Su nombre es Lisa West

Capítulo 35

Desde que se fueron me la he pasado viendo por la ventana si encendían una luz cuando llegaran, pero eso no pasó.

Lavo los trastes que estaban en la cocina, para luego irme a la cama. Al momento de apagar la luz escucho un auto acercarse, no me pareció su camioneta, pero sentí la necesidad de ver por mi ventana. Corrí hasta esta y eché a un lado las cortinas rojas de mi ventanal. Me quedé a esperar a que este se detuviera, pero cuando se acerca a la casa no se detiene y sigue de largo. Una sensación de decepción me invadió por todo el cuerpo. Arreglo la cortina y decepcionado me voy a la cama.

A la mañana siguiente, Mis ojos se abren de repente, recordando lo que había pasado el día anterior. Miro la hora 7:56 Am. Me tiré de la cama y sin ponerme mis pantuflas me fui a la ventana a ver si estaba la camioneta, pero la casa seguía igual: no había nada encendido, no estaba la camioneta. Nada, de hecho, ya era hora de que Lisa fuera al trabajo.

Me voy al baño donde lavo mis dientes y tomo una ducha. Al salir, me cambio y me pongo unas sandalias. Camino hasta la casa de Lisa donde prosigo a llamar a su puerta. Pero nadie me abre.

— ¡Lisa!, ¡Lisa! ¿Estás ahí? —Golpeo la puerta.

Nadie me contesta. Escucho que un teléfono suena dentro de la casa, pero no hay forma de entrar, además que su teléfono esté adentro quiere decir que lo había olvidado, pero la pregunta era ¿Desde cuándo se olvidó de llevar su teléfono consigo?

Si había llegado a casa se supone que debía de ir al trabajo. Salgo corriendo a mi casa, tomo mis llaves y me subo al auto. Tenía que saber que estaba o que había ocurrido.

Conduzco a toda prisa hasta el trabajo de Lisa. Me bajo del auto y acalorado entro al local. Veo al fondo a su compañera Maddie quien hablaba con el gerente. Apresuro el paso y me acerco a ella.

—Disculpen, Tu eres compañera de Lisa, ¿Verdad? —Las dos se dan vuelta y me miran.

—Sí, ¿Sabes algo de ella?

—Hoy tenía que venir al trabajo y aun no llega. —Al escuchar justamente lo que no quería oír entro en un estado de desesperación.

—No sé dónde está, la vi el día antes de su día libre por última vez —contesto con una voz aguda.

— ¿Cómo? —Me mira ella sin creer lo que estaba escuchando.

—Sí, no sé nada de Lisa ni de Lucas. Los dos se fueron en la camioneta de ella después de haber tenido una discusión en mi casa. Él se fue, ella lo siguió. Lo último que vi fue que se subieran a la camioneta. Desde entonces no ha vuelto—. Me siento en una de las sillas.

—Con razón y no contesta. La estuve llamando a su número y no me contesta las llamadas.

—Era usted quien llamaba. Cuando estaba tocando su puerta escuché que sonaba su teléfono, lo ha dejado en la casa.

—Sí, quería saber por qué no llegaba al trabajo, ella siempre fue puntual —apoya sus manos del mostrador.

—Bueno, ya saben que ocurre, no puedo descansar de la angustia. Esto me volverá loco.

— ¿Y si algo les pasó? —Pregunta Maddie.

—Hija de Dios, no digas eso.

—Ellos están bien, quiero creer eso —dice Anderson.

Él le daba todas las vueltas imaginables e inimaginables a la situación y todas las posibilidades terminaban con un accidente. La idea lo abrumaba, era una completa locura solo pensarlo.

Él se había marchado del local dejando a los compañeros de Lisa en estado de alerta. Sus manos sudaban, tenía una sensación extraña en el estómago. Me entra un horrible deseo de vomitar, trato de contener las náuseas, pero se me hace casi imposible hacerlo. Parqueo el auto en el frente de la casa y justamente cuando me bajo del auto vuelven las náuseas, pero esta vez lo expulso todo. No sé porque ocurre esto ¿Será por la angustia de no saber que está ocurriendo aquí? La verdad no lo comprendo.

Paso mis manos por mis labios y no puedo evitar ver hacia su casa. Busco alguna señal de que hay alguien, de que han vuelto, pero aun nada. No tenía el número de Lucas y por eso no podía llamarlo. La impotencia de no poder hacer nada me estaba comiendo por dentro. Las ansias de saber qué estaba pasando en ese momento hacia que mi cerebro palpitara como si fuera un corazón. Me sentí tonto por haberla dejado marcharse e ir detrás de él. De él que ni la quería.

Camino hasta mi casa, donde espero alguna señal de que Lisa está bien. Mantengo la esperanza de que pronto volverá, de que ella está bien, de que Lucas la cuidará, después de todo, es su mejor amigo. No me gusta esta sensación que he sentido en el auto, pero mantengo la fe de pronto todo volverá a estar bien. No quiero dudar de eso ni por un segundo. No quiero arrojar energías negativas al universo y que luego pase cosas algo lamentable. Ella volverá, ella estará conmigo otra vez y le ayudaré a que se olvide del tonto de Lucas, de ese amor que la enferma y la hace ser quien no es. Yo sé quién es Lisa y sé lo que puedo hacer para ella. Puedo darle ese amor que ella busca en él. Yo tengo lo que ella quiere, yo le puedo dar lo que desee.




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