NATHALIE
El día había sido increíblemente agotador, me sentía derrotada, no había sido capaz de ayudar a mi abuela por mí misma y la situación me había llevado a tomar esta decisión, aceptar esta absurda propuesta.
Mire a mi alrededor, la cama era enorme, estaba en el centro de la habitación, el vestidor era mucho más grande que la habitación que estaba alquilando; entre al baño y era de ensueño, Había una tina enorme y toda la decoración era azul y blanca.
Quería darme un buen baño en la bañera, pero estaba agotada así que opte por tomar una ducha rápida, ya tendría tiempo para probar esa enorme bañera.
Me metí en la cama y las suaves sabanas de seda me reconfortaron, ya estando cómoda me permití llorar.
Lloré por todo lo que había sucedido, por todo, por mi abuela, porque por fin podría ayudarla, así como ella me ayudó, por primera vez en este año me permití desahogarme, me permití liberarme de un poco de la carga que llevaba encima.
Después de eso simplemente dormí, como en mucho tiempo no lo había hecho, sin miedo y en tranquilidad.
Temprano a la mañana me despertaron unos golpes en la puerta.
— ¿Qué pasa? — pregunte un poco adormilada, odiaba que me despertaran cuando no era necesario, si podía dormir, dormía hasta que mi cuerpo decía no más.
— Voy a pasar Nathalie — escuché la voz de Alexander desde el otro lado de la puerta y en un minuto lo vi entrar, llevaba un traje azul marino que le quedaba de infarto.
— Ya me voy a la oficina —
— Oh genial, ¿Qué esperas que yo haga? — medio gruñí con la cabeza enterrada a la almohada, — Si quieres desayuno, tu asistente estará encantada de llevártelo al escritorio —
— Veo que eres gruñona en las mañanas, tendré eso en cuenta — me dijo divertido.
— ¡Ya! ¿Dime que quieres? — quería seguir durmiendo, en esta cama era como dormir en las nubes.
— Muy bien prometida gruñona — Gruñí al escucharlo reír, — está claro que las mañanas no son lo tuyo, sólo te aviso que Lexie vendrá directamente aquí después de medio día, no tienes que encontrarte con ella en el centro comercial, te traerá algo, también olvidé decirte anoche, los siguientes meses te depositare directamente a la tarjeta la mensualidad acordada del trato — asentí, aunque si había traído una de mis mudas de ropa por las dudas, quería ver a mi abuela antes de salir de compras.
— Ok — me removí entre mis cobijas — Ahora vete a trabajar, aún tengo tiempo para dormir. Adiós Cariño — fue lo último que dije antes de caer rendida de nuevo.
Me volví a despertar a las diez, había tenido un sueño raro donde le decía cariño a Alexander, y uno aun mas extraño donde lo tenia frente a mi con un traje azul que se ajustaba en sus mejores atributos haciéndome babear.
Si no fuera porque conozco la actitud de Alexander, estaba segura que caería en sus brazos con solo tres lindas palabras, era un hombre increíblemente atractivo, y por su fama de mujeriego podía apostar que era muy buena amante.
Me Aliste y baje a la cocina a preparar un café, iría a ver a la abuela antes de salir con Lexie, de paso daba los diez mil para pagar lo que debía y ya pagaría el resto cuando cobrará mi sueldo. Prefería no gastar nada de la tarjeta que me dio Alexander.
En el hospital no pude hablar con la abuela, Había tenido fuertes dolores de cabeza temprano y en este momento estaba un poco sedada, sólo me senté un rato a su lado sosteniendo su mano mientras la veía dormir.
Fui a hablar con su doctor, que también era mi amigo, para dar aviso del pago para realizar la cirugía y logramos concretar una cita para realizarla dentro de quince días, seguro pediría una licencia de unos días para estar con ella. Me despedí de Katherin encargándole de avisarme de cualquier cosa que sucediera con ella y volví al departamento de Alexander.
Al llegar a casa quise preparar algo para almorzar, pero la cocina estaba vacía, en la nevera sólo había un par de yogurts, imagine que más adelante tendría que hacer unas compras, hablaría con alexander de eso, no podíamos vivir de comida de restaurantes y pizzas todo el tiempo, al final tome uno de los yogurts me dispuse a comerlo cuando mi teléfono sonó.
— Diga —
—Hola Nathalie, ¿estás en el departamento? —.
— Si me encuentro acá, que se te ofrece Alexander. —
— Nathalie ¿sabes conducir, tienes pase? — la pregunta me tomo por sorpresa, para que quería saber eso.
— ahmm, si, se conducir y tengo pase, ¿porque quieres saber eso? —
— Perfecto, te compraré un auto — ¿había escuchado bien? ¿me compraría un auto?
Estaba asombrada, como era que a este hombre no le importa derrochar dinero, decía que iba a comprar un auto como decir que iba al supermercado por una leche.
— No es necesario Alexander, te agradezco el gesto, pero no quiero ni necesito un auto — le dije tratando de convencerlo, pero ya sabía cómo era.
— ¡Claro que es necesario! Mi prometida no puede ir andando en transporte público —
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Editado: 27.10.2022