¿Dónde está?
Me repetía constantemente sin obtener respuesta. Algo dentro de mí duele. Pero del miedo. No sé dónde está Danna. Puedo parecer un paranoico, pero realmente nunca antes había hecho esto. Van a ser dos días que no sé absolutamente nada de ella. Y eso me pone ansioso. Ni siquiera fue a la universidad, y ella nunca falta.
"Deberías pensarlo...no sé cuánto pueda resistir."
¿Qué significaba aquello? ¿Por qué me dejaba tan mal sabor en la boca del estómago. Quería respuestas, quería saber muchas cosas. Sin embargo, las horas pasaban, las hojas caían, las personas murmuraban y ella no aparecía.
Me pase las manos por el cabello, despeinandolo, para así distraerme un poco. Miré la pantalla donde se estaba reproduciendo unas diapositivas respecto los cambios a través de los años en una infraestructura. Todo estaba a oscuras, sólo podía mirar las cabezas de distintos chicos regados por todo el pabellón. No lograba conectar mi mente con lo que sucedía.
No podía concentrarme.
Mi pierna amenaza con salirse de sitio, tras el repetitivo repiqueteo. Enciendo mi celular que se encuentra en mi escritorio para mirar la hora. 10:23. Suspiro. Todavía falta mucho para que las horas acaben.
¿Y cuando acaben qué? ¿A dónde iré?
Mis pensamientos se detienen por un lapso de tiempo, por la presencia de alguien acercándose a mí: Dylan. Su mirada sigue al frente, sin decir nada, yo solo le miro el perfil sin saber que hacer.
—¿Estás preocupado no es así? —dice, sin inmutarse— Creo que todos lo estamos. Ella nunca falta y sabemos que algo no va bien...
¿Lo están? ¿Realmente les importa el paradero de la chica de la que tanto hablan en el pasillo? Apreté mis labios, al igual que mis puños. Suspiré.
—Dudo que realmente se preocupen por ella —espeté, conteniendo la rabia que emanaba.
Sus ojos de clavaron en mi, más no le dí el encuentro.
—¿Por qué? ¿Porque si no eres tú nadie puede hacerlo? Somos sus amigos, tenemos todo el mismo derecho. Y ni siquiera sé porque me molesto en hablar contigo de esto cuando claramente...
—¿Claramente qué? —lo miré—. Ambos sabemos que desde hace unas semanas sólo haz hecho lo mismo para que ella piense algo erróneo de mí, por estar cerca de tí. Y los dos sabemos que estás acá porque te gusto.
«—Mira, no te juzgo ni tampoco te digo nada. Solo que no tienes ningún derecho de hablarme así, ni de meterte en mi vida. Mucho menos sentir compasión falsa por alguien a quien usaste para acercarte a mí.
Su pecho sube y baja fuertemente. Sus labios están apretados y es lo único que puedo ver por la claridad de la diapositiva.
—¿Sucede algo allá atrás? —dice la señora a través de sus lentes, niego con la cabeza con una sonrisa, él no dice nada, todas las miradas están en nosotros—. Mantengan el silencio.
Cuando ella vuelve a girarse a la gran pantalla para seguir hablando, vuelvo a decirle algo.
—Sino tienes nada más estúpido que decir, puedes volver a fingir que me odias.
Soltó un bufido.
—Eres más de lo que aparentas...—susurró, con sorna—, igual que ella. Quizá y ya hizo lo que tanto anhela. Morirse.
Y se va.
Yo solo me quedo en silencio, sin saber reaccionar. La última frase se repite en mi mente cómo una película. Mi respiración se acelera al recordar sus brazos. Puedo escuchar sus sollozos y me estremezco. No, no, no.
Dylan debe estar molestandome por haberle arrojado la verdad en su cara. Sí, es eso. Él no sabe nada que yo no sepa. Ella no quiere morirse, le aterra. Es así. De seguro tuvo un compromiso familiar.
Mis pensamientos vuelven a detenerse cuando las luces se encienden. La presentación ha acabado y no entendí ni de qué iba. Mis movimientos son monótonos. Recojo mis cosas guardandolas en mi mochila, me pongo de pie saliendo de aquel lugar.
No lo entiendo, sin embargo, me siento incómodo de sentir todas las miradas en mí. ¿Por qué? Deslizo la mirada por el lugar, buscando algo, buscándola. No está, es algo que ya sabía, pero sigo esperando que realmente suceda. Los universitarios están regados por el lugar, unos me ven, y en su gran mayoría, otros fingen no verme.
Aprieto con fuerza mis puños saliendo de aquel lugar. Mis pies se deslizan fuera sin mirar atrás, atravieso el campus por sus alrededores, mis ojos viajan a los ventanales de uno de los salones más enormes del lugar, creo que nunca he entrado ahí, quizás sí, no lo recuerdo.
Me siento extraño. Fuera de órbita. Algo dentro y fuera de mi no está bien. Mi cuerpo se mueve más por inercia que por necesidad. Solo miro a todos lados esperando verla por ahí, caminando, peleando con cualquier cosa o quejándose de algo. Molestando a alguien. Bailando o cantando sin importarle dónde se encuentra.
Sin darme cuenta termino en la reja en la cuál no quería entrar la primera vez. Ahora, al contrario, me encuentro adentrándome en el sitio, como si se tratase de la sala de mi casa. Parezco un zombie deambulando por ahí, sin un punto fijo.
Nunca pensé que comenzaría a depender tanto de alguien. Siempre me esforcé en creer que eso estaba mal. Sin embargo, aquí me encontraba, perdido entre divagues solo por la ausencia de cierta chica. ¿En qué momento había desarrollado todo esto? Quisiera devolver el tiempo atrás y recordarme que esto no está bien.
No puedo depender de alguien más. Nadie puede ser mi muro. Porque si está llega a caerse, no tendré de dónde sostenerme.
Mis ojos detallan cada rincón de aquél lugar tan suyo y ahora tan nuestro. Y su ausencia se hace más notoria. Suspiro sentandome debajo del árbol con las piernas cruzadas, a la vez que saco un libro de mi mochila para leerlo.
Mis ojos se deslizan entre las letras son sentir nada. Sin entenderlo, ni comprenderlo. Tuve que regresar entre páginas para releer por no haber entendido una discusión entre los protagonistas. En otro momento diría que de trata de un bloqueo, pero no, es que mi mente está en otra parte.
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Editado: 08.05.2023