Desperté de golpe un tanto asustada y con la frente sudorosa, desde que había sido descubierta la existencia de los sobrenaturales y teníamos la constante amenaza de los Dread Hunters no lograba conciliar sueños tranquilos.
Tallé mis ojos y me levanté de la cama en dirección al armario, allí saqué algo de ropa y la extendí sobre la cama para después entrar en la ducha y darme un buen baño. Al terminar, me vestí con lo que había escogido anteriormente, arreglé mi cabello en una coleta de caballo y me dirigí a la habitación continua. Allí, tomé mi katana y el arma de plasma que en un viejo combate había robado a un cazador. Di un vistazo a las armas que solían usar mis padres para defenderse de los cazadores cuando yo era pequeña, relucían como diamantes detrás de la vitrina de cristal en que las conservaba. Era lo único que me quedaba de ellos junto con la última foto familiar que nos habíamos tomado.
Aparté todos aquellos recuerdos de mis padres, pues necesitaba despejar mi mente y pensar en ellos solo lograba ponerme sensible. Admiré el cielo a través de la ventana y posteriormente bajé a la primera planta, dejé la katana y el arma de plasma sobre el sillón y salí de casa, pues el hambre me obligaba a ir de cacería antes de encontrarme con el humano.
Me adentré en el bosque y minutos después logré visualizar a unos cuantos conejos correteando, centré mi atención en uno de ellos y me transformé en zorro para poder cazarlo. Me acerqué rápidamente a mi objetivo y tomé de éste por las orejas, con mis patas delanteras aprisioné el cuello del animal hasta asfixiarlo y posteriormente comencé a desgarrar la carne de la presa con mis colmillos hasta dejarlo en los huesos. Repetí el mismo proceso hasta consumir alrededor de 5 conejos.
Una vez que mi apetito estuvo satisfecho me dirigí a mi casa y tomé nuevamente las armas que había preparado, luego de meditarlo por unos minutos llegué a la conclusión de que no sería buena idea llevar un arma de plasma a la ciudad, por su notoriedad me pondría en evidencia fácilmente, así que cambié de parecer y regresé al cuarto que albergaba mi pequeño arsenal para dejar el arma de plasma y tomar otra katana. Opté por una de las más sencillas que tenía, una que solo sería útil para un principiante, como el chico al cual comenzaría a entrenar a partir de hoy.
Debido a que todas las armas que poseía y que tenían un gran tamaño estaban adaptadas para comprimirse de manera tal que pudieran ser portadas sin llamar la atención de nadie, fue fácil esconder las katanas en los bolsillos interiores de mi chaqueta.
Bajé con rapidez las escaleras, salí de casa y me encaminé hacia la ciudad, hoy comenzaría mi plan, y aunque de manera accidental aquel chico se había topado en mi camino, formaría una parte clave de mi extraordinaria venganza, solo debía ser cuidadosa, y por el momento evitar a toda costa que los cazadores le hicieran daño.
De la nada escucho pasos atrás de mí así que me giro de inmediato pero para mi sorpresa no había nadie - Mis sentidos jamás me juegan malas pasadas - Pensé y continué tratando de buscar algo, sin embargo, todo fue nulo, lo que sea que estuviera ahí era invisible a mis ojos y eso me estaba desesperando.
—¡MUÉSTRATE!—Grité exasperada y saqué de golpe las dos katanas que me acompañaban para después empuñarlas y ponerme en posición. Lo que sea que estuviera ahí conmigo no tendría la oportunidad de tomarme por sorpresa.
Después de algunos minutos mi paciencia se esfumó, ya estaba más que desesperada, pues el no poder visualizar a que me enfrentaba me carcomía los pocos nervios que tenía.—Así que no harás nada...—Murmuro con levedad y lanzo un golpe con la katana. Tenía la plena intención de asustar a lo que sea que estuviera haciéndome compañía pero en lugar de ello, lo único que conseguí fue que me despojaran de la katana con la que había arrojado el primer golpe provocando que esta cayera varios metros lejos de mi.
—¡Carajo!—Reniego por lo bajo y me preparo rápidamente con la otra arma que tengo disponible—Ok...esto será más complicado de lo que creí—Dije para mis adentros.
—Lo siento...—Murmuró una voz ajena así que traté de enfocar todos mis sentidos en ella.—Quisiera mostrarme, pero no sé como hacerlo.
Lo único que hice ante las palabras de la entidad desconocida fue retroceder por instinto, sin embargo, un olor característico en el ambiente hizo que me percatara de la inminente posibilidad de tener a alguien de la misma especie conmigo. Mientras le daba vueltas al asunto recordé algo que me hizo sentir lo suficientemente estúpida por no haberlo tenido en cuenta minutos antes.