ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴘᴀʀᴀ ᴄᴏɴᴛᴀʀ

OJOS CAFÉ

La deje en su casa a eso de las diez de la noche, no podía dormir pensando en lo mal que estaba nuestra relación, ella no estaba dispuesta a dar por mi lo que yo daria por ella, estaba molesto, pero la amaba, desde los diez años, eramos inseparables, nos cuidabamos, me conocía más de lo que yo creía y yo creo no poder decir eso de ella. Pero se me ocurrió irla a buscar, el reloj corría a una velocidad increible, ya eran casi las cinco de la madrugada, no creo que ella este dormida, tenía insomnio casi todos los días, se pasaba largas horas escribiendo. 

Llegué a su casa esperanzado, pero de un momento a otro, las palabras se iban convirtiendo en filosos cuchillos y le grité -¡Eso es lo que te mereces!, espero que te toque un amor efímero y que cuando llegué el momento te preguntes algún día que hiciste mal.- ella no me podía ver, ni creer en lo que mi boca decía, quería que me mirara, quería que viera mis ojos en mi maxima expresión de tristeza. Estábamos a mitad de la calle, a las cinco de la mañana con un leve viento frío, donde solo se lograba escuchar mi voz quebrada.

-Yo solo deseo que te marches.- me dijo por fin mirándome a los ojos, -Todo es efímero, fugaz, lamento mucho lo que nos sucedió.- me volvío a decir tocando mi hombro, pero le aparté su mano.

-Lamento lo que te ocurrió- le corregí, ese día me marché. Quise engañarme por muchos años que ya no sentía nada por ella, la pienso día y noche, ella me perdió o la perdí no estoy seguro. No la volví a ver, porque encontré a una mujer maravillosa, un amor que tanto deseaba, un amor duradero, un amor vivaz con la que no tenía problemas, casi veinte años juntos.Conocí a mi mujer un año después de ese día, en una cafetería ella estaba trabajando y yo estaba sumamente perdido bebiendo café, me contó que había terminado con su prometido y miles de cosas más, una cosa llevó a la otra y nos terminamos enamorando, nos casamos y tuvimos una bebe.

Todo lo que hacía me iba bien, trabajaba, compramos una casa, era feliz, pero no la olvidaba. Hace unos días me encontró, lo primero que hizo fue verme a los ojos y trato de sonreir, supe que la seguía amando. Estaba con mi hija, tiene cinco años, ella solo la miro con ternura, pero no dijo nada, nos saludamos un poco incomodos pero sin rencores. La invité a mi casa como si nada hubiera pasado y la presenté como mi vieja amiga y fui un estupido, porque le quería mostrar lo que perdío. Cuando cenamos mi mujer no paraba de hablar, quizás notaba la tensión, amo eso de ella, algo totalmente opuesto a la que presenté como mi amiga.

-Mi esposo no para de hablar de ti, de que te quiere ver.- le dijo sonriendo mi mujer, en la mesa solo había silencio que ella no percató en ningún momento. -Comentaba que escribías sumamente bien y te hemos visto en entrevistas y eres fantástica.- volvió a decir, haciendo énfasis en cada palabra, era cierto, la vimos en periodicos y en televisión, pasaba horas viendo lo mismo, mi mujer nunca se dió cuenta. 

-Si, yo también lo extrañé. - dijo sonriendo, mirandome fijamente, -Lastima que esta posiblemente sea mi última vez aquí, me voy mañana por la noche, encontré a personas increíbles del otro lado del mundo que aprecian lo que escribo y quizás si logran convencerme me quedaré.- dijo mirándonos a todos, quizás sea lo mejor para ella y para mi, nuestro final debía ser ese, yo era feliz, pero mientras ella estaba sumida en sus pensamientos  no paraba de mirarla.

-Espero que te acuerdes que aquí tienes amigos.- le dijo mi mujer y yo sonreí.

-Agradezco mucho esta cena, pero creo que es hora de irme, tengo que preparar mis cosas.- dijo levantándose de la mesa de forma  amable, algo que jamás haría. Se despidíó de los tres y se fue caminando sola, no tuve el valor de acompañarla, eran casi las tres de la mañana y no estaba dispuesto a perder la vida que construí. Pero amaneció y lo unico que pensaba es que el amor de mi vida se iba a la noche, agarré un par de cosas, le menti a mi mujer que me iba a trabjar y le di un gran beso a mi hija, me fui al aeropuerto a eso de las diez de la mañana, la esperaría todo el día si es necesario.

Pero la vi con un chico alto, había entrado por la puerta de atras y él le ayudaba con un par de cosas que se le habían caido del bolso, estaba a punto de bajarme para decirle que me iba con ella y escuché el buzon de voz de mi mujer, era mi hija preguntandome si iba a cenar con ellas y que llevara los chocolates que a ella le gustaban. Me arrepentí, me subi al auto y me fui, no iba a dejar mi hija, no lo haría, volví a casa, cenamos y vimos un par de peliculas hasta que se durmieron y después intenté llamarla pero no me contestó.

Pasaron un par de años y  cada vez más pienso en lo bien que hice de no abandonar mi familia, tenemos nuevos amigos, mi hija casi dieciseis años, mi mujer es brillante y sobre ella no volví a pensarla, mi hija le envio desde mi correo un par de mensajes, ella ama lo que mi vieja amiga escribe. pero no conestó ninguno, por lo que se esta formando su propia familia con el chico que la vi en el aeropuerto y me alegra. 



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En el texto hay: amor, historiascortas, historiasdetodo

Editado: 26.10.2021

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