Super Humanos

CAPÍTULO II. Familia Delta (Parte 2)

—Venga, tu mejor golpe —Aquaman se veía confiado y yo detestaba que me subestimen.

Le di un suave golpe en el brazo y me agache pues sabia que intentaría darme un puñete, aproveché para poner mi pie tras el suyo y dale un golpe en la mandíbula.

Cayó hacia atrás, pude ver como apretaba los puños, se levantó y se fue a paso rápido mientras el teniente levantaba mi mano en señal de triunfo.

—así que sabes pelear —dijo Buggie cuando me acerque a los casilleros por mi toalla.

—no tanto como me gustaría —respondí.

—empezamos con el pie izquierdo, soy Alex.

—encantada Buggie —soné algo molesta por lo de la noche anterior.

—se supone que deberías decir tu nombre, además ya dije que lo siento.

—no lo dijiste, si quieres disculparte ve con Lila.

—bien, pero me debes tu nombre, el verdadero —dijo saliendo con su toalla colgada a su hombro.

Salí del salón hacia la ducha, resoplé cuando vi que había una fila de al menos diez esperando su turno.

Algo fastidiada fui al dormitorio donde encontré a Lila con una fotografía en sus manos, se veía triste.

—¿Estas bien?

—No, extraño mucho a mi familia —respondió y alcancé a ver a una pareja en la imagen.

—¿Son ellos?

— Sí, ella era enfermera y él era maestro de kárate: me enseñó a pelear.

—No debes preocuparte, ellos estarán bien —me arrepentí en ese momento por decir eso, nadie estaba bien en la tierra, que mala era para consolar.

—No es cierto —levantó la cabeza y la volvió a bajar —pero quiero creer que sí.

No pude evitar pensar en mi familia, o al menos en mi abuelo pero ya no estaba. No tenia a alguien en la tierra y eso en parte era bueno.

—Iré a ducharme —dije aún con la sonrisa de mi abuelo en mi mente.

—¿Tú no tienes familia cierto?

—No, no tengo —respondí sin dar la vuelta.

—Lo lamento.

—No tienes por qué, aprendí a vivir sin una.

Mis palabras sonaron fuertes, segura como si no me importará una familia. Aunque la verdad me gustaría haber tenido más tiempo con mis padres.

Salí hacia la ducha, aún faltaban más de seis que hacían la cola pero apenas me di cuenta.

Sentí el agua pasar por mi cuerpo, quería sacarme de la cabeza la supuesta familia que no tenía. Quería convencerme que eso mismo me había echo más fuerte, que no tendría un punto débil pero por alguna razón sentía un vacío en mi pecho, el no poder preocuparme por alguien y que ese alguien se preocupe por mi, o tal vez morir sin haber dejado rastro alguno de mi existencia.




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