Sueños guardados bajo llave

~Páginas llenas de imaginación~

Después de mucho caminar, el bosque dejó ver a lo lejos una gran cabaña. Parecía ser un espejismo, pero entre más nos acercamos, más se notaban los detalles de la madera que conformaba la cabaña. En esa parte de la pradera la noche ya había caído y los grillos cantaban al unísono.

Dixie sacó de su bolsillo una llave con una forma de rombo y abrió la puerta de la cabaña. Un olor muy delicioso llegó a mi nariz. Entré a la sala de estar de la cabaña, la chimenea estaba encendida y al frente había un viejo sofá con un color marrón. Seguimos caminando y en la cocina, estaba una mujer de unos 27 años de cabello blanco cual nieve, que me saludó amablemente. 

—Me llamo Stella, es un placer.

—Igualmente—le conteste, evitando las largas presentaciones.

Dixie me guio a la parte trasera de la cabaña, donde en una pared había distintos cuadros de personas.

—Ella era tu abuela ¿no es así Carol?—murmuró Dixie, señalando con su cabeza una de las fotografías de la pared.

—Si, fue en un viaje a Cancún—declare, mirando con atención el arrugado rostro de mi abuela en aquella vieja fotografía.

—Ella era una gran persona Carol, tenía lo que conocemos aquí como vibra plateada—me miró y me señaló una pequeña caja de madera que se encontraba justo en el centro de la pared de fotografías. Me entregó de una manera muy delicada la llave con la que abrió la puerta de la cabaña—Las personas con vibra plateada, las conocen en el mundo de los mortales como mágicas.

—¿En el mundo de los mortales?—pregunté recibiendo la llave—¿Estás segura de que esto abrirá la caja

—miré la llave, su forma de rombo y sus delicados detalles la hacían ver como un tesoro o reliquia de más de millones de dólares. 

—Claro que sí, esas llaves lo abren todo—murmuró, más para sí misma que para mí.

—No respondiste mi primera pregunta—le dije mientras ponía la llave en la cerradura.

—Tu creaste todo esto, tú has de saberlo mejor que nadie—respondió entre dientes, sin darme la cara.
Giré débilmente la llave, la caja hizo "clic" y pude abrir la tapa. En su interior posaba un libro de resortes de colores brillantes.

Sujeté con mis manos sudorosas el libro, observé con atención las páginas del mismo, en cada una de ellas había garabatos, stickers e inclusive imágenes de mala calidad. Solté un suspiro de incredulidad.

—Tu abuela, cuando murió me pidió que lo guardará en la caja. Me decía que en algún punto de tu vida ibas a poder venir a verlo—hizo una pausa y soltó una ligera risa de burla—Que ibas a venir a verlo pero cuando ya estuviera terminado. Supongo que sus planes se distorsionaron un poco.

Me tomé unos segundos mientras procesaba todo lo que estaba pasando. Algo en el comentario de Dixie hizo que un escalofrío recorriera toda mi espalda.

—Recuerdo su voz seria al decirme que iba a hacer todo este lugar perfecto, para que así pudieras compararlo con tus escritos y vieras que era inclusive mejor—agregó Dixie, rodando los ojos.

Alcé la vista del libro para observar a la pelirroja, quien estaba recostada en la pared. Parpadeé varias veces, sintiendo un sabor ácido bajar por mi garganta. Ahora con el libro en manos, podría recordar a las personas y cosas que había en mi entorno, tal vez encontraría aliados, amigos, enemigos o criaturas míticas con nombres extraños. Tenía toda la magia de ese mundo a mi disposición ahora.

—Necesito que me expliques.

—Espera a mañana en la mañana, duerme un poco—la chica pelirroja puso su mano en mi hombro, lo cual hizo que me sobresaltara.

—¿Okey?—murmure confundida.

—Ve arriba, ahí está tu habitación.

—¿Mi habitación?

—Haces demasiadas preguntas—afirmó seria—Ve.

Tenía demasiadas preguntas, mi cabeza funcionaba a medias por el cansancio que traía encima.

—Carol—la voz de Dixie sonó a mis espaldas.

—¿Si?

—La llave—extendió su mano hacia mí, con una sonrisa. Asentí varias veces y despacio puse la llave sobre la palma de su mano. Dixie cerró fuertemente el puño y se giró para ir a ayudar a la mujer que aún estaba en la cocina. 

Me quedé un rato más observando la escena, todo parecía tranquilo, el ruido exterior consistía únicamente de los grillos y el viento. Dixie rodeo los hombros de la chica con un brazo y le susurro algo al oído, la joven de cabellos blancos asintió varias con una expresión sin sentimientos de por medio.

Subí las escaleras hasta una segunda planta, donde dos puertas blancas se mantenían abiertas. Asome con cuidado mi cabeza a una de las puertas, había una cama matrimonial y un pequeño ropero. Caminé al otro lado del pasillo, en la otra habitación, había una cama individual acomodada de forma incómoda en medio del cuarto, un bombillo desnudo alumbraba toda la habitación. Entré con cautela al cuarto, dejé el cuaderno sobre la cama y di varias vueltas a la estancia para acomodar mis ideas.

La noche siguió sigilosa, ajena a quien logró o no pegar un ojo en toda la noche. A la mañana siguiente, despertando con todo el ánimo del mundo, baje las escaleras de dos en dos. Dixie estaba en el sofá de la sala hablando con Stella.

—Hola—exclamé acercándome a ellas.

—Aún no puedo explicarte lo que sucede Carol, si eso vas a pedirme—su voz era gélida y distante—Tu abuela quería que nos ayudaras. Dentro de poco se liberará una guerra y en nuestro mundo todos estamos separados.

—¿Espera que? Dixie acabo de despertar, ten un poco de consideración. Necesito que me expliques...

—Toma una ducha—me exigió Stella, girándose para verme con aquellos ojos color cielo—No soporto verte la cara sucia.

Suspiré y regresé por donde venía. El cuarto de baño estaba al lado de la puerta de mi cuarto, no era espacioso y tenía un estilo bastante minimalista. El agua fría despertó todos mis sentidos, dándome otro impulso emocional para bajar las escaleras de dos en dos.



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En el texto hay: aventuras, criaturas miticas, magia blanca y negra

Editado: 15.07.2022

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