ALEXANDER
Nathalie se encontraba devastada, al final no tuve que pagar nada porque ella había pagado por una cirugía que ya tenía programada y ahora por lo sucedido no podían realizarla.
— Nathalie tenemos que hablar —
— Ahora no Alexander, no es buen momento — la vi limpiarse algunas lágrimas, la tomé de la mano para levantarla de su silla, tal vez algo caliente le ayudaba a calmar sus nervios, además no habíamos alcanzado a cenar, no iba a permitir que ella estuviera tanto tiempo sin comer.
— Ven, vamos a pedir un café, la cirugía aún durará un tiempo — se soltó bruscamente de mi agarre, y volvió a sentarse donde estaba.
— Solo vete Alexander — dijo mientras pasaba las manos repetidamente por su cara
— No es necesario que estés aquí, puedes ir a casa y descansar — estaba loca si creía que la iba a dejar sola, sin embargo, di media vuelta y emprendí mi viaje hacia la cafetería.
El hospital era grande y espacioso, había una zona médica, donde según leí en mi celular atendían muy buenos doctores y especialistas, y prestaban su atención las veinticuatro horas del día. La otra zona estaba pasando un enorme jardín y hacía de hogar para ancianos y algunos niños (mayoría de ellos con alguna enfermedad terminal que necesitaban atención constante).
Me sorprendí al ver que el costo de la mensualidad no era mucho, pero aun así valía lo suficiente. Nathalie no había escatimado en gastos con su abuela.
Lleve dos cafés y dos sándwiches, tenía que hacer que ella comiera algo, la cena había quedado en la mesa sin probar y tal vez hacerla comer y hablar de algo ayudaría para distraer su mente.
— Come — le ordene pasándole uno de los cafés con un sándwich.
— Pensé que te habías ido ya — me dijo con las cosas en sus manos.
— No pienso irme de acá, ahora come, y definitivamente no es una sugerencia, come todo o me obligaras a dártelo en la boca — tome un sorbo de mi café.
— No te atreverías —
— No me retes, solo come ma chêrie — le dije de forma suave.
Ella sonrió y empezó a comer de forma lenta, pasada media hora salió el doctor, la vi levantarse tan rápido que trastabillo, por suerte logre sostenerla de la cintura.
— ¿Como esta ella Jayden? — le dijo al doctor, con más confianza de la que me imaginaba, fruncí el ceño y la abracé hacia mí.
— La cirugía fue un éxito — le dijo sonriente — introducimos una sonda en el tórax para drenar el líquido, debe mantener esta sonda por 24 horas aproximadamente, pero gran parte del mismo ya fue drenado. En un rato la pasarán a una habitación y podrán verla, aún no es recomendable llevarla a su habitación en el hogar, es mejor tenerla aquí en observación— lo vi apretarle el brazo, — No te preocupes Nath ella es tan fuerte como tu — le guiño el ojo y con eso se retiró.
Quien se creía para guiñarle el ojo, sentí unos brazos rodear mi cintura.
— Ella va a estar bien — me dijo sollozando.
— Todo va a estar bien — la consolé.
Pedí que pasarán a Rose a la mejor habitación privada que tuvieran, y que instalaran una camilla más en el lugar, sabía que Nathalie dormiría allí y no quería que lo hiciera en una silla.
Estando en la habitación me quedé viendo a Rose, era una mujer mayor pero no se le notaba tanto la edad, tenía mucho parecido a Nathalie, vi como ella se acercaba y le susurraba cosas mientras acariciaba su cabello, era una imagen muy tierna.
Eran aproximadamente las tres de la mañana y los dos estábamos sentados en la camilla con la espalda pegada a la pared mientras charlábamos de todo un poco.
— ¿Hace cuanto vives con tu abuela? — a vi tensarse, pero soltó un suspiro.
— Desde los doce años — contesto mirando a Rose.
—¿Por qué vivías con ella? —
— Es una historia muy larga Alexander, lo mejor será que vayas a tu casa — quiso evitar el tema, pero evite que lo hiciera.
— Tenemos tiempo para la historia, no te pienso dejar sola esta noche — ella me quedo mirando, como sopesando que decir hasta que suspiro y empezó a hablar.
— Mis padres murieron cuando tenía nueve años, después de eso fui llevada a un orfanato y de ahí pasé a varios hogares de acogida distintos, cuando iba a cumplir los doce me mandaron a un hogar con una pareja que quería adoptar un niño grande, la mujer era agradable, pero él hombre era muy extraño, siempre se me quedaba mirando y a veces me tocaba la cara y el cabello de forma rara— al escuchar eso apreté los puños en mis piernas, pero no la interrumpí.
— Con el pasar de los días su comportamiento se hizo aún más extraño hasta que el día de mi cumpleaños se quiso propasar, yo le di una patada en los bajos y salí corriendo del lugar, nunca volví allí, ni tampoco al orfanato, simplemente pase varios días en la calle hasta que un oficial me encontró y me llevo a la estación de policía, allí contactaron con mi abuela, ella había estado buscándome desde la muerte de mis padres, desde ese momento vivo con ella, se esforzó toda su vida por darme lo mejor —
La abrace y bese su cabeza, no sabía que decir, esta mujer me sorprendía cada vez más, no era tan frágil como creía.
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Editado: 27.10.2022