Super Purple 2: Rival Born

Capítulo 3: ¿Labios que no pueden besar? ¡El origen de la maldición de Rina!

Cielos… aún no puedo creer lo que acaban de ver mis ojos... Ahora mismo Roberta me está llevando hacia no sé qué lugar del parque, mientras que delante de nosotras Estela y Bianca arrastran a Rigo quien sabe por qué razón… todo se me hace tan irreal… ¡les juro que no entiendo nada de nada!

***

Cuando llegaron a la zona más alejada del parque en relación con la entrada principal del colegio, Bianca y Estela sentaron a Rigo sobre una banca, en tanto de pie y con los brazos cruzados se le quedaron mirando. Roberta sentó a Mandy al lado de Rigo. Luego se acercó a su amiga y le dio palmaditas en la mejilla tras inclinarse hacia ella.

–Mandy, hey, ¡hey! Reacciona, amiga, ¿puedes escucharme? –Roberta le preguntó.

Pero no hubo respuesta. Con los ojos perdidos Mandy observaba al infinito. La boca la tenía un poco abierta.  

–Oh no, demonios… otra vez te están volviendo a sangrar los labios –Roberta se sacó del bolsillo de su casaca un poco de papel higiénico. Con sumo cuidado y paciencia le limpió los labios a su amiga–. ¡Canasta de tres puntos! –exclamó Roberta cuando lanzó el papel ya usado y arrugado a la basura, y este cayó con certera puntería dentro de la boca del basurero–. Mandy, abre bien tus orejitas, porque ahora mismo estas a punto de escuchar toda la historia sobre la terrible maldición de Rina. ¡Hey! ¡¿Me estás oyendo?! –Roberta chasqueó los dedos delante de la cara de Mandy. Esta última tras unos segundos de permanecer impasible, finalmente asintió con la cabeza. Hecho esto, Roberta les hizo un gesto con la mano a sus dos amigas. Estela y Bianca, cada una tomó uno de los hombros de Rigoberto y le clavaron la mirada.

–Puedes comenzar a hablar –le ordenó Estela.

–No sé nada, chicas. Lo juro –Rigo bajó la mirada.

–Vamos, es inútil que sigas fingiendo. Así que mejor deja de hacernos perder el tiempo y canta, pajarito –Estela insistió.

–Yo… aun si supiera algo… lo siento, no puedo decirles nada.

–¿Por qué no?

–Lo siento.

–¡Rigo, déjate de tonterías o me vas a conocer…! –Estela tomó a Rigo de la chalina.

–No me la quites, por favor –a Rigo la castañearon los dientes.

–Si no hablas no solo te quitaré la chalina: ¡te dejaré calato y tendrás que irte así hasta tu casa!

–Estela, espera –Roberta detuvo a su amiga cogiéndole de la muñeca con suavidad–. Rigo, es necesario que Mandy escuche esta historia. Ella necesita conocer la verdad para entender el sufrimiento de Rina. Ambas son chicas orgullosas y que tienen que cargar con el peso de una terrible maldición. Si el destino las ha reunido aquí y ahora es por algo, ¿no lo crees? Por eso es que no podemos permitir que terminen como enemigas teniendo ambas tanto en común. Solo conociéndose mutuamente es que podrán entenderse…

Rigo por primera vez cambió la expresión de su mirada.

–Sé que le prometiste a Rina guardarle el secreto, y por ello es que te niegas a contárnoslo. Es admirable. Pero debes entenderme, Rigo. Mandy es mi mejor amiga, y porque me preocupo por ella es que deseo que se amiste con Rina. Estoy segura que si ambas confraternizan y se apoyan no solo harán más llevaderas sus respectivas maldiciones, sino que hasta podrán trabajar juntas en aras de buscar un remedio para su mal. Por eso es necesario que se conozcan, para que puedan confiar plenamente la una en la otra… Ah, y, por cierto, no te pediré que nos cuentes este secreto a cambio de nada. Te pagaré con la misma moneda. Acércate, que te contaré mi secreto. Es algo sobre Mandy –Roberta se agachó hasta que su boca estuvo muy cerca de una de las orejas de Rigo. Ella le susurró algo en el oído. Una vez terminó de hablar, ella retornó a su posición–. ¿Y bien, Rigo? ¿Ahora sí nos contarás lo que sabes?

Rigo se quedó pensativo por unos cuantos segundos. Finalmente accedió.

–Roberta, ¡me sorprendes! ¿Cómo lograste convencerlo? –Estela le preguntó en voz baja a su amiga. Bianca también se mostró interesada en saberlo.

–Se los diré luego –Roberta respondió. A continuación, ella se acercó a Mandy y volvió a chasquear los dedos delante de su cara. Mandy aún seguía con la mirada perdida–. Debes escuchar esto, amiga –le dijo en tanto la zarandeaba–. No dejes que todos tus esfuerzos por conocer la verdad hayan sido en vano –esta vez le confío en voz baja al oído. Los ojos de Mandy recuperaron cierto brillo de vida. Mandy se quedó observando a su amiga por un par de segundos.

–Gracias –finalmente la joven púrpura dijo. Roberta le respondió con una leve sonrisa.

–Todo ocurrió una mañana de mediados de marzo. Nos encontrábamos en la clase de geografía… –Rigo comenzó con su historia. Mandy y sus amigas lo escuchaban muy atentas.

Los alumnos tenían sus cuadernos abiertos sobre sus respectivas carpetas. Al frente la profesora exponía su clase ayudándose con un mapamundi que proyectaba sobre la pizarra un cañón que colgaba del techo de la clase. Rigo anotaba en su cuaderno la información que iba proporcionando la profesora. Bostezó. “Qué sueño que tengo… ayer me quedé hasta muy tarde hablando con Daysy por el celular”, él pensó, y volvió a bostezar. Buscó con la mirada a Daysy. Ella lucía fresca como una lechuga. Atendía a las clases y hacia anotaciones sin mostrar ningún signo de cansancio. “Pero qué rayos… le diré que me revele su secreto”.



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En el texto hay: comedia, artes marciales, rivales en el amor

Editado: 26.03.2023

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