Prólogo
Yenerys
Cuando Yenerys Yando había aceptado la misión de servir como una digna científica militar del imperio Terrax, jamás creyó que tuviera que hacer cosas tan horribles como lo que estaban presenciando sus propios ojos: La forma de vida Lukrotaniana se retorcía de dolor mientras sus huesos se rompían y reformaban debido a la transmisión. Su pelaje marrón había desaparecido por completo, dejando solo quemaduras en su piel rosada. Sus grandes colmillos habían abandonado su puesto y ahora se regaban por el suelo de metal como pequeñas perlas blancas. Lágrimas de sangre púrpura caían por sus mejillas. La cápsula donde estaba encerrado brillaba con la energía que había cambiado al universo entero, introduciéndose dentro de él como si fuera una batería, cosa que solo estaba dejando hoyos por sus brazos, piernas y pecho.
«No lo logrará,» Pensó amargamente. Su rostro no coincidía con lo que en realidad sentía Yenerys, pero solo podía apretar sus pálidos puños tan fuerte que estaba segura de que en cualquier momento extraerían su propia sangre. Los ojos de la forma de vida, apenas enfocados, de color marron la miraban con suplica, una suplica que ella no podría atender, sin importar cuánto quisiera.Todo su odió solo podía ser dirijido hacía si misma..., Y hacía el otro ocupante en la cámara de pruebas: tenía la piel roja, nada raro en su especie, su largo cabello negro estaba recogido. Sus orejas puntiagudas estaban moviéndose de arriba a bajó, macabramente divertido con el sufrimiento del sujeto de pruebas. Ni un poco preocupado por el echó de que la computadora claramente estaba mostrando imágenes en vivo y en directo de como todo su sistema nervioso se estaba convirtiendo en una bomba. Las cosas empeoraron cuando de repente, en el cuerpo del Lukrotaniano comenzaron ha aparecer lineas azules que se extendían hacía su pecho. «Su piel se está desgarrando,» claramente estaba apunto de explotar. Tuvo que desviar la mirada cuando los ojos del sujeto brillaron de azul. Solo un grito, un horrible gritó y una explosión que sacudió toda la nave marcó el final del sufrimiento de la forma de vida.
El espejo había logrado soportar la explosión, no se podía decir lo mismo del Lukrotaniano y la cámara del Renacimiento. Solo había dejado marcas negras de la explosión y la cápsula destruida. No había rastro del sujeto de prueba, solo sus cenizas. Yenerys apretó los dientes con fuerza cuando escuchó la risa enfermiza del científico culpable de aquella horrible muerte.
-Jaja. Siempre es divertido, ¡Pum! ¡Pum! Y no queda nada ¡Pff, jajajaja!
-Te dije que no sobreviviría, Mohayad. - Gruñó Yenerys, -La forma de vida no era lo suficientemente evolucionada para tener un núcleo Nova.
Mohayad relajo sus carcajadas y la miró con una enorme sonrisa. Sus ojos son grises, tan repugnantes como su podrido corazón. Nada haría más feliz a Yenerys que desprender su maldita cabeza de su cuerpo. Tuvo que contenerse de no saltar sobre él cuando dijo:
-Lo se. Pero me encanta cuando tienen aquella mirada de desesperación, de miedo. Es como si todo tu cuerpo estuviera lleno de electricidad. ¿No es eso lo que sienten los que son como tú, Yando?
«Ni un poco,» si había que describir lo que sentía cuando el Nova corría por todo su cuerpo, era solo calidez. Desafortunadamente la mente enferma de Mohayad estaba tan afectada por el placer de matar que no valía la pena mencionarlo.
-Si ya terminaste tu juego, debemos irnos. Cómo te lo advertí, el Planeta Lukot tiene formas de vida que apenas y saben lo que es una rueda. Aún no están lo suficientemente evolucionados para soportar la energía Nova.
-Me di cuenta. Jeje, que divertido fue.
-Solo nos hacés perder el tiempo. - Yenerys salió de la cámara, con Mohayad siguiéndola. Las luces iluminaron los pasillos giratorios grises metálicos de la nave, aflojando solo un poco la frustración de Ella. -Se supone que estamos en una cruzada para encontrar nuevos planetas y habitantes capaces de sobrevivir a la prueba.
-Creí que era prometedor, después de todo compartían cierta similitud con nuestra especie.
-No lo suficiente.
-Afortunadamente, nuestros problemas están a punto de terminar.
Yenerys se detuvo. Por un momento sintió que su piel blanca se enfriaba.
-¿De qué hablas?
Mohayad sonrió perversamente.
-Sígueme.
Ella lo hizo, contra todo pronóstico en verdad hizo lo que le pidió. Odiaba a la alimaña hasta sus tripas, pero tenía que saber. La nave: Vonclau, era solo un crucero de exploración e investigación científica, pero eso no lo hacía una nave pequeña. Su forma ovalada ayudaba con la velocidad, sin embargo, no estaba diseñada para la guerra, como ya se había dejado claro, es una nave de exploración, solo hecha para propósitos científicos. Habían tenido que pasar desapercibidos varías veces para evitar los grandes buques de guerra de otras razas que claramente no les gustaba el imperio Terrax. Estaban muy, pero muy lejos de casa, estar en otra galaxia ya era de por si muy peligroso para todos los que estaban en esa nave ¡Incluyéndose a ella!
Tuvo que esperar detrás de Mohayad debido a los dos guardias de armadura biónica que estaban en las puertas de metal. Eran enormes, completamente cubiertos de Talaryo grueso y inoxidable, solo sus ojos eran visibles: rendijas rojas y brillantes que no reflejaban nada. No era extraño en lo absoluto, ellos no pertenecían a su especie, sólo era un Groniano: una especie asquerosa y caníbal, más bestias que hombres. El adoctrinamiento los mantenía bajó control, solo son soldados esclavos para el ejército, carne de cañón sin importancia a los ojos de la gran mayoría de los Terrax. Medían unos 2,72 metros de altura. Con músculos fuertes, preparados para la batalla. Su piel era verde grisácea escamosa, sino fuera por la armadura que lo cubría lo podría ver. Sus cuatro dedos tenían garras que ahora mismo sostenían sus rifles de energía Zionica. «Asquerosos Ranarys de sangre fría,» parecía que la bestia podía leer su mente, porque sus ojos fríos la veían fijamente. No estaba intimidada en lo absoluto, pero escuchar la risa del científico hizo que sus puños se llenarán por un momento de energía lumínica, su energía Nova estaba apunto de reventar.