Él permanece parado frente a mí, miro sus labios moverse, pero no escucho lo que dice. Yo lo miro fijamente mientras pienso una y otra vez «Será él, él es el elegido, yo lo elijo» No paraba de decirlo en mi cabeza.
Este permanece allí parado esperando a que la mujer rubia se digne a contestar a su saludo. Lisa se queda pensando y perdida en el espacio y tiempo mientras una fila crecía cada segundo.
— ¡Lisa, Lisa! Hola —dice Maddie pasando por detrás de ella—. ¡Lisa! —Le da una sacudida por el hombro.
— ¡¿Qué?! —Dice en un espanto.
—Atiende a las personas —sugiere entregando algunos pedidos.
Miro la fila, ¿Desde cuándo se formó tan larga? Miro a quien estaba frente a mí y me doy cuenta de que Anderson aún estaba ahí. Había pasado todo ese tiempo esperando a que yo contestara su saludo.
—Hola Anderson —saludé nerviosa.
—Hola Lisa, por sexta vez desde que estoy aquí parado —dice sonriendo.
Las personas de la fila estaban cansadas de esperar, en sus rostros la desesperación se encontraba estampada en ellas. Veía a un sujeto que movía un pie de un lado a otro. A una señora que permanecía con los brazos cruzados. Un hombre con las manos en los bolcillos mirando el menú: parecía indeciso. Una mujer miraba su teléfono una y otra vez. Trato de avanzar lo más rápido posible, puedo tener problemas con el gerente y era exactamente lo que no quería.
Le dije a Anderson que habláramos cuando saliera del trabajo, llamaría a Lucas y le diría que no me fuera a buscar, necesitaba hablar algo con él y la verdad era que tenía unos dos días pensando en ello, esta era la oportunidad y no la iba a desaprovechar. Esto era una señal, así lo sentía yo, y no podía dejarlo pasar.
Trato de ser lo más rápida y ágil posible para que no se note que estaba lenta antes. Maddie me ayudó a terminar a tiempo todas las actividades pendientes, al igual que yo la ayudé a ella con las suyas.
Al despachar todos los clientes el lugar se quedó vacío y nosotras aprovechamos la ausencia de clientes para limpiar y ordenan todo el local. Yo limpié todo el piso y luego Maddie me ayudó a colocar todo en su lugar. Llenamos los embaces de kétchup, mostaza y mayonesa, además de los saleros y también llenamos los servilleteros. Ya eran las seis en punto. Llamo a Lucas para que no me vaya a buscar. Pronto iniciaría el próximo turno.
—Sí, me llevarán de aquí, del trabajo. Estaré allá pronto.
—Está bien —contesta él en tono sereno.
Cuelgo el teléfono, Maddie se despide de mí y se sube a su auto. Veo como el lindo auto se aleja de mí. Me quedo esperando a Anderson. No pasan diez minutos de que salí del trabajo cuando veo el auto de Anderson entrar al estacionamiento. Yo me acomodo mis cosas y sonrió, él me mira: puedo verlo a través del cristal.
—Hola guapa —detiene el auto junto a mí.
Lisa sonríe y se sube al vehículo.
Anderson conduce por toda la carretera, Lisa tiene una sensación extraña, se sentía ansiosa, pero, no sabía de qué exactamente. Él sube la música y yo empiezo a tararear la letra tratando de relajarme un poco. Sentía la adrenalina correr por todo mi cuerpo. Sabía que estaba mal ocultarle a Lucas que me vería con él, quizás por eso era que tenía aquella sensación extraña. Cruzo las piernas y coloco mi mano sobre mi regazo mientras miraba por la ventanilla del varonil auto. Tenía impregnado ese aroma a perfume de hombre, justamente el que frecuentaba usa él. Los asientos perfectamente bien cuidados y el resto del interior correctamente limpio y aromatizado.
Él conduce, respetando todas y cada una de las señales de tránsito, reamente no entiendo por qué Lucas no confiaba en él si el hombre era sinónimo de prudencia y respeto. Realmente era algo que ella no comprendía, pero bien. Hasta ahora Anderson se había comportado con ella y era lo que realmente le importaba. Llegaron a un restaurante. Lisa se desmontó del auto al igual que Anderson: los dos se miraron.
— ¿Aquí? —Pregunta ella.
—Él asienta con la cabeza—. ¿Entramos?
—Sí, claro—. Entran al lugar.
Los dos se dirigen hacia una mesa que había disponible al fondo, cerca de una ventana. Uno se sentó frente a otro.
—buenas tardes, ¿Qué van a desear? —Se acerca el camarero.
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en el texto hay romance, en el texto hay crimenes, en el texto hay corazones rotos
Editado: 25.07.2018