Sunny

DIECISIETE

Había pasado la semana anterior deseando que Venus Berrycloth reparara su auto para que dejara de necesitar los servicios de Patrick, le parecía tonto que su mejor amigo se viera convertido de un momento a otro en el tonto útil de una cara bonita más. Pero ahí estaba ella, pocos días después deteniéndose frente al edificio de las residencias para dejar a Venus en casa de su amiga después de una sesión de... ¿Qué, exactamente? ¿Podía llamar a aquello ejercicio?

A venus le gustaba caminar, pero según había dicho no era muy amante de los exteriores, así que prefería las caminadoras y la zumba. A Sunny le parecía ridículo pagar por cosas que podrías hacer gratis o con tutoriales de YouTube, pero era un trato justo que Patrick asumiera la responsabilidad de irse de compras con su madre y su hermana si ella intentaba acercarse un poco a la chica.

En la cabeza de Patrick aquello de alguna forma haría que Venus viera lo buen partido que era. Sunny no entendía cómo, pero ya había aprendido a dejarlo ser. Por desgracia, dado lo que habían hablado ella y Venus Berrycloth hacía más o menos una hora, no había muchas esperanzas para su amigo.

Detuvo el auto frente al edificio y le sonrió para que aquello no fuera más incómodo.

—Gracias por traerme, Sunny. Espero que se repita.

La sonrisa de Venus sí era auténtica, a diferencia del gesto penoso y deforme que ella le dedicaba. Si pudiera evitarlo Sunny no volvería a repetir aquella experiencia, pero asintió de todos modos. Suponía que ahora que Venus sabía lo que Patrick en realidad quería y no parecía estar interesada no tenía mucho caso continuar con todo aquello.

—¿Podrías por favor no contarle a Pat de lo que hablamos hoy? En serio me agrada y no quiero que sea incómodo.

Sunny la observó un segundo. No quería ser brusca con ella, en realidad Venus Berrycloth no inspiraba ese tipo de reacciones una vez la conocías, sin embargo, lo de mantener a Patrick en la ignorancia por cualquiera que fuera su razón le parecía demasiado bajo.

—¿Si entiendes lo que te dije hace un momento? Le gustas a mi amigo y creo que se merece que le digas rápido que no estás interesada para que pueda correr libre por ahí a meter su pipí en otro lado antes de que sea demasiado tarde.

—¿Y si después ya no quiere hablarme?

En defensa de la chica, al menos diría que se veía en realidad preocupada. Por alguna razón le importaba, y Sunny que pensaba que nadie más que ella lo soportaría más de una noche.

—Pat no es de ese tipo de gente —le corrigió.

—¿Y si se enoja porque pensé que era gay?

—Tampoco es de ese tipo de gente —se contuvo para no hacer una mueca de cansancio, quería que Venus bajara de su auto para volver a su departamento y compensar el sueño perdido de la mañana. No pedía más—. Solo...no sé, dale a entender que te gusta alguien más, dile que sales con alguien, no tengo idea.

Sunny nunca había tenido ese tipo de dramas porque en general no le importaba herirle el ego a un tipo si en definitiva este no le gustaba, Venus parecía más noble. Pobre ingenua.

Agradeció que al parecer Venus no tuviera más que decir y que, después de repetir que le gustaría que volvieran a quedar para salir por ahí bajara del auto. Sunny esperó a que entrara en el edificio antes de marcharse, al menos estaba a pocos minutos del departamento.

Cómo sabía que una vez volviera no quería salir otra vez hasta el lunes en la mañana, antes pasó por el supermercado y compró algunas chucherías. Justo se encontraba haciendo planes de cómo se encerraría en la habitación de Patrick a comer basura y ver Netflix cuando aparcó frente al edificio y una figura pequeña en el escalón de la entrada llamó su atención.

Sunny bajó del auto y se acercó hasta allí esperando haberse equivocado, pero no era así.

—Betty, ¿qué haces aquí? —cuestionó preocupada, tan pronto como confirmó que se trataba de la niña.

Al escucharla, Betty levantó la cabeza hacia ella y se puso de pie. Tenía los ojos llorosos y además estaba sudada. Probablemente había llegado allí caminando, aunque Sunny no tenía idea de cómo siquiera sabía su dirección.

—¿Qué pasa? ¿Andas con alguien más?

Betty se limitó a negar con la cabeza.

—¿Y por qué estás aquí? ¿Cómo llegaste?

—Saqué tu dirección de los papeles de mamá en el despacho —musitó, sorbiéndose la nariz— ¿Estás molesta?

Sunny sintió algo muy cercano a la pena y la ternura, aunque eso no quitaba todas las preguntas que le rondaban la cabeza. ¿Por qué estaba Betty en su casa?

—No estoy molesta, pero estoy preocupada —admitió— ¿Viniste caminando? ¿Estás bien? —Betty asintió— Mejor subimos, tienes cara de necesitar tomar mucha agua.

Sunny guió a Betty hasta el departamento mientras intentaba hacer una lista mental de todas las preguntas que quería (o al menos debía) hacerle. La más importante de todas ¿Por qué lloraba? Pero se contuvo. Quería ser discreta, porque sabía lo suficiente de Betty Taylor para tener en cuenta que, fuera cual fuera la razón por la que estaba allí, si la atosigaba a preguntas se marcharía corriendo sin decirle ni una palabra.

Una vez dentro del departamento le señaló a Betty el camino al baño para que refrescara y quitara las manchas de lágrimas de la cara. Mientras ella fue a la cocina, dejó las bolsas de lo que había comprado y sacó dos refrescos del refrigerador.



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En el texto hay: romance, niniera, comedia juvenil

Editado: 04.10.2024

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