Todo se fue acomodando al paso de los días, al paso de que aprendía bien como era el manejo de las guardias, como manejar mis horas de entrenamiento con el grupo y aparte con Noah. Entre el cansancio, el orgullo por poder lograrlo, el vivir llegando tarde a todos lados por la sobrecarga en mi rutina diaria; de igual forma no me arrepentí de nada. Sue Lee parecía bastante delicada conmigo, pero sabía que ya no podía hacer nada para que me retractara.
No muchos en el equipo estaban de mi lado y lo dejaban en claro. Sacando a Anna y Logan, que ya desde un principio habían dejado en claro su desagrado, otros que parecían apoyarlos a ellos decidieron darme la contra a mí. Con empujones en los entrenamientos, ciertos comentarios por lo bajo o miradas de irritación. Todos parecían querer poner su pie frente a mí para que me tropezara y explotara, pero si había tenido la paciencia para volver a llegar donde estaba, ninguno de esos ridículos iba a lograr sacarme tan fácil.
Thomas no pareció llevarlo tan bien como yo, Luna y Jacob tampoco, pero a él parecía que lograban meterse debajo de su piel a pesar de que se tratara de mí. Uno de los comentarios que él había escuchado, y que no me había querido repetir después, logró que se diera vuelta e hiciera que esa persona volara unos cuantos metros, el frío habiéndole entrado hasta los huesos. Se cobró dos guardias completas seguidas por eso. Si había pensado que Noah no tenía la paciencia, me quedó en claro que Thomas con ciertas cosas tampoco.
Mientras que el gemelo menor se metía en problemas, el mayor no había hecho nada para detenerlo. Sue Lee era quien lo regañaba la gran parte de las veces, Thomas no pudiendo decir la razón por la cual lo hacía. No hizo falta que lo mencionara, sabía que lo que él hacía estaba mal, pero no dejaba de hacerlo. Agregando a eso la vez que Luna quiso arrancarle la piel a su prima una vez que ella me empujó al piso, la tensión entre el equipo pareció formarse más y más.
El único lugar donde sabía que ningún comentario iba a llegarme, que no iba a tener que estar pendiente de los empujones o las miradas, era cuando lograba meterme en mi tienda y estar relajada. Claire vivía acompañándome en esos momentos, haciendo comentarios tontos o contándome anécdotas de su trabajo de agricultura. A diferencia del resto, ella no tenía ni la intención de mencionar o tomar a pecho lo que ella escuchaba de mí.
Decidía peinar mi pelo, que había crecido tanto desde que había llegado, hasta poder trenzarlo. A veces le dejaba que le pusiera flores que ella tenía colgando por ahí, le daban cierto toque que me gustaba. Y, que en cierto lado, me hacían acordar a la rubia que estaba en una de mis fotos con su novio.
Ese día no había sido la excepción, sentadas en mi cama, ella peinándome como siempre.
—Podría cortarte un poco las puntas en estos días —había dicho, sus dedos empujando los pétalos en su lugar—. Lo tienes muy largo pero un poco dañado, mi mamá me enseño un truco para poder cortarlo bien.
Asintiendo levemente, el tono de su voz dulce llamándome la atención. Había sido demasiado dulce, como melancólico, y sus palabras habiendo llamado mi atención. Me giré con cuidado hacia ella.
—Nunca habías nombrado a antes a tu mamá —noté, sonriéndole un poco. Ella se removió en su lugar, cruzada de piernas en mi cama y se encogió de hombros—. De hecho, nunca mencionaste a tu familia hasta recién.
Habían pasado dos o tres meses desde que había llegado al campamento con Thomas, y en todo ese tiempo que yo me había vuelto su amiga, no había mencionado a ningún familiar. Ni hermanos, ni padres ni nada. El tono pálido que tomó, en contraste a su rubor siempre que estábamos con Thomas, me hizo preguntarme que había pasado con ellos.
La vi jugar con sus dedos al tratar de responderme.
—Soy hija única, no tengo mucha familia tampoco —decidió por decir, tomando las flores que no había usado y llevándolas a su lado de la tienda—. Trato de no pensar en ellos, en realidad, por eso no los nombro.
—Pero, ¿están bien?
Sus ojos se cerraron por unos segundos.
—Eso espero.
Presionar el tema no parecía ser el indicado, toda su vibra energética habiéndose ido en el momento que el tema había surgido. Simplemente le sonreí de la forma más dulce, tomando la trenza entre mis dedos y mirando las puntas de mi pelo que pedían a gritos que por favor las cortara.
—Voy a tener en cuenta ese corte de pelo —me reí, sus ojos oscuros volviendo a su brillo de siempre—. Lo único que pido es no quedar pelada, lo último que me falta.
Se comenzó a reír y al mismo tiempo comentar sobre qué podría hacerme si tenía el pelo más corto. Fue inconsciente mirar hacia las fotos enlazadas al lado de mi cama, una sonrisa nostálgica en mis mejillas pero sin el dolor que había pesado en mis hombros el día que había llegado. Jamie y Claire se habían conocido solo como compañeras, estaba segura que habrían sido buenas amigas de haberse dado la chance por más que Claire iba un año debajo de nosotras.
Para cuando salimos de la tienda, directo al comedor para ir a cenar, Claire saludó a todo integrante que pasara cerca con una sonrisa. Mientras tanto, yo decidí evitar cualquier contacto visual. No quería ni comentarios ni miradas ni nada. Solo le sonreí al cocinero, que dulcemente agregó un poco más de comida en mi plato y me giré en busca de Thomas, Jacob o Luna.
Apenas reconocí al gemelo en una ronda, Claire a mi lado soltó un suspiro. La miré de reojo, sus mejillas coloradas como siempre y no pude evitar la sonrisa sarcástica.
—Un poco más y seguro te pueden usar como tomate en una salsa —se me escapó el comentario, ella dándome una mirada rápida de costado y volviéndose más colorada. La codee suavemente—. Tranquila, no voy a decir nada, no lo hice en todo este tiempo.
— ¿Siempre lo supiste? —su voz sonó tan baja, tan tímida, lo que me hizo girarme a ella y sonreírle más ampliamente. Me daba ternura y era obvio que no iba a delatarla con Thomas, a pesar que él era mi amigo más cercano.