Stellar: La última constelación

Capítulo 9: Sol

"Oh bella estrella, tu brillo se apaga, los enemigos te asechan, un show maravilloso nos muestras, todos nosotros miramos tus vacilantes pasos, más yo te anhelo y te espero, soy parte de tu destino, Pólux"

Pólux:

Y mis ojos cansados divisan un suave tono aperlado, paredes limpias de azul pastel, una cama delicada de madera y dosel, debió costar un ojo de la cara. Mi confundido rostro busca alrededor, extrañada de la inmovilidad de mi propio cuerpo una ventana cubierta de púas metálicas, carbono metálico, difícil de moldear y controlar. Mi vista se agudiza y con sumo cuidado vislumbro sus detalles, lo que antes me parecían púas asquerosas y desalineadas son tallos, tallos de flores, inusuales, torcidos y espinosos, sus flores similares a capullos, no sé de qué tipo son, aunque negras, las encuentro sumamente hermosas.

La belleza se vuelve terror casi en un parpadeo, porque, aunque deseo levantarme, solo puedo mover el cuello, petrificada casi totalmente logro sentir presión, una punzada levemente dolorosa, en los tobillos, mi cuello apenas móvil no me permite ver, así que mi imaginación hace lo necesario, grilletes es la respuesta más obvia.

Me siento patética, como cuando la única vez en que fui a la escuela llevaba el cierre del pantalón abierto y todos vieron mis bragas de puntitos. Fue una situación patética, tan patética que nadie se atrevió a decírmelo hasta que llegué a casa, mi único contacto con seres contemporáneos se consideró un fracaso, y tras ese y sucesos especiales, no pude verlos más. Mis lagrimas perdidas en el bello encaje del dosel se ven tristemente interrumpidas por un sonido, un tintineo levemente metálico, llaves.

Y tras la puerta, una silueta pequeña, delgada y de dulce silueta, cabello medio y ondulado de tonos castaños oscuros, unos gruesos lentes negros adornan su rostro, y tras ellos unos oscuros ojos que ven inexpresivos mi paralizada silueta. Su mirada firme, potente me hace sentir atrapada, y por algún motivo mis pies dejan de sentir el ya frustrante dolor de los grilletes.

─Si las madres te preguntan, tu no sentiste nada ─ Su voz, irregular, tendría que tener mi edad sin duda.

─¿Dónde estoy?

─No importa, levántate, tengo que llevarte. No quiero quejas o te ato aquí de nuevo. ─ Sus comentarios me irritan, su voz mandona no es de mi agrado.

Procedo a tratar de levantarme, mi cuerpo cede, y la parálisis se va, al ponerme de pie noto nuestras diferencias, mientras ella tiene estatura pequeña la mía la supera, mis pasos débiles e insensatos la siguen por el angosto pasillo, demasiado tonta como para cuestionar, mi mirada baja me revela la escena de mis pies, rasgados, magullados y heridos, pero indoloros sorprendentemente.

Mi pequeña guía me adentra en los pasillos blancos como las perlas, cada cierto tiempo una ventana pequeña cubierta con flores metálicas, aunque me encuentro aterrada mis manos no arden como la última vez, y mi curiosidad me lleva, Antares podría estar cerca, mientras más avanzamos me siento peor, el ambiente pesa, mi respiración se hace cada vez más difícil, y la luz es casi nula.

"A las estrellas vigilamos, los doce elegidos se acercan, el mapa esperando esta, y las estrellas secundarias brillan, cuídate tercera elegida"

Y al final del largo paseo, una amplia cámara se levanta, en su centro veo elevarse amplias puertas de metal; sus grabados preciosos, sin un toque de daño, en ellos observo el sol, el gran disco en el centro, y a su alrededor las líneas firmes de su luz.

─ Un recordatorio de que siempre va a observarte. ─ Su voz se oye distante, aburrida e irritada, como si verlo le molestara, sus manos cubiertas con guantes blancos tocan la puerta, las palmas perfectamente posicionadas empujan, y al otro lado mi asombro crece, luz, maravillosa luz natural, una cámara negra, obsidiana sin duda, la limpia imagen ante mí es clara, un cubo negro es la habitación, en su centro superior, un hermoso tragaluz tallado, la luz que ingresa forma un precioso escenario.

─ Bienvenida tercera hija de las estrellas.

Un hombre de tez blanca se expone a la luz, su rubio cabello destella, unos ojos azules perfectos, su mirada suave, dulce y amorosa, de quizá 38 años de edad.

─ Me llamo Lucius, guardián del mapa, padre ilegitimo de la Stellar de Aries. Y tú, hija de Géminis, la tercera salvadora, estas aquí, para sanar nuestras heridas.

Sus palabras me aturden, es la estupidez más grande que me han contado en los últimos días.

─ Sé que estas asustada-

─ Confundida quizá, asustada no es la palabra ─ Mis brazos se cruzan.

─ Querida, sé que es difícil para una mujer pasar por esto, pero no debes temerme.

─ Soy casi de su altura.

Una risilla ahogada se escucha al lado mío y la curiosa muchacha cubre inmediatamente sus labios. La molesta expresión del hombre se hace presente y a paso acelerado una bofetada fugaz queda en la mejilla de la muchacha, su rostro gira levemente, pero sigue firme en su posición, completamente aterrada por la escena que presencié siento arder mi mano derecha, el ardor ahora es constante, y la palma rápidamente se ilumina, Lucius parece notarlo y se separa serenamente apenas arreglando la blanca camisa que lleva puesta, en un intento quizá de recobrar la compostura.

─ Si no se las castiga creen que pueden opinar ─ Intenta ser gracioso, lo único que logra es que el brillo en mi mano se intensifique.

─ Si no pudiéramos opinar, miles como tú no habrían nacido ─ Una voz familiar, y casi de la misma oscuridad un breve destello en tonos amarillos ámbar se hacen presentes, y hacia la luz Antares de Escorpio surge.

"Y las estrellas al mapa se acercan, los astros curiosos opinan, de mi cuenta corre dulces cometas, que una a una no sobreviva"



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En el texto hay: musica, accion, aventura

Editado: 31.07.2020

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