Busco la opción de “aleatorio” entre mi música y me pongo los audífonos. Era muy temprano para estar despierta un domingo pero en mi cabeza no cabían más que las palabras que le había dicho a Luke, necesitaba mantenerme ocupada para no terminar volviéndome loca. Tal vez para otras personas esto no fuera la gran cosa, pero yo conocía muchísimo a Michael y sabía lo especial que era, simplemente no podía permitirme estar enamorada de otra persona mientras él se encontraba cada día esperando para verme y me amaba con cada parte de su alma.
Ya llevaba bastante tiempo dando vueltas por cada máquina del gimnasio, me senté en una de las bancas para descansar y cerré los ojos suspirando.
– Tal vez necesites esto – justo cuando sentí que mis audífonos caían logré escuchar su voz. Lo miro bastante sorprendida mientras me extiende una botella de agua – vamos, no me dejes esperando.
Tomo la botella y la abro despacio, siento sobre mí su mirada y me pone completamente nerviosa en cuestión de segundos.
– Creí que estabas enojado.
– En realidad, la que se enoja siempre eres tú y yo estaba molesto conmigo – sonríe y sus ojos se achinan de una manera graciosa, pero se ve realmente lindo – jamás podría enojarme contigo.
El líquido se queda atascado unos segundos en mi garganta y me hace toser, Luke coloca su mano en mi espalda dándome golpecitos suaves.
– ¿Qué haces aquí? – pregunto cuando logro respirar con normalidad.
– Bueno, ayer Michael nos dijo que podríamos ir a tomar algo en la mañana, ya que usualmente salías los domingos para venir acá – se encoje de hombros completamente tranquilo – me puso un mensaje hace unas horas. Algo te tiene mal para que estés levantada desde temprano sin tener trabajo.
Miro el suelo asintiendo, no tiene caso mentirle. Me conoce como nadie nunca lo ha hecho, pero es que ese había sido su trabajo siempre. Conocerme tanto para saber qué me gustaba, cuando estaba mal y cuando mentía. Pero tampoco quería decirle mis razones reales de todo éste estrés.
– Tengo problemas con el trabajo – levanto la vista hacia sus ojos, para que no piense que es mentira – no me da tiempo terminar las cosas y tengo muchísimo desorden. Pero estoy bien, solo necesitaba desahogarme.
– ¿En serio es eso?, ¿por qué no me pediste ayuda? – luce bastante preocupado y eso provoca una punzada en mi corazón porque nunca me ha gustado ocultarle cosas. Pero han pasado muchos años y hemos cambiado, tal vez ya ni siquiera le interés realmente.
– Oh, no… yo puedo sola, no es tan grave. Ahora, tengo que ir a ducharme – tomo mis cosas y casi corriendo entro en las bañeras de las chicas.
Dejo mis cosas en el suelo y después una chica entra un poco confundida, apenas me ve camina hacia mí.
– ¿Eres Kate? – asiento sin comprender – bueno dijo un chico rubio allá afuera que salieras o él iba a venir por ti… ¿e-estás bien? – puedo ver el nerviosismo al preguntarme lo último en voz muy baja.
– Ah, sí, no te preocupes – le sonrío – solo está molestando.
Después de intercambiar unas cuantas palabras más se va dejándome ahí completamente sola, me quito la ropa y entro una de las duchas. Mientras abro la manilla del agua escucho el sonido de la puerta, no le presto mucha atención en realidad y lleno de jabón mi cuerpo.
– ¿En serio no creías que iba a entrar? – abro los ojos quedando completamente estática.
Cierra la puerta con seguro y lo primero que se me ocurre es buscar la toalla para cubrirme pero la he dejado del otro lado.
– Luke, por favor no seas inmaduro y… vete – hablo bastante segura pero comienzo a sentir un nudo en mi garganta cuando escucho sus pasos acercándose.
– Sé que hace unos días dije muchas cosas y tal vez estés confundida – su voz suena bastante tranquila – pero quiero darte muchas explicaciones, aunque no es correcto. ¿Podrías salir?
– Ni lo pienses – murmuro – si no quieres que me moleste contigo es mejor que ya estés caminando hacia la salida.
– En realidad a estas alturas que me dejes de hablar sería lo mejor para todos – suspira y comienza a abrir la puerta.
– ¿Qué demonios haces? – ríe bajo mientras me giro quedando de espaldas a la puerta de la ducha.
– Tranquila, prometo cerrar los ojos, solo si me escuchas – sus zapatos chocan en el suelo mojado y cuando lo miro de reojo extiende su mano con la toalla. La tomo enseguida y me envuelvo en ella, cuando estoy a punto de salir huyendo de ahí, me toma por la cintura y abre los ojos.
– Suéltame… – me calla besando mi frente de forma suave y sus manos suben hasta mis mejillas.
– Me encanta como se te ve el cabello mojado – lo miro a los ojos y estos se encuentran un poco rojos – te amo muchísimo aún lo hago como hace ocho años, hermosa.