Las cosas empezaban avanzar, Anderson cada vez veía más y más a Lisa. Esto se había salido de control, tanto que la veía cada vez que pudiera, pero eso no lo detenía a poder estar con otras chicas que eran buscadas por Jason, amigo que aún no sabía la situación en la que se encontraba Anderson.
Él no tenía planes para contarle lo que le estaba pasando. Realmente él consideraba que esto era producto de su imaginación y pronto pasaría, él creía esto, pero no mejoraba, más bien empezaba a empeorar.
Anderson estaba en el frente de su casa, él estaba cortando su césped mientras su vecina lo miraba. Ella estaba viéndolo por el vitral de la puerta.
Él estaba sudado, acalorado, con la ropa toda sucia por la grama y un poco de tierra. Él toma su botella de agua y toma un trago a pico de la botella.
Él vuelve a continuar con su actividad.
—Mami, mami —dice su pequeño mientras la agarra por una pierna.
— ¿Qué pasó mi amor? —Pregunta ella tomándolo en brazos— ¿Quieres comer?
El pequeño asienta con la cabeza.
—Vamos a comer, a comer —dice ella simulando ser un caballo.
Ella lo sienta en su silla y le coloca la mesita a esta. Ella se dirige hasta el refrigerador.
—Señora ¿Le dará de comer Mark? —pregunta la niñera.
—Sí, ¿Ya se despertó Madison? —Pregunta mientras llevaba en sus manos una composta de manzana.
Ella la echa en un pequeño plato y con una cuchara para niños la remueve.
—Ella aún sigue dormida —contesta mientras se acerca a ella.
—Bien, por favor, dale esto a Mark, yo saldré afuera —le pone el plato a la mesita del pequeño.
Ojos claros del pequeño miran a su madre como si le preguntaran que hacía a donde se dirigía. Ella sube hasta su habitación donde prosigue a cambiarse el suéter, poniéndose uno más cómodo.
Ella sale de la casa, Anderson aún seguía cortando el césped, ya casi terminada. Ella se acerca a él.
—Hola, veo que tenía una gran tarea para hoy —dice ella mientras pasea la vista por el jardín.
—No tanta, ya estoy acostumbrado —contesta él mirándola con una sonrisa en sus labios.
—Ahh… Bueno, menos mal —contesta ella sonrojada.
—Él apaga la máquina, se acomoda mientras la mira—. Oye, ¿Te gustaría en algún momento salir y no sé comer algo o visitar algún lugar?
—Ella sonríe de oreja a oreja—. Sí, sí claro.
— ¿Qué te parece el sábado? En la noche. Vamos a comer algo.
—Sí, sí —contesta ella—. Bueno —se muerde el labio inferior—. Ya me tengo que ir —da dos pasos hacia atrás.
—Sí, ya lo creo —dice él mientras la miraba a los ojos.
Anderson termina con su tarea y se va a la ducha para darse un baño, le resultaba muy incómodo estar todo sucio, sudado, mal oliente. Hasta un poco de vergüenza le dio con Annie, quien quizás pudo percibir aquel olor a sudor que su cuerpo desprendía. Quizás le dio el olor, pero era de ese tipo de mujer que les gusta que él hombre sea hombre, en el sentido de que es desordenado, descuidado y esas cosas.
Él sale de la ducha, en ese momento Jason entra a la casa. Anderson tenía una toalla enrollada a su cintura y con otra más pequeña se frotaba la cabellera.
—Hola hermano —saluda Jason viendo a Anderson en el pasillo.
—Hola —saluda él— Amigo, invité a salir a Annie, la vecina.
—Jason estaba en la cocina, al escuchar la noticia se ahoga con el agua que estaba bebiendo— ¡Ajá! ¡Ajá! —se ahoga—. ¿Cómo dijiste? —se asoma al pasillo.
—Sí, esta mañana, ella se acercó a mí y pues la invité —dice Anderson.
—Amigo, mujer hermosa, cuida eso. Si esa quiere algo de verdad contigo aprovéchala…
—No sé hermano —interrumpe.
—Amigo, Lisa ya murió, ella está muerta y perdóname que te lo diga así, pero es la verdad, no puedo decir otra cosa que no sea cierta.
—Lo sé, pero es que…
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en el texto hay romance, en el texto hay crimenes, en el texto hay corazones rotos
Editado: 25.07.2018