minutos después vimos a lo lejos un enorme edificio que correspondía con la descripción de un casino, y así también, a un hombre que estaba parado cerca de la entrada; supuse que estaba esperando a alguien. Por mi parte me alegré sin darle mayor importancia al tipo que estaba a unos kilómetros más delante nuestro, pero luego de eso, mi cuerpo dejó de responderme, y de repente, terminé en el suelo.

—¡Lili! —escuché la voz de Dalton en forma de eco.

—¿Eh? ¿Qué… me pasa? —empecé a sentirme acalorada aun con la lluvia helada; ¡o no, la fiebre, me está afectando!

—Parece que necesitan ayuda —mencionó un hombre que hablaba nuestro mismo idioma, por lo que yo observé de reojo a quienes estaban sobre mí.



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Editado: 10.06.2020

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