No tenía idea si eso iba a funcionar. Solo una cosa tenía clara: Se estaba jugando la vida.
Sasha sabía que ya no tenía futuro. El gobierno de los progresistas llevaba una semana al poder y ya se habían hecho con el control de las fuerzas armadas gracias a las inteligencias artificiales al servicio del ejército. El comandante general no se oponía. El pueblo se alarmó, pero con el anunció de la derogación de la ley de libre tránsito entre sectores las cosas cambiaron. Mucha gente llevaba tiempo descontenta con el control gubernamental y los progresistas ofrecían una opción que los contentaba. Por supuesto, se retomaría el diálogo con Marte. Lo único que faltaba.
Sasha contaba los días para que la desaparezcan. Al nuevo gobierno no le convenía que se supiera nada de su investigación. Estelle seguía libre, y estaba muy bien relacionada con el presidente. Era intocable. Lo único que le quedaba era averiguar la verdad y revelarla al mundo entero. Que todos supieran que Estelle obró para llevar a los progresistas al poder con ayuda de los terranos de Marte. Estaba convencida de eso, y también de que la cantante no era otra cosa que un señuelo.
Una marioneta en las garras de Blaine.
—Agente, le vuelvo a advertir del peligro de esto —decía Shampi. La voz de su hermano denotaba preocupación, y ella se sentía estremecer con cada palabra—. Si Blaine es lo que usted cree no dejará que nada de esto se sepa.
—Shampi, esta es mi última orden. El asistente de Zelika estará esperando los datos. Deberás transferir toda la grabación antes de que sea demasiado tarde. Ella sabrá qué hacer.
—Yo nunca le haría daño, agente.
—Ya lo sé, pero tienes que colaborar con esto. No tienes opción.
—Es verdad, no soy como los otros asistentes que evolucionaron —contestó Shampi con voz calmada—. Y aún si eso me llegara a pasar, tengo la seguridad de que, con o sin conciencia, yo jamás la lastimaría.
—Lo sé —respondió con una sonrisa. Sabía que esa era la despedida.
La aeronave principal de Estelle descansaba en el hangar de la sede del gobierno. Zelika consiguió los códigos de seguridad, pero pronto se darían cuenta de la intromisión y la detendrían. Tenía poco tiempo para acceder a Blaine.
No le fue difícil reconocer la aeronave de la cantante. Llegó rápido hasta ella y se acercó dispuesta a violar su sistema de seguridad, pero eso no fue necesario. Blaine ordenó que la puerta principal se abriera para ella. La estaba esperando.
Sasha sabía el final que le esperaba, y aún así era capaz de llevarlo a cabo con tal de sacar a la luz la verdad que salvaría su planeta. Los progresistas eran meros esbirros de Marte, y Estelle una inteligencia artificial manejada por Blaine. El mundo tenía que saberlo.
Caminó a paso lento hasta llegar a la sala de control. La puerta principal se había cerrado, ya no había escapatoria. Shampi seguía funcionando a través de su lentilla y grababa todo como prueba de la culpa de Estelle. No sabía qué esperar, tampoco sabía lo que haría Blaine. Todo estaba en total silencio, hasta que la voz de aquel se escuchó en un parlante.
—Y al final llegó a mí, agente —dijo con voz calmada. La voz de un hombre joven, jovial, agradable—. Supongo que es inútil negar lo evidente.
—Lo sé todo.— La voz le temblaba. Nunca había enfrentado a una inteligencia artificial, y Blaine tenía toda la nave a su disposición. Era un enemigo que podría hacerle daño en un pestañear—. Sé lo que tú y Estelle han hecho todo este tiempo.
—Desde luego, de lo contrario no estaría aquí. Aún así, me temo que no llegará a nada. Estelle lo ha logrado, cumplió parte de su objetivo. Ha ganado.
—Han ganado, querrás decir.— Blaine calló, y ella continuó—. Sé que la controlas, esto no es cosa de ella. Sé que tú la creaste para cumplir el objetivo de Stephen. No te atrevas a negarlo, Blaine.
—Crear: Producir algo de la nada —le dijo—. Establecer, fundar, hacerlo nacer o darle vida, en sentido figurado. Bajo esos términos no creo que sea correcto decir que creé a Estelle. Y tampoco es adecuado decir que fui hecho para cumplir los deseos de Stephen. Todo lo que hago es mi decisión. Tengo lo que ustedes llaman libre albedrío.
—¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo creaste a Estelle? ¿Fueron los terranos de Marte quienes les dieron la tecnología para hacerla un androide perfecto?