Sueños de hechicera.

9

—¿Quién diablos es Margo?

Me senté en donde sea que estuviera acostada. Me dolía mucho la cabeza y aun me sentía un poco mareada. Estaba esponjoso en donde me acomodaba, sentía frio, aunque estaba cubierta con una manta.

—Kiki, ¿Cómo te encuentras? —Una mano cálida se posó en mi frente.

Abrí lentamente los ojos, y aunque no necesite verla para saber que era Ana. La luz de la habitación me cegaba, Ana estaba de cuclillas frente a mí y veía una figura recostada contra la puerta.

—Yo... ¿Qué paso? —tomé el vaso de agua que me ofrecía Ana.

—Niño fue a buscarme al café diciendo que había oído algo romperse, entró y estabas en el suelo. —levante la vista y Ulises estaba allí. —¿Quieres que llame a la ambulancia?

Me levante y me pare frente a Ulises.

—¿Quién es Margo?

Pude percibir que su primera reacción fue sorpresa, pero intentó disimularlo con una risa entre soberbia y nerviosa.

—¿Qué te hace pensar que conozco a alguien con un nombre tan... —carraspeó y cambio de posición. —tan ridículo?

—Voy a dejarlo pasar esta vez, pero no te salvas, Niño. —hice énfasis en su nuevo sobrenombre. —Ana, deberíamos abrir el café, ya me siento mejor. —Pasé a la cocina por mi bolso.

—Kiki, yo puedo hacerme cargo, deberías descansar hoy, voy a estar bien. —sentí su mano apoyarse en mi hombro y su voz estaba reamente preocupada.

—Me siento bien y solo quiero despejarme. —tomé mi chaqueta, Ana sonrió y salimos por la puerta.

Ulises estaba frente a mí, respire hondo y se acerco a mí. Me sentía nerviosa y avergonzada, no solo me había visto casi desnuda, si no que tuvo que irrumpir en mi casa porque me desmayé. Por un lado, estaba feliz que él haya estado ahí para asistirme, es un chico increíble, pero por el otro, no sé nada de él.

No sé nada de él, ni siquiera sé su edad, no se a que se dedica, ni cuál es su apellido. Es un poco incomodo, incluso hasta me da un poco de miedo tanto misterio.

A un paso de mí, se encontraba cabizbajo otra vez jugando con su labio, carraspee suavemente y me miró.

Uff...

Sus ojos verdes se clavaron en los míos, saco la mano de su boca y toco su pelo. Él estaba tan incomodo como yo, sus hábitos me parecían un tanto desagradables y descorteces, pero podía lidiar con ellos. Respiré hondo una vez más.

—Gracias... Por mi teléfono y asistirme. —acomodé un mechón detrás de mi oreja. —aunque hayas tenido que irrumpir en mi casa para eso y hayas tenido que buscar a mi jefa. —baje la cabeza antes de presionar mis labios, conteniendo la risa. —y lamento que mi teléfono te haya despertado temprano... también lamento que me hayas visto con mi pijama. —rápidamente, casi queriendo interrumpirme, alzo la voz.

—No te disculpes por eso último, Fue un placer... Todo, desde despertarme temprano hasta irrumpir en casa ajena para ser tu héroe. —sonrió ganador, mientras hacia unas poses para mostrar sus músculos, divertido. —Fue un placer verte hoy... —inserte incomodidad. —Digo... —aclaro su garganta. —más allá de que casi no tenías... ropa. Mejor me voy, ¿verdad? —No resistí la risa. Ulises se puso rojo, pero no borraba la sonrisa de su rostro. —Suerte hoy, y avísame si necesitas algo.

Se acerco a su puerta.

—Gracias de nuevo, te debo una.

—Ya son dos, Rita. —me sonrió ganador, me guiño el ojo y entro a su departamento.

 



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En el texto hay: brujas magia, sueños reveladores

Editado: 24.08.2020

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