14.2

El olor que provenía de la cocina me produjo repulsión, no entendía por qué si estaba acostumbrada a todas las mañanas tomar una taza café. Mi cuerpo entero temblaba cuando me puse de pie, el día anterior había vomitado pero no creía que me afectaría tanto hoy. Escucho los murmullos de Luke al son de alguna canción que probablemente recién había descubierto.

– ¿Luke? – hablé un poco alto desde el pasillo mientras me sostenía de la pared para poder caminar.

Sus pasos resonando por el frío suelo me hicieron sonreír con algo de cansancio.

– Kate, cariño, buenos días – ojos brillantes y un aroma a limpio desprendían de él – ¿estás bien?, te ves un poco pálida.

Al percatarse de que a penas y podía estar en pie, me tomó entre sus brazos cargándome como si de un bebé se tratase. Suspiré contra su pecho y negué despacio.

– Me siento bastante débil y las náuseas no desaparecen. – Me mira con el ceño fruncido al tiempo en que me deja sobre el sofá y puedo notar cómo repasa las posibilidades de estar realmente enferma y en qué podemos hacer.

– Okey, voy a traerte un abrigo y vamos a ir a urgencias. No recibo un no por respuesta.

Evité responder porque realmente sí me sentía como muerta en vida y no le negaría unos cuantos cuidados. Lo más probable era intoxicación por alguna comida, que aunque no es placentero, tampoco es algo peligroso por lo que nos tengamos que preocupar.

El viaje fue tedioso, los edificios que pasaban a gran rapidez por la ventana me mareaban más pero cerrar los ojos hacía que la cabeza me diera vueltas a mil por hora. La jaqueca era todavía peor. Luke de vez en cuando ponía su mano sobre mi pierna y me daba un apretón, sentía que era su forma para auto decirse "todo estará bien", se encontraba más asustado que yo.

– Listo, espera aquí mientras voy a buscar una silla de ruedas para que no tengas que caminar. – Tal vez no se dio cuenta de que asentía pero mi cara definitivamente lo preocupó todavía más.

A lo lejos, lo vi corriendo de vuelta al auto, por unos segundos creí que se tropezaría con la silla y seríamos dos en emergencias, pero para suerte de ambos logró subirme y volver al hospital sano y salvo. Acariciaba mi hombro con delicadeza y cuando nos indicaron en dónde podíamos esperar, se hinco frente a mí para besar mis manos.

– Quita esa cara, por favor que parece que te va a dar un paro cardiaco del miedo.

– Si vieras la tuya, no te quejarías – suspiro mientras pongo los ojos en blanco y lo escucho reír – así pálida, como si fueras un personaje de alguna película de Tim Burton, te ves preciosa como siempre.

– Sólo espero no convertirme en el cadáver de la novia.

La espera fue relativamente rápida, hicieron algunos chequeos básicos y me tomaron una prueba de sangre para descartar anemia o algo por el estilo, con mis hábitos de comida y en general como vivía no me sorprendería padecerla. Luke se quedó a mi lado en todo momento aunque le dije que podía entrar sola, en secreto se lo agradezco porque le tenía pánico a las agujas. El doctor entró con unos papeles en la mano y con una expresión bastante neutra por lo cual pude sentir que respiraba con normalidad de nuevo.

– Bueno, la debilidad que siente es porque su cuerpo carece de bastantes vitaminas y nutrientes en este momento. ¿Sabe que eso le podría afectar al bebé también?, he de suponer que no ha tomado ácido fólico tampoco, le puedo recomendar algunas pastillas que no afectaran el proceso. Debe cuidar mucho su alimentación, tomar agua... pero aparte de eso, no es ninguna enfermedad.

Mi mente no podía procesar lo que el doctor seguía diciendo, ni siquiera entendí nada después de que la palabra "bebé" saliera de su boca.

– Perdón, ¿dijo bebé? – Luke fue el primero en reaccionar, lo miré y me di cuenta de que estaba tan pálido como yo. Un escalofrío me recorrió y todo síntoma de "intoxicación" desapareció.

– ¿Ustedes no sabían que esperaban un bebé?, tiene 3 semanas Katherine. – Me miraba de forma seria y yo simplemente balbuceaba.

Claramente, no tenía ni idea.