Creo que entendió que algo sucedía dentro de mí, no me sentía presente en la habitación, ni en la charla. Me pare al mismo tiempo que deje la taza de café sobre una mesita que tenía cerca, sin mirarlo, pregunte por el baño a lo que me indico donde estaba.
Me mire al espejo, mi cara estaba roja y mis lagrimas comenzaron a salir sin control alguno. Estaba furiosa y asustada, sentía que me quedaba sin aire, sentía que me perdía a mi misma.
¿Qué me estaba sucediendo? ¿iba a morir? ¿me estaba volviendo loca? ¿era momentáneo o iba a sucederme hasta que finalmente muriera? ¿por qué me sucedía esto? ¿que estaba haciendo mal?
Recupere la cordura, me mire al espejo una vez más. Mire mi rostro hinchado, mis ojos enrojecidos y los ahogue en agua, mucha agua. Respire hondo, seque mi cara, me peine una cola de caballo y salí con mi mejor sonrisa.
Me cruce con la mirada de Ulises, quien me esperaba de pie en la pequeña sala, jugaba con su labio, nervioso. Me acerque a él, dio un paso hacia mi y me tomo por los hombros.
—¿Estas bien? ¿puedo hacer algo por ti?
Me sentí un poco abrumada por todo y solo quería descansar, pero era de muy mal gusto abandonar a tu anfitrión. Sobre todo, si él no te ha dejado sola, siendo una completa desconocida.
Asentí en respuesta de la primera pregunta, me senté en el mismo lugar y me estiré a por mí café.
—Está delicioso, pero no es mejor que el que yo hago. —sonreí y tomé un poco más. Ulises estaba confundido, me miraba sin entender nada. —entonces, ¿de dónde eres?
—¿Sabes?, no es bueno guardar cosas dentro de uno, llega un momento en que no hay mas espacio y todo comienza a salir... y no de la mejor manera. —se sentó a mi lado y logro un pequeño silencio. —soy de aquí cerca, solo que buscaba un lugar un poco más grande.
Sonreímos y la charla se puso interesante. La verdad que lo pasé muy bien, por un rato olvidé todo el problema que traía, no teníamos mucho en común y me resultaba muy interesante. Como cada vez que se sentía incomodo, reía corto y tocaba su labio. O cuando algo le parecía extraño, preguntaba exactamente lo que acababa de decir y debía confirmarlo una vez más. O como, cuando se concentraba en algo, se llevaba las manos a la boca, como para comerse las uñas, pero desistía. Es muy expresivo con sus manos y sus ojos, se mueven hacia todos lados cuando intenta explicar algo.
Una vez ya en mi departamento decidí irme directo a la cama, estaba agotada, pero mi mente estaba lejos de Alan y mi nuevo problema que no se como llamar, pero que no disfruto de su compañía. Mis pensamientos se centraron en Ulises, mas que nada en esa frase que dijo y no dejaba de darle vueltas...
—¿Sabes?, no es bueno guardar cosas dentro de uno, llega un momento en que no hay más espacio y todo comienza a salir... y no de la mejor manera.
No sé a que hora termine durmiendo, pero Ulises fue lo último que se apareció por mi mente justo antes de cerrar los ojos.