Sueños por alcanzar

Capítulo 2: Mi salvador

 

Después  de la lectura del testamento, mi tío compro una casa en la ciudad de México. Por cierto, yo vivía en la ciudad de Bacalao en México, un lugar muy hermoso por sus lagos,  se encontraba a pocas horas de Cancún.

A medida que pasaban los días, todo se volvía oscuro, pase de ser la niña consentida de casa a convertirme en una sirvienta más. Todo esto sucedió, porque mi tío  Walter decidió  ser el dueño de toda la fortuna de mis padres, lo sé era injusto, pero que podía  hacer, nada era apenas una niña, los empleados de mi casa, nada podían  hacer ante tal injusticia,  solo obedecían por miedo a perder su trabajo.

Sólo me quedaba a esperar 10 años, 10 largos años para la cumplir la mayoría  de edad, poder ser libre y volar, claro con el dinero que heredará podía estudiar una carrera, era mi sueño ser  repostera, es raro lo sé, la hija de unos millonarios podía escoger una carrera de nivel, pero no, yo adoraba hacer postres con mi mamá. ¡Mamá te extraño!, ¡quisiera que estés aquí conmigo   abrazándome! Lo único que me mantenía despierta y con muchas ganas de seguir  viviendo eran mis sueños, estudiar, poner mi propia pastelería y porque no, casarme y ser la mejor madre, tal como fue ella conmigo. Sólo  me quedaba soportar y no quejarme de mi suerte, al menos no me arrojó como un perro sucio a la calle, siempre lo repetía en mi mente para poder resistir. 

Cada mañana era lo mismo, levantarme a las 5:00 am, si lo se era muy temprano, como si fuese a trabajar. Primero tenía que recoger los huevos del corral, si lo sé es muy raro, ¿Por qué tener una  gallina en la ciudad?.... a mi tío le gustaba que fuesen frescos, decía que eso le hacía ser más inteligente ¡que idiota! Si siempre fue un bueno para nada. Luego, tenía que ir  por el pan más fresco a la panadería, era muy peligroso para mí, en una ciudad tan grande.

Recuerdo que una mañana un señor se me acercó  y me dijo; ¡eres muy linda para estar sola, además se ve que no eres de aquí!

 Lo único que hice fue correr y llegar a la casa, lo peor fue que al llegar y no tener el pan, mi tío  me castigo sin comer ese día. Por eso, siempre procuro que nadie se me acerqué, ni me hable, no quiero volver a pasar hambre.

Después, tenía que limpiar su cuarto sin hacer el menor ruido, mientras él  hacía yoga. ¡Que ridículo!

Limpiaba su cuarto todos los días, porqué decía que era alérgico al polvo. Por último, preparaba jugo de naranja, si ya saben, tenía  que ser fresco, si lo se está bien que se cuide y todo, pero porque tenía que hacerlo, si era apenas una niña, pero  mi tío me  decía; ¡recibes educación personalizada! ¡Que más quieres! ¡No seas malagradecida! Si lo sé, por lo menos me dio estudios, pero con el dinero de mis padres.

Mis clases empezaban a las 8:00 am, mi maestra era una anciana muy dulce, se llamaba Micaela, la adoraba, cada día me enseñaba muchas cosas, mis ojos brillaban cada vez que me contaba la historia de mi país, era mi curso favorito. Lamentablemente, ella falleció de un paro cardíaco, no entiendo porque las personas más buenas tienen que morir. Aquel día, huí de la casa para despedirme de mi maestra, era como una segunda madre, no podía faltar a decirle adiós. Escape de la casa, porque mi tío no me dejo ir, me decía que si ya murió, ya no debería interesarme.

Cuando apenas salí de la casa, empezó a llover como si el cielo lloraría por su partida, pero eso no me impidió  ir a verla, al llegar a su casa, se me acercó un niño con ojos de color miel y me entrego su saco para que no me resfríe. ¿Quién era ese niño? Me preguntaba, cuando derrepente oí  la voz de mi tío, gritándome que me mataría por desobedecerlo. Derrepente el niño de los ojos de miel, me tomo de la mano y me indico entrar a la casa para escondernos. 

 




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