Su inminente muerte
Su muerte era inminente, eso pensaba y llenaba mi corazón de dolor y tristeza mientras acariciaba su frío y pálido cuerpo, rememorando todos los momentos que habíamos vivido juntas.
Me parecía imposible que esas vivencias ahora sólo fueran recuerdos y por consiguiente parte del pasado.
La miraba con una mirada profunda, como si con mi anhelo y esperanza podría hacerla volver a la vida.
¡No te vayas!, parecía gritarle desde lo más profundo de mi alma, ¡te necesito!, deseaba expresarle con todo mi ser.
Pero todo era inútil, ella no daba señales de vida y mi única esperanza era que por algún motivo Dios le concediera más tiempo junto a mí, ¡teníamos tanto por vivir!
Estherlina estaba junto a mí en la sala de espera infundiendome ánimo y esperanza.
¡No voy a mentirles, esos escasos minutos me parecieron el doble de una eternidad!
¡Cada segundo que pasaba, la angustia y la esperanza se elevaban en partes iguales en mi agitado corazón!
Esterlina no cesaba de observarme y de colocar su mano en mi hombro en señal de apoyo, pero yo sólo anhelaba fervientemente la salida del doctor Reynaldo, para saber que había sido de ella, como estaba. ¿Habría sobrevivido?
Si no estaba loca, la espera pronto me volvería.
En el momento exacto cuando pensaba que ya no podría soportar más la espera y como si lo hubiera conjurado con mi angustia, el doctor Reynaldo apareció en la sala de espera, se veía algo cabizbajo, como si tuviera que dar una pésima noticia.
En ese momento temí lo peor y perdí todo atisbo de esperanza, él aún no había pronunciado palabra alguna pero mi corazón ya lloraba su pérdida, ¿por qué? me pregunté en mi corazón.
Entonces como por arte de magia y misericordia divina el doctor levantó su rostro y emitió una media sonrisa, nunca olvidaré el inmenso alivio que invadió todo mi ser ni sus palabras:
"La operación fue difícil, pero afortunadamente sigue con vida, tal vez no por mucho tiempo, pero por ahora puede seguir utilizandola con cuidado"
Sonreí de oreja a oreja, le agradecí con frenesí al doctor, abracé a Estherlina en señal de genuino agradecimiento y luego la tomé, sí, aunque mi laptop ya no funcionaba perfectamente estaba viva y podría seguir utilizandola hasta que pudiera adquirir otra, gracias a Dios dije en mi corazón porque para mí su muerte ya era inminente.
Quise compartirles uno de mis cortos.
¡Los leo!
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Editado: 22.07.2021